MONÓLOGOS CON MI GATA FLORA
Un grito desesperado
Ecos de campana vieja, sofocados por la escarcha
y polvo de cristal molido, brotan de las gargantas rotas de millones
de explotados y explotadas, lanzando al mundo entre la niebla y la nada
todo el dolor que les oprime el pecho, lacerante, y descarnadas heridas.
Querida Flora, el grito que ahora nos llega a través de las ondas, sale
de entre cascotes de yeso, cemento y ruinas. Gritos lejanos y ahogados
por el tiempo y la lejanía, aunque demasiado estridentes para nuestras conciencias dormidas; gritos perseverantes y molestos para nuestros cerebros bien pensantes que pocas veces una reflexión permite llevarnos más allá del pensamiento único, de lo ya establecido, de lo aprendido e interiorizado a fuerza de tan repetido.
Un derrumbamiento en Bangladesh de un edificio de
diez plantas, repleto de talleres de confección, talleres que la
avaricia y el desenfrenado deseo de riqueza y poder han convertido en
antros de miseria, explotación y muerte. Más de 5000 personas han
resultado victimas el 80% eran mujeres y niñas, éstas últimas con apenas
11 y 12 años. Trabajan en condiciones ignominiosas,
propias de la esclavitud de la edad media. Trabajan hasta tres meses
seguidos sin día de descanso de por medio, durante 54h semanales, a
veces no les pagan ni las extras. Van descalzos y expuestos
permanentemente a los pinchazos de las agujas que con frecuencia caen al
suelo. Tienen por techo la uralita, y en las paredes, planchas metálicas sin más ventilación que la que entra por las ranuras de unas construcciones hechas casi siempre deprisa y de forma chapucera.
Tanto dolor, y tanto tormento, en este caso representado por unas cuantas empresas y algunos empresarios de grandes marcas de ropa, para que las clases pudientes del mundo, pueden lucir con total jactancia, y haciendo gala de toda clase de ostentación y estupidez, en una orgía de exhibicionismo, fastuosidad e impudicia.
¡Que pronto nos olvidaremos de estas catástrofes sucedidas lejos de
nuestras fronteras! Vivimos en un sistema de desigualdades,
de atropello y expolio, que pronto deglute y olvida sus víctimas por
que a éste no le gusta que se hable demasiado de sus tropelías ni de los
sacrificados que se deja por el camino, para de esta forma convertir en
tabú la NOCIÓN de VICTMA, una forma solapada y estulta de legitimar el ABISMO que hay entre las clases sociales y entre los sexos.
A propósito, querida Flora, desgraciadamente, hace dos semanas, el
terrorismo machista brazo armado de las ideologías conservadoras y
reaccionarias, mediante la política, la economía y la religión, que en
cualquier época y situación histórica, siempre hizo del cuerpo de la
mujer un campo de batalla, ha segado la vida de seis mujeres en nueve
días con lo cual el número de asesinatos en lo que va de año se acerca peligrosamente a los 30.
Por culpa de los recortes que este gobierno ha llevado a cabo en
materia de prevención y ayuda a las mujeres maltratadas, los casos de
violencia de género han aumentado de manera significativa.
Si bien en nuestro País, en las décadas de los 70 y 80, y gracias a
los movimientos feministas que promovieron la movilización, la
participación y la lucha de las mujeres, habíamos conquistado derechos
de mínimos, ahora sin embargo la realidad que estamos viviendo, nos está retrotrayendo a los primeros años del siglo pasado antes del advenimiento de la 2ª República y después con
el franquismo, debido a las políticas promovidas por este gobierno de
derechas y reaccionario, estimulando actitudes y valores retrógrados y
regresivos en el ámbito de la mujer, frecuentemente al dictado de la
Iglesia y su curia. Hemos de gritar, querida Flora, gritar alto y fuerte, que nuestro grito alcance, torres y almenas, palacios y congresos, fábricas y tajos que despierten las conciencias y lleguen a lo más alto.
Ulrike Meinhof |
Por todas las mujeres maltratadas, asesinadas, por las violadas, por las raptadas y esclavizadas sexualmente, por las víctimas de la prostitución y la trata de blancas, por las explotadas en cavernas de miseria y muerte, por las desaparecidas en ciudad Juárez, Guatemala, etc. etc.
Por las más de 400.000 violadas al año en República Democrática del
Congo, por las mujeres afganas cuyo gobierno acaba de declarar legal la
violación dentro del matrimonio,
por los millones de niñas vendidas por sus familias pobres para que
sirvan de solaz y diversión a los pederastas del mundo. A la memoria de
todas ellas, diremos también un basta ya, a los auténticos responsables de tanto crimen y latrocinio.
Basta de tanto banquero ladrón, de estafadores, de mercaderes de armas,
los señores de la guerra, de especuladores, de evasores hacia paraísos
fiscales, de los que especulan con la tierra y con los productos de
primera necesidad para los pueblos en vías de desarrollo, de los que especulan con materias y valores estratégicos, petróleo, gas, piedras preciosas, oro, etc. Auténticos sátrapas que expanden la guerra, la desolación y la muerte por los cuatro puntos cardinales de nuestro planeta. Terminaremos querida Flora con las frases que Darío Fo puso en la boca de Ulrike Meinhof, una mujer cuya muerte tiene que pesar como una losa de infamia en la historia más reciente de Europa.
“Dormid,
dormid, gentes bien cebadas y atónitas de mi Alemania, y también
vosotros de Europa, gentes sensatas, ¡dormid serenos como muertos! Mi
grito no puede despertaros… No se despiertan los habitantes de un
cementerio.”
Francisca Lorenzo Rodríguez.