dimecres, 9 de maig del 2012

Uruguay: 30 presos en 1977, del PCU y la UJC, presentaron denuncia Penal por torturas

  « Esto lo hacemos para ayudar a restablecer la verdad histórica de nuestro país»
 
30 presos en 1977, del PCU y la UJC, presentaron denuncia penal por torturas
Ninguna de ellas y ninguno de ellos fueron inocentes. Todos fueron culpables por luchar contra la dictadura y querer un mundo mejor. Y por eso la semana pasada presentaron una denuncia penal por torturas, malos tratos y terribles condiciones de reclusión.
 
Se trata de una treintena de militantes del PCU y de la UJC detenidos, o secuestrados, en el invierno del ‘77 y sometidos a las más aberrantes prácticas con el propósito de anularlos como seres humanos.
 
La mayoría de ellos fueron a parar a La Tablada, también llamado «El infierno» y no por casualidad. El escrito fue presentado ante el juez de 4º Turno Dr. Pereira, con el patrocinio de tres abogados del Frente Amplio. No bien salió del juzgado, Néstor Bardacosta – que sufrió más de seis años de cárcel y fue compañero de celda del entrañable ingeniero José Luis Massera- se comunicó con El Popular para darnos una noticia que alienta justicia.
 
«Hicimos la denuncia para ayudar a restablecer la verdad histórica de nuestro país. O sea que a diferencia de Sanguinetti que escribe libros y hace historia política, nosotros hacemos historia de la gente y más allá de la política», reflexiona.
 
En la denuncia penal se expresa una severa crítica al Estado uruguayo por no investigar esta y otras violaciones de los derechos humanos. También se establece que merced al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso Gelman, es posible ahora emprender estas acciones contra la patota cuartelera. Entre los involucrados en las torturas se cuentan algunas figuras estelares del terrorismo de Estado como José Nino Gavazzo y Jorge Silveira. Este último fue quien detuvo a Néstor Bardacosta en una vivienda del centro de Montevideo. «A mí no me es nada ajeno hablar de «El Pajarito» Silveira o de José Nino Gavazzo. «El Pajarito» fue el que me colgó y torturó durante 109 días seguidos, en los cuales probé absolutamente todas las formas habidas y por haber. Cuando me ponía la picana en la emplomadura de las muelas, creía que yo no hablaba, que era mudo. Entonces me daban picana en los testículos y en los oídos. Es un resabio que aún me queda: me cuesta mucho ir al dentista».
 
La actual es la tercera denuncia masiva por torturas que se presenta en el país. Anteriormente se realizó una por jóvenes comunistas de Treinta y Tres y otra en Tacuarembó, donde los principales damnificados fueron miembros del PCU y del MLN. Por idéntico motivo se está elaborando una en Salto, de la cual informaremos en el momento oportuno.
 
El texto del escrito y quienes lo firman
El siguiente es el texto de la denuncia penal presentada la semana pasada y la casi totalidad de sus firmantes: «Como es de conocimiento público, en nuestro país entre 1973 y marzo de 1985 existió un proceso cívico militar que decidió disolver las autoridades constitucionales elegidas. El mismo se enmarca en un proceso de restricción y violación de los derechos civiles y políticos, así como de suspensión de las garantías individuales cuyo comienzo puede fecharse hacia 1968.
 
En este contexto dicho proceso, inspirado por la Doctrina de la Seguridad Nacional, puso en marcha en conjunto con otros de similar ideología de países de la región, un plan que persiguió la neutralización y/o eliminación de un conjunto de personas que integraban principalmente partidos de izquierda, sindicatos, movimientos estudiantiles y en general a todos aquellos que se opusieran a la dictadura.
 
La mencionada actividad ilícita, a pesar del tiempo transcurrido, no ha sido investigada en forma, existiendo por parte del Estado nacional una omisión incomprensible dirigida a consolidar la impunidad de tales acciones. Por tal razón fue necesario que recientemente la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Gelman- Uruguay, en su párrafo 254 (establece) «que el Estado debe disponer que ninguna otra norma tal como prescripción y retroactividad de la ley penal, cosa juzgada o cualquier excluyente similar de responsabilidad sea aplicada y que las autoridades se abstengan de realizar actos que impliquen la obstrucción del proceso investigativo.
 
