In memoriam, Puig Antich
Salvador Puig Antich
fue ejecutado con el método del garrote vil en la cárcel Model de
Barcelona hace 38 años, el 2 de marzo de 1974, a las 9.40. El
activista, un barcelonés de veinte y cinco años, había sido condenado a
muerte por un consejo de guerra franquista por haber participado en un
atraco en el que había muerto el subinspector de 23 años Francisco
Anguas Barragán.
Puig Antich pertenecía al Movimiento Ibérico de
Liberación (MIL), un grupo anarquista ligado al movimiento obrero y
después del atraco a una oficina de La Caixa en Bellver de Cerdanya,
comenzó una fuerte ofensiva policial contra sus militantes.
Algunos de los compañeros fueron detenidos y uno de ellos, Santi Soler, fue utilizado de trampa por la policía para detener Puig Antich y Xavier Garriga el 25 de septiembre de 1973 en la esquina entre las calles Girona y Consell de Cent de Barcelona. Los dos activistas fueron detenidos en el bar Funicular y acto seguido los policías entraron con los detenidos en el portal del número 70 de la calle Girona, donde tuvo lugar un tiroteo a consecuencia del cual Puig Antich quedó malherido y Anguas Barragán resultó muerto.
Como consecuencia fue condenado a
muerte por un consejo de guerra franquista. Al conocerse la condena, se
inició una campaña internacional para evitar su ejecución, pero el
régimen franquista, ya en las postrimerías y fuerza debilidad, quiso
hacer una demostración pública de fuerza meses después de que ETA matara
Carrero Blanco -en diciembre de 1973-. El mismo día y por el mismo
método fue ejecutado en Tarragona Georg
Michael Welzel en lo que se consideró un intento de
las autoridades franquistas de distraer la atención respecto a la
ejecución del activista.
La familia del activista intentó que se
revisara el caso en el año 1994, pero esta petición fue denegada por
parte del Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y el de
Estrasburgo. Posteriormente, en el año 2006 tuvo lugar una nueva
iniciativa de los