“El obstáculo para juzgar el franquismo en España no es judicial, sino político”
Carlos Slepoy es, para muchos, un
letrado entregado a la justicia, a la memoria, a la reparación. Conoce
la naturaleza de las dictaduras. En 1976 él mismo fue encarcelado, dos
semanas antes del golpe de Estado. Pasó por varias prisiones y sufrió
maltratos antes de ser condenado al exilio a finales de 1977, cuando se
vino a España. Por el camino se quedaron muchos compañeros muertos.
“En el equipo jurídico que habíamos
creado antes de que me arrestaran éramos doce abogados. Cinco están
desaparecidos. Y solo éramos abogados… Mi hermana y mi mujer de entonces
fueron detenidas en centros clandestinos. Sobrevivieron de milagro.
Pero mi hermana quedó muy marcada, la machacaron”, relata.
A finales de los noventa, en España,
actuó como abogado de la acusación popular en los juicios contra el
exdictador Videla y otros miembros de la dictadura argentina. Jugó un
papel fundamental en el juicio contra el exmilitar Adolfo Scilingo, a quien la justicia española condenó a 1.084 años de prisión por crímenes de la dictadura argentina.
También participó en el proceso contra el excapitán argentino Ricardo Cavallo, y estuvo involucrado en los procesos abiertos en España contra el exdictador chileno Augusto Pinochet y contra el exdictador de Guatemala Ríos Montt.
La justicia española que llevó todos estos casos no ha servido sin embargo para impulsar un juicio contra los crímenes del franquismo.
Por eso en el año 2010, y en concreto el 14 de abril, día de la República, Slepoy regresó a Buenos Aires para presentar junto con otros abogados y varias organizaciones una querella para que se juzguen los crímenes de la dictadura española. Entre los demandantes hay familiares de víctimas, asociaciones de de derechos humanos y de memoria histórica.
Entre los imputados hay más de 300 responsables de la represión franquista, el ex ministro Rodolfo Martín Villa por el asesinato de cinco obreros durante una huelga en Vitoria, José Utrera Molina (suegro de Alberto Ruiz Gallardón) por firmar la condena de Puig Antich o Juan Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, torturador de la Brigada Político Social, entre otros.
Hace unos días la jueza argentina que lleva el caso en Buenos Aires, María Servini,
iba a tomar declaración a algunos testigos y familiares de crímenes del
franquismo, a través de videoconferencias en la embajada argentina de
Madrid. Pero en el último momento el acto se suspendió. El gobierno
español había presentado una queja al embajador argentino asegurando que
no se habían llevado a cabo los procedimientos adecuados.
Slepoy nos recibe en su casa de Madrid,
rodeado de documentos, papeles y cartas con nuevas demandas de gente que
desea adherirse a esta querella argentina contra los crímenes del
franquismo.
Pregunta: ¿Qué pasó realmente con esas videoconferencias?
R: Estaba todo preparado, los equipos,
los testigos. Ese primer día iba a declarar la hermana de Puig Antich,
por ejemplo, que vino de Barcelona para hacerlo. El gobierno español
presionó para que se suspendieran las videoconferencias diciendo que se
necesitaba un permiso, cuando en realidad se hacen videoconferencias
continuamente. Ahora mismo por ejemplo hay previstas por el juicio por
el Plan Condor videoconferencias con Montevideo, Estocolmo y Barcelona.
En ningún caso a nadie se le ocurre pedir permiso a los gobiernos
respectivos. Ese permiso solo es preciso en caso de asistencia judicial,
pero no para los casos en que los testigos se someten voluntariamente a
la jurisdicción del país.
¿Entonces?
El problema es que estamos ante los
crímenes del franquismo. El gobierno español no puede soportar que en
Madrid declaren testigos ante una jueza argentina cuando no los dejaron
declarar aquí ante un juez español. Por eso está presionando y por eso
ha puesto trabas para que declaren los testigos.
¿Cuáles son los siguientes pasos?
Está previsto que declare en Buenos
Aires Baltasar Garzón, en un principio estaba citado para la próxima
semana. Además hay un grupo de familiares y testigos que quieren viajar a
Argentina para declarar ante la jueza, están frustrados por no haberlo
podido hacer aquí por videoconferencia. Aún no nos han dado fechas para
ese viaje, a pesar de que las pruebas ya están, están las pruebas, están
los testigos. A Buenos Aires irán también algunos diputados y alcaldes
que han mostrado su apoyo.
¿Quién se puede sumar a la querella?
Familiares, testigos, organizaciones,
etc. Casi todos los días nos llega alguien nuevo queriéndose sumar. A
medida que esto crece, hay más gente que se quiere apuntar. La gente de
las redes de apoyo creadas ayudan mucho, les hemos dado documentos-plantilla y ellos se encargan, de ese modo la tarea de los abogados es de supervisión, si no no daríamos abasto.
