divendres, 8 de febrer del 2013

El exterminio de los nativos norteamericanos


 
Esta desventurada raza de nativos americanos, a la cual estamos exterminando con tal despiadada y perfida crueldad, [estará] entre los execrables pecados de esta nación, por lo cual yo creo Dios un día lo llevará a juicio.
John Quincy Adams, presidente de los Estados Unidos.
El DESTINO MANIFIESTO
Llegará seguramente un día cuando este país tendrá un peso en la balanza de poder de los imperios.
George Washington
Esta creencia extendida entre los  colonos de que los EE.UU. estaban destinados  a expandirse por todo el territorio norteamericano hasta el otro océano tiene asiento en una ideología nacionalista con base religiosa. Creía y cree en el derecho que tenían los primeros colonos a expandirse y ocupar la “nueva tierra prometida”. Se volvería a esa visión egocéntrica y racista de “un pueblo elegido”. Con esta creencia se vieron con derecho a la expansión desde el Atlántico hasta el Pacífico. Los partidarios de esta idea veían que no solo era algo obvio -manifiesta-, sino también que formaba parte de  un destino. Así el periodista John L O´Sullivan publicaba en el año 1845 en la revista Democratic Review de Nueva York:
El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.
De esta forma comenzó la expulsión o exterminio de los nativos americanos bajo esta justificación moral, aunque mucho antes de cuando esta fue escrita en el Democratic Review.2
 
Los mismos Padres Fundadores, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson,  propusieron con el fin de asentar la base de la nación americana la imagen de la “Tierra prometida”. Jefferson incluso sugirió la comparación con los hebreos guiados por una antorcha. Todo ello pese a que ninguno de los dos fuese cristiano o profesase la fe hebrea. Esta visión del destino manifiesto y lo presente que sigue está reflejada en el monte Rushmore con las colosales esculturas de cuatro presidentes americanos: Washington, Jefferson, Lincoln y T. Roosevelt. Con ellas se rinde honor a la expansión geográfica, política o económica del país, que ocurrió de forma importante durante el gobierno de los mencionados presidentes. El monumento tiene además una connotación de sometimiento y humillación a la población nativa, ya que fue erigido en las llamadas “Colinas Negras”, un lugar sagrado para los Sioux. Todo ello después de haber derrotado a estos en las llamadas “guerras Sioux”, de 1865-67, tras las cuales fueron confinados en la reserva de las Colinas Negras. Pero fue descubierto oro en el lugar donde estaban los “indios” y el Gobierno de EE.UU. les ofreció siete millones de dólares, siendo rechazado por los Sioux como algo “absurdo”. Su jefe, “Toro sentado”, dejó muy claro que: “Nosotros no queremos blancos aquí”. Tenía motivos para rechazarlos, ya que consideraban a los blancos como mentirosos y ladrones, por las mentiras y falsas promesas del pasado cuando ya les quitaron sus territorios. Ante la negativa comenzó la invasión de los territorios indios, pero  estos consiguieron rechazarlos matando a uno de sus jefes, el general George A. Custer. Tras la derrota el ejército americano enfurecido contraatacó arrasando los territorios indígenas.
 
El Destino Manifiesto no era visto por todos igual, para algunos era una filosofía idealista, no violenta, en la que se veían reflejados. Para otros era también una misión civilizadora para “redimir” a los pobres indios, una visión profundamente racista. Reflejo de ello es lo que mostraba en su sello la Colonia de la Bahía de Massachusetts del siglo XVII, en el  que se ve a un indio sumiso y abatido con una inscripción que indica: “Venir por nosotros y ayudarnos”.  Noam Chomsky comenta al respecto:
Y los colonizadores estaban siguiendo benevolentemente el mandato divino para ir por ellos y ayudarles. Resulta que les estábamos ayudando exterminándoles.3
En realidad era también una justificación a la ocupación de nuevas tierras que hacían los colonos. Colonizaciones que estaban planificadas con el fin de convertir al  país no solo en un país poderoso sino en un imperio poderoso.