La guerra de Corea: historias no recordadas.
De acuerdo a la visión del
mundo de la administración estadounidense, que se ha convertido en la visión occidental, la Corea comunista (la zona norte de
Corea) atacó a la Corea que supuestamente buscaba la libertad (la zona sur), y lo hizo con la
ayuda de la Unión Soviética; entonces se intervino ante este atropello a la
libertad y ante las matanzas de civiles inocentes por “el comunismo”. Ya en
1950 en un film, El crimen de Corea, realizado por el ejército norteamericano, se
culpaba de unas matanzas a civiles a los comunistas y aparecía la voz en off de Humphrey Bogart diciendo: “Algún día los comunistas pagarán
por esto”, e indicando que sabrán los muertos que se han producido y actuarán
por ello contra los criminales de guerra. El problema con estas acusaciones
viene de que las muertes de esos coreanos fueron debidas a la policía del
régimen de Corea del sur controlado por EE.UU., no a los “comunistas”; y así
tuvo lugar una matanza en la ciudad de
Tae Jun, donde unos 7.000 prisioneros políticos coreanos fueron
ejecutados por la policía del sur de Corea ante el propio ejército
norteamericano y la CIA, que colaboraban con ellos. Por lo tanto
Bogart habría tenido que buscar a otras personas como criminales de guerra,
muchos de ellos altos mandos de su propio país.
Antes de la guerra de Corea,
de 1945-50, fueron asesinados unos 100.000 coreanos del sur por el régimen
colonial instalado por EE.UU. y en los meses previos se calcula que hubo
200.000 muertos más.
El comienzo de la guerra se atribuye
al ataque de Corea del Norte en 1950, pero en realidad la guerra como tal ya
había comenzado meses antes. Entre mayo y diciembre de 1949 ya había habido
choques militares al traspasarse el paralelo 38, con bajas de cientos de
muertos, algo más de la mitad de los incidentes habían sido iniciados por Corea
del Sur.
La situación de Corea no era
muy diferente a la de Vietnam, donde el colonialismo de las potencias
extranjeras trataba de evitar la unión e independencia del país. En el caso de
Corea esto condujo a una guerra descarnada donde los EE.UU. escribirían uno
de sus capítulos más sangrientos y
monstruosos en su historia. De un país de unos 23 millones de habitantes tres
millones fueron asesinados, con una proporción de seis a uno en relación a su pertenencia al norte o al sur. La
desinformación que hubo entonces sobre Corea condujo a que se agravara
enormemente la situación, el corresponsal militar del New York Times, Hanson Baldwin, describía a los norcoreanos como
alimañas que venían chillando. Este carácter racista no era nuevo
en la prensa y el ejército estadounidense, ya se vio en las invasiones de
Filipinas y de Haití, y sucedería pronto en Vietnam.
Las violaciones de mujeres
coreanas, tanto en el sur como en el norte, por parte de los soldados
estadounidenses se sucedieron con frecuencia. El bombardeo de ciudades y
poblaciones del norte fue llevado a cabo de forma devastadora por el ejército
de EE.UU., hasta tal punto que superó los ya bárbaros y criminales ataques
hechos en Japón y Europa por la aviación
norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial. Así ciudades como Shin
Eui Ju fueron destruidas en un 95 %, Pyongyan en un 85 % o Hamhung en un 80 %.
El napalm fue usado en estos
bombardeos con el fin de provocar el mayor daño y efecto posible. Uno de los
mayores fabricantes de Napalm fue la compañía Dow Chemical Company (patrocinador ahora de los Juegos Olímpicos de Londrés 2012); que también fabricó el agente naranja con el
que arrasaría los bosques, agua y tierra de Vietnam, además de contaminarlos
con dioxinas. La fuerza aérea estadounidense destruyó Corea con esta
“maravillosa arma” (el napalm).