¿En qué se basa la querella?
En los principios de jurisdicción
universal, por los que las leyes de amnistía no tienen validez ante
crímenes contra la humanidad o por genocidio. Que se presente en
Argentina tiene ventajas. En primer lugar, no encontrarse con los
obstáculos políticos con los que se encontró el proceso en España.
Además, en Argentina ya se están juzgando crímenes contra la humanidad y
por genocidio, y se está haciendo gracias al aporte sustancial de las
investigaciones en España, lo que es una tremenda paradoja.
¿Cómo se pueden calificar los
delitos cometidos por los golpistas y en la dictadura durante el periodo
que abarca la querella presentada, desde 1936 hasta 1977?
La investigación de la Audiencia
Nacional española estableció que hubo unos 114.000 desaparecidos. Luego
se sumaron más. Sólo desaparecidos. A ellos hay que añadir asesinados,
500.000 exiliados. Y 30.000 niños secuestrados y privados de su
identidad. Hubo una clara planificación estudiada para perseguir y
eliminar a determinados grupos de la sociedad para dar origen a otro
país diferente. Y lo consiguieron en gran medida. Eso es un genocidio.
En España se dio uno de los peores genocidios del siglo XX.
La querella argentina también investiga el robo de niños en España
Sí. Solo en la primera época, hasta el
año 1950, en España hubo 30.000 niños apropiados a través de decretos
que legalizaban su apropiación quitándoselos a las madres republicanas
de las cárceles para dárselos a instituciones del Estado o a familias
afines al régimen. Pero esto luego continuó. El daño es incalculable, y
ha estado tapado…
No se estudia en las escuelas…
Claro. En Madrid hay más de 200 calles
con nombres de dirigentes franquistas. Recientemente se ha entragado un
galardón a los supervivientes de la División Azul, y se desconoce la
historia, no hay memoria. La razón de todo esto tiene que ver con la
historia. El franquismo triunfó, fue consentido y apoyado después por
las potencias occidentales. Y las fuerzas políticas lamentablemente
pactaron una transición que implicaba no solo la impunidad, sino el
olvido más absoluto. No se enseña la historia. En Argentina sí, los
niños en la escuela estudian lo que pasó en la dictadura.
¿A qué responde este olvido?
En España lo que se pretende con este
olvido es construir el futuro que los represores quieren que se
construya y no un futuro de justicia. Y hay una responsabilidad de las
fuerzas progresistas de haber construido y pactado esto.
Esta semana se planteó en el
Parlamento votar y aprobar un día contra el franquismo, el 18 de julio.
El PP se opuso, UPyD se abstuvo, y no salió adelante…¿Cómo valora este
hecho?
Tiene que ver con esta historia tan
manejada de la teoría de los dos demonios, que también se usó en
Argentina, pero ahora ya es impensable allá, es el discurso que sostiene
que aquí hubo dos bandos, que dice que si se condena a unos habría que
condenar a otros, situándolos al mismo nivel, en plena equidistancia. Y
así obvian que se trató de un golpe militar contra un gobierno legítimo
que además planificó un exterminio, cometió un genocidio, una palabra
que empieza a usarse ahora.
¿Por qué cree que no son partidarios de establecer un día contra el franquismo?
No lo quieren porque son herederos
ideológicos – y en algunos casos físicos- del franquismo y del tipo de
democracia que se ha creado en España, que ha obviado la persecución de
estos crímenes. Es una democracia absolutamente mutilada. Una democracia
en la que no hay justicia para resolver crímenes no merece tal nombre.
Este mismo gobierno está permanentemente en la reparación de las
víctimas del terrorismo de ETA y no quiere reconocer algo infinitamente
más grave, cuantitativamente y sobre todo porque fue cometido desde el
Estado.
En este sentido hay una pervivencia de
la dictadura dentro de la democracia y el Estado y el gobierno son sus
exponentes. Saben que cualquier cosa que implique el conocimiento de la
verdad y el ejercicio de la memoria es una fisura que se abre para que
se profundice más en lo ocurrido… Por eso mismo el gobierno español se
ha puesto a las videoconferencias.
Usted ha vivido los procesos
contra la dictadura argentina y la española. ¿Cómo compara la actuación
de la justicia en un lado y otro?
En Argentina también hubo gran presión
contra la investigación, con las leyes de punto final y obediencia
debida, pero existía una sociedad muy convulsionada y pujante en ese
momento. Mientras que acá hubo un pacto de las fuerzas herederas de las
víctimas con los herederos del franquismo, que ha dificultado
enormemente todo. Pero ahora algunas de esas fuerzas hoy están
presionando y apoyando esta querella argentina para que se haga
justicia.
Los tiempos también son diferentes….
