El exterminio de los nativos norteamericanos
Esta
desventurada raza de nativos americanos, a la cual estamos exterminando con tal
despiadada y perfida crueldad, [estará] entre los execrables pecados de esta
nación, por lo cual yo creo Dios un día lo llevará a juicio.
John Quincy Adams, presidente de los Estados Unidos.
El DESTINO
MANIFIESTO
Llegará seguramente un día cuando este
país tendrá un peso en la balanza de poder de los imperios.
George Washington
Esta creencia
extendida entre los colonos de que los
EE.UU. estaban destinados a expandirse
por todo el territorio norteamericano hasta el otro océano tiene asiento en una
ideología nacionalista con base religiosa. Creía y cree en el derecho que
tenían los primeros colonos a expandirse y ocupar la “nueva tierra prometida”.
Se volvería a esa visión egocéntrica y racista de “un pueblo elegido”. Con esta
creencia se vieron con derecho a la expansión desde el Atlántico hasta el Pacífico.
Los partidarios de esta idea veían que no solo era algo obvio -manifiesta-, sino
también que formaba parte de un destino.
Así el periodista John L O´Sullivan publicaba en el año 1845 en la revista Democratic Review de Nueva York:
El cumplimiento de nuestro destino
manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por
la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y
autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la
tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento
que tiene como destino.
De esta forma
comenzó la expulsión o exterminio de los nativos americanos bajo esta
justificación moral, aunque mucho antes de cuando esta fue escrita en el Democratic Review.2
Los mismos
Padres Fundadores, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson, propusieron con el fin de asentar la base de
la nación americana la imagen de la “Tierra prometida”. Jefferson incluso
sugirió la comparación con los hebreos guiados por una antorcha. Todo ello pese
a que ninguno de los dos fuese cristiano o profesase la fe hebrea. Esta visión
del destino manifiesto y lo presente que sigue está reflejada en el monte Rushmore con las colosales esculturas de
cuatro presidentes americanos: Washington, Jefferson, Lincoln y T. Roosevelt.
Con ellas se rinde honor a la expansión geográfica, política o económica del
país, que ocurrió de forma importante durante el gobierno de los mencionados
presidentes. El monumento tiene además una connotación de sometimiento y
humillación a la población nativa, ya que fue erigido en las llamadas “Colinas
Negras”, un lugar sagrado para los Sioux. Todo ello después de haber derrotado
a estos en las llamadas “guerras Sioux”, de 1865-67, tras las cuales fueron
confinados en la reserva de las Colinas Negras. Pero fue descubierto oro en el
lugar donde estaban los “indios” y el Gobierno de EE.UU. les ofreció siete
millones de dólares, siendo rechazado por los Sioux como algo “absurdo”. Su
jefe, “Toro sentado”, dejó muy claro que: “Nosotros no queremos blancos aquí”.
Tenía motivos para rechazarlos, ya que consideraban a los blancos como
mentirosos y ladrones, por las mentiras y falsas promesas del pasado cuando ya
les quitaron sus territorios. Ante la negativa comenzó la invasión de los
territorios indios, pero estos consiguieron
rechazarlos matando a uno de sus jefes, el general George A. Custer. Tras la
derrota el ejército americano enfurecido contraatacó arrasando los territorios
indígenas.
El Destino
Manifiesto no era visto por todos igual, para algunos era una filosofía
idealista, no violenta, en la que se veían reflejados. Para otros era también
una misión civilizadora para “redimir” a los pobres indios, una visión
profundamente racista. Reflejo de ello es lo que mostraba en su sello la
Colonia de la Bahía de Massachusetts del siglo XVII, en el que se ve a un indio sumiso y abatido con una
inscripción que indica: “Venir por nosotros y ayudarnos”. Noam Chomsky comenta al respecto:
Y
los colonizadores estaban siguiendo benevolentemente el mandato divino para ir
por ellos y ayudarles. Resulta que les estábamos ayudando exterminándoles.3
En realidad
era también una justificación a la ocupación de nuevas tierras que hacían los
colonos. Colonizaciones que estaban planificadas con el fin de convertir
al país no solo en un país poderoso sino
en un imperio poderoso.