Los obispos y sus conspiranoias
En fin, una conspiranoia que sólo puede creer quien busque la complacencia en su insensatez y lleve su paranoia hasta las últimas consecuencias.
Autor: Rafael García Almazán.
Llegaron ya. Ya están de nuevo aquí. Hacía apenas días que no se
hablaba de ellos. Pero ellos son así. Amigos del Apocalipsis, reyes del
fin de mundo, mete-miedos irracionales, casposos del desastre.
Sí, hablo de los obispos españoles. De la mayoría de ellos. Y es que
hay muy pocos que se libran. Yo no conozco ninguno. Para muestra basta
lo último de los susodichos.
Antes fue Rouco con su proyecto nacional-católico
con tres patas (aborto, matrimonio homosexual, religión en la escuela).
Hoy le siguen sus secuaces que, aunque parezca mentira, no son menos
cavernarios ni dogmáticos que su jefe.
Ahora les da por inventar conspiranoias. Son así. Todos contra ellos.
El mundo contra la Iglesia. Con el complejo de los primeros cristianos
en la antigua Roma, piensan que el mundo va contra sus teorías, contra
ellos y les persigue. Y si no, ¿cómo se puede pensar que el aborto es un arma de la izquierda para acabar
con los pobres? Absolutamente irracional. En primer lugar, porque quien
pueda defender esto es simplemente un enfermo, incapaz de ver la
realidad.
Pero eso que dijo el obispo Munilla es de aficionados comparado con lo que mantiene el obispo Reig Plà.
Este individuo --conocido por sus declaraciones temerarias,
totalitarias e irracionales— ha batido el récord con su última
intervención. Imposible de compartir salvo por extremistas dementes. Y
es que ha dicho que en el mundo hay un complot internacional para hacer
disminuir la población mundial, de ahí que se defienda el aborto. Y en
este complot intervienen según este personaje, la ONU, la UNESCO, el
Banco Mundial, el Parlamento Europeo, los sindicatos, los partidos
políticos, las ONG y el sursuncorda.
Como pueden apreciar un complot de todos contra la Iglesia. Justo esa
Iglesia que todavía, en España, recibe la apreciable cantidad de unos
11.000 millones de euros del Estado, o sea de los ciudadanos, aunque
este Estado se defina en la Constitución como aconfesional. Ya lo ven,
todos contra la Iglesia, ahora, eso sí, pagándole sus gastos.
Parece mentira que un tipo que debería tener una cierta formación como
es un obispo, llegue a estar tan ofuscado por sus creencias que piense
que algo así se pueda producir recordemos que entre otras joyas, el buen
señor es también el autor de una guía para curar la homosexualidad--. Y
es que son verdaderos hooligans de la sinrazón, forofos de la
estulticia, trogloditas irracionales y amantes del poder terrenal, por
mucho que intenten disimularlo.
En fin, una conspiranoia que sólo puede creer quien busque la
complacencia en su insensatez y lleve su paranoia hasta las últimas
consecuencias.
Rouco caricatura