Hacia 1968 Dow Chemical Company,
uno de los mayores fabricantes de napalm, no podía entrar a gran parte de los
campus universitarios para reclutar
empleados debido al uso de napalm en Vietnam, pero océanos de este fueron
lanzados en Corea silenciosamente o sin noticias en América, con efectos mucho
más devastadores, puesto que la DPRK [Corea del Norte] tenía muchas más
ciudades pobladas e instalaciones industriales urbanas que las que tenía
Vietnam.11
Los efectos del napalm en los civiles eran
terribles, apareciendo cubiertos por una costra oscura, que en caso de no morir
dejaba el cuerpo lleno de llagas y salpicado de bolsas de pus amarillo. Los
mismos soldados norteamericanos sufrieron a veces el llamado “fuego amigo”,
como el caso de la unidad de James Ransome cuyos hombres:
Rodaron en agonía por la nieve, suplicándole
que les disparase, mientras su piel se quemaba y se pelaba, “como las patatas fritas”.11
Tal vez viendo el sufrimiento
en carne propia se entienda mejor el sufrimiento ajeno.
El general Ridgway entusiasta
de lanzar napalm con los B 59, pero que no
estaba en el frente de la batalla sino bien protegido y a buen
resguardo, indicaba que había que “aniquilar toda la vida” allí donde hubiese
un objetivo. Otra táctica militar fue el
destruir las presas para acabar con los cultivos e inundar los pueblos y
ciudades adyacentes con el fin de extender el hambre y la muerte. Esto también
se realizó en la “Guerra buena”, la Segunda Guerra Mundial, en la propia Europa.
En Corea en realidad se
terminó cometiendo un genocidio y el haber mostrado a los coreanos como
subhumanos o salvajes volvió a constituir una justificación bárbara y criminal, como ya
lo hicieron los nazis en su día o los propios norteamericanos en las islas del
Caribe, en las del Pacífico o en México. Otra vez se volvían a cometer enormes
crímenes contra la humanidad y otra vez no hubo ni intención ni decisión para
juzgar tales crímenes. De hecho tales atrocidades no fueron ni siquiera
conocidas en occidente, no se conocen apenas hoy a comienzos del siglo XXI, y
así difícilmente puede haber paz, reconciliación y entendimiento entre los
pueblos y países.
Estados Unidos perseguía
someter al Sudeste de Asia para servirle económicamente, como el norte no
siguió estos preceptos fue masacrado y destrozado. En cambio el régimen de
Corea del Sur recibía elogios, como indicaba el periodista coreano Kym Sam-Kyu:
La política económica de la
administración de Park aparentemente
suscita la admiración no porque su construcción económica se esté llevando a
cabo de una forma firme y razonable, sino porque Corea del Sur está siguiendo
una política económica de “puertas abiertas” y ofrece abundante mano de obra
barata.13
Las puertas abiertas
significaba no poner ninguna restricción a las políticas económicas de las
grandes compañías estadounidenses en suelo coreano. Lo que el mundo de los
negocios buscaba era poder controlar a su antojo los recursos de Corea,
incluidas sus gentes. No resulta un perfil muy prometedor ni deseado para
ningún país que quiera ser libre y
desarrollarse, y no es por tanto extraño que sea rechazado.
Por este motivo se
recurre a la guerra, para imponer por la fuerza lo que por voluntad propia se
rechazaría. La violencia le da resultados al mundo de los negocios
norteamericano, aunque sea algo antagónico
con la democracia, la libertad y los derechos humanos.
El camino que seguiría
EE.UU. con otros países asiáticos como: Vietnam, Camboya, Laos…, tendría el
mismo objetivo, el sometimiento económico a la potencia extranjera:
Aunque muchos expertos americanos e ideólogos rechazan
admitirlo, la guerra de Vietnam es simplemente un episodio catastrófico, un
desolador y costoso fallo en este esfuerzo a largo plazo para reducir el este
de Asia y mucho del resto del mundo en parte del sistema económico dominado por
América [EE.UU].14
De: Mikel Itulain.
Fuentes:
9.U.S. Army Signals Corps. The
Crime of Korea. Film.1950.
1o. Sherwood
Ross. The Korean War: The “Unknown War”. Geopolitical Monitor, 17.3.2011.
11. Bruce Cumings. The Korean War. Modern
Library. 2010.
12E.F.
Bullene. Wonder Weapon: Napalm. Army Combat
Forces Journal. November, 1952.
13. Noam Chomsky. At War with Asia, p. 2.
14. Ibid. p.
4.