En Argentina hubo siete años de
dictadura, acá hubo 40 años de dictadura y 37 de olvido consensuado, por
lo tanto cuesta mucho acabar con ello. El proceso se inicia hace poco
más de diez años, cuando los nietos comienzan a buscar los cuerpos de
sus abuelos. Ese movimiento por la memoria fue potenciado por las
investigaciones del juez Garzón. Y así hoy existen 24 asociaciones de
niños robados, organizaciones de presos políticos de la última etapa del
franquismo, denuncias del trabajo esclavo y forzado. Se está generando
un movimiento que yo creo que va acabar con la impunidad del franquismo
más tarde o más temprano. Y en este sentido la actuación de los
tribunales extranjeros tiene un papel fundamental.
¿Y el hecho de que aquí haya una ley de amnistía?
También en Argentina hubo las leyes de
punto final y obediencia debida, votadas por la mayoría parlamentaria.
Allí un juez podía decretar su inconstitucionalidad. Aquí un juez no
puede hacer eso, lo tendría que plantear ante el Tribunal
Constitucional, pero sí puede decir que esa ley es inaplicable por el
derecho internacional. Es decir, un juez español que se atreviera,
podría establecer que la ley de amnistía es inaplicable y yo creo que en
algún momento eso va a ocurrir, empezará a haber jueces que se atrevan,
porque la ley de amnistía no puede amparar crímenes contra la
humanidad. No hay ningún obstáculo judicial, el obstáculo es
absolutamente político.
¿Cómo valora la sentencia del Supremo que establece que no se pueden investigar los crímenes del franquismo?
Dice que no se pueden investigar porque
si bien ahora son crímenes contra la humanidad no lo eran en su momento
de su realización. La otra argumentación dice que se supone que todos
están muertos, tanto víctimas como victimarios. Esto es absurdo. Acaban
de meter preso en Alemania a un nazi de las SS de campos de
concentración como el de Auschwitz con 92 años de edad, por hecho
cometidos en 1941.
Otra de las excusas que se
esgrimen a menudo es que la búsqueda de la verdad y la justicia abren
heridas, provocan confrontación y división.
Son los argumentos de quienes quieren el
olvido y la impunidad. Las sociedades sin memoria no pueden construir
ningún futuro porque se les niega el conocimiento del pasado. Las
heridas están absolutamente abiertas, otra cosa es que se les niegue
visibilidad. Es muy cómodo decir en nombre de las víctimas que no hay
que reabrir heridas. La víctima sí tiene las heridas abiertas. En el
caso de España la mayor parte de la gente fue condenada por auxilio a la
rebelión: Los que se rebelaron a través de un golpe de Estado condenan a
los otros por auxilio a la rebelión, es increíble.
Usted vivió cárcel y maltratos en Argentina …
Sí. Tuve suerte de que me arrestaran dos
semanas antes del golpe de Estado, estuve en una cárcel legal, no en un
centro clandestino de donde casi nadie salía, aquello sí que era
terrible. En Argentina la gente sabía que iba a ser objeto de una
represión feroz pero nunca nos imaginamos lo que iba a suceder con tanto
horror, nunca imaginamos semejante magnitud….
El pasado año fue testigo en el juicio contra sus carceleros..
Sí. Fue una reparación, han sido
juzgados. Nos golpeaban a menudo, recuerdo una vez que nos desnudaron,
nos pusieron en fila india y nos golpearon, eso se repetía, nos enviaban
al calabozo por nada, y a algunos les aplicaron la ley de fugas, los
sacaban de la prisión y aparecían muertos. Pero nada comparable a las
cárceles ilegales.
Su experiencia vital explica su dedicación profesional…
Bueno, a uno la vida le va marcando, si
yo no hubiera tenido las experiencias vitales que tuve posiblemente no
me habría dedicado a esto. También están las casualidades, participé en
el proceso contra Pinochet porque estaba en España, si me hubiera
exiliado a Francia, no habría podido. La vida de una persona, su memoria
[sonríe haciendo hincapié en la palabra memoria], influye mucho para lo
que hace.
Supongo que necesita una gran energía porque las frustraciones son muchas….
No siento que tenga una especial
energía. Mi motivación es muy grande porque me ha quedado esa idea de
que hay que combatir los crímenes masivos… Me siento muy identificado
con la causa de los derechos humanos. Pero como todo el mundo, tengo
muchos sinsabores en estas historias. Aún así, en la medida en que uno
siente que aporta, no necesita una especial cuota de energía.
¿Cómo valora que Videla muriera en la cárcel?
Su muerte me es absolutamente
indiferente, pero que haya muerto preso me parece un símbolo muy
importante. No hay precedentes de un dictador de este tipo que haya
muerto en la cárcel. La verdad es que Argentina es un ejemplo para este
tipo de asuntos, lo cual no significa que las leyes allá sean
maravillosas. Hay 376 condenados y más de mil procesados. Si se compara
con el número de responsables, siguen siendo muy pocos, pero comparado
con otros países es un enorme logro, un ejemplo.