Recuerda a los tres poderes del Estado que están obligados a investigar, perseguir y juzgar a los responsables de las atrocidades, no pudiendo ser impedida tal indagación por ninguna ley de caducidad, prescripción, amnistía o institutos análogos»
 
 
En su totalidad los comparecientes eran integrantes del Partido Comunista de Uruguay o de la Unión de Juventudes Comunistas y fueron todos privados de libertad entre julio y agosto del año 1977. Según los casos, sexo o edad, fueron recluidos en diferentes centros clandestinos, fundamentalmente del departamento de Montevideo, como ser por ejemplo el Centro de Caballería 9º, el 4º de Caballería y el 14º de Caballería. Pero también en el Cuartel de Paso de los Toros y Cuartel de Artillería 1º de La Paloma. Pero todas las personas tienen en común que permanecieron por más tiempo detenidos en el cuartel de La Tablada, lugar conocido en la época como «El Infierno».
 
Allí fue donde se recibieron la mayor parte de las torturas y vejaciones. Muchos de los detenidos terminamos en la cárcel de Libertad o de Punta de Rieles. No se debe dejar de señalar que en muchos casos fuimos hacinados en vagones, tren semi acondicionado a los efectos de albergar durante el lapso de detención y tortura a muchos uruguayos. Ello no solo habla de precariedad de la detención, sino además de la idea con que se había concebido esta planificación. Dentro de los padecimientos, los comparecientes eran encapuchados, atados de manos, pasando por experiencias como el conocido plantón, golpizas, en los llamados caballetes, el submarino, colgamiento, métodos conocidos como el gancho, aplicación de picana eléctrica, colgamiento con simples cables, el llamado teléfono.
 
Dichas torturas se explicitarán en su desarrollo por los firmantes al momento de declarar ante la sede, pero resulta relevante destacar estas prácticas tan frecuentes que tenían su propio lunfardo.
 
Parte de la tortura consistía también en hacer escuchar a los firmantes los gritos de compañeras y compañeros que eran torturados, sin perjuicio de que en alguna oportunidad los ruidos emanantes de los apremios físicos eran cubiertos a través de emisiones de radio colocadas a gran volumen, donde se escuchaba música del tipo de la cumbia. En el caso de las mujeres debieron soportar el manoseo, de diversos abusos físicos y psicológicos. Cabe destacar que los operativos para privar de libertad a los comparecientes solían darse con la utilización de vehículos particulares, vistiendo los secuestradores también de particular.
 
 
Existieron padecimientos particulares aplicados a las mujeres que significaron la pérdida de embarazos. El objetivo principal de los tantos que meramente se describen fue sin duda aniquilar psicológicamente con el poder absoluto que sobre el apremiado tiene el torturador. Se lo denigra, se lo humilla, se lo hace sentir que no es nada. Si el torturado reniega de eso y se somete al «poder supremo», tal vez le perdonen la vida.
 
El detenido deja de ser un individuo para ser sometido y pasa a subordinar su juicio a la voluntad de otro. Se permanece a un tris de perder la identidad, los valores y todo aquello en lo que se reconoce.
 
Si la justicia no actúa, el poder del torturador de cualquier época y lugar seguirá siendo absoluto. Entre las personas que se pueden identificar como principales activistas de las vejaciones podemos mencionar a tales como Jorge Silveira, alias «Isidoro», «Isidorito» y «Pajarito», que fue visto en el lugar por varios de los denunciantes en tanto que se presentaba a cara descubierta con mucha frecuencia.
 
Además había un sargento que le llamaban «El tortuga» que también participó en esas acciones y también personas llamadas Maurente, Barrabino y Gavazzo. Un oficial del Ejército alias «Pedro» cuyo nombre se ignora, pero en esa época tenía pelo castaño, era alto, tez blanca, ojos verdes, cerca de 30 años, bigote, pelo corto, y también una persona de alias «Marcelo», que era rubio, joven, alto, persona particularmente ensañada en la tortura y otro que llaman «El Viejo», y una persona de nombre Jorge Amigo»
 
Firman entre otros:
 
Eduardo Platero, Néstor Bardacosta, Carlos Tutzó, Silvia Cúneo, Ana Resende, Pedro Giúdice, Juan Ángel Toledo, Cacho Trjo, Osvaldo Fernández, Dardo Esponda, Guillermo Rochón, Enrique Blixen, Caho Rivera, Ariel Ardanazá, Martha Mingeroff, María Cecilia Gianlupi, Roberto Terzagui,
Severino Carbajal, Luis López, Álvaro Rodríguez, Julio César Soria, Luis Acarpa, Álvaro Colotta, Sergio Iglesias, René Roballo y Miguel Ángel Mendietta.
 
Conviene señalar que este último pertenece al Partido Comunista Revolucionario (PCR) y que faltan algunos firmantes que lo hacen a nombre de personas fallecidas.
PUBLICADO EN EL SEMANARIO “EL POPULAR”  4/5/12