divendres, 7 de juny del 2013

CRÓNICA SIRIA (XIV), DE MARIO CASARTELLI

Noticias relativamente gratas. Nos cuentan que la ciudad de Damasco está totalmente recuperada por el Ejército sirio, tras la derrota de los últimos focos de insurgentes. Y entonces, nosotros, que estuvimos allá, en medio de aquello, ahora podemos imaginar la renovada tranquilidad del aire, tras haber oído los continuos morteros que explosionaban todos los días, en un promedio de cuatro y cinco por hora, en las periferias de la ciudad.

Ahora el aeropuerto de Damasco, al que no pudimos llegar aquel 6 de mayo –y por eso recurrimos a la carretera de ingreso a Siria– ya está libre de la amenazas terroristas. Razón por la cual, ya también los aviones rusos e iraníes que llevan abastecimiento para el ejército sirio pueden aterrizar allí, luego de tres meses de asedio.
Nos llega un video enviado por Marinella Correggia, corresponsal italiana con quien mantuvimos dialogo en esa capital, en el cual la Premio Nobel de la Paz, Mairead Maguire, que fue invitada a visitar Siria por el movimiento Mussalaha de reconciliación nacional, hace un llamado contra la injerencia imperialista en ese país, pidiendo la retirada de los mercenarios entrenados, armados y pagados por la  autodenominada "Comunidad Internacional". 
También leemos que el bombardeo israelí del 5 de mayo contra un depósito de armas cerca de Damasco fue un tiro por la culata para los israelíes, porque fortaleció a los soldados sirios en vez de debilitarlos. Al mismo tiempo, se señala -por propios israelíes- que los cálculos sionistas de que la participación en los combates de Siria debilitaría a Hezbolá han resultado erróneos, porque Hezbolá ha reforzado su experiencia y ahora está capacitada para enfrentar a Israel desde otro frente, el del Golán sirio ocupado, lo que obligará a extender más el frente para el Ejército israelí.
Recuerdo haber estado en el Golán, en julio de 2008, en una instancia crucial: el mismo momento en que al otro lado de la frontera montañosa se intercambiaban decenas de cajones de muertos combatientes y prisioneros de guerra entre libaneses e israelíes. En esa zona siria, devastada por las bombas, me paré frente al púlpito destruido que alguna vez acogió al papa Juan Pablo II. 
Por último, en una información difundida por Al-Manar, también señalan que en Alepo -ciudad que se convirtió en un momento en resguardo principal de los mercenarios- quedan apenas últimos focos de resistencia armada ante el avance del Ejército sirio.
Entonces, deducimos que las millonarias sumas que invirtieron los aliados de Occidente en armamentos y logística para los insurgentes no les sirvió de mucho. Salvo para que corra sangre inocente y destruir gran parte edilicia del patrimonio de la humanidad que se concentra en ese país.
En fin, esperanzadoras noticias de que Siria se recuperará y seguirá siendo (ojalá) la Siria pujante y pacífica que hace años conocimos. El gobierno de Al Assad anuncia que su mandato se cumple el próximo año, y que entonces se llamará a elecciones.
No quisiéramos incurrir en desmesurado optimismo, cuando sabemos quiénes son los invasores y en qué consisten sus afanes. Pero seguimos convencidos de que un mundo mejor es posible. Y con estos informes constamos, una vez más, que la lucha de gente como Mairead Maguire, que aboga por el derecho de los pueblos a decidir su futuro y exige restitución a Siria de la representación que le ha sido usurpada ante organismos supranacionales e instituciones internacionales, no es en vano.
 
Mario Casartelli (Asunción–Paraguay. Junio de 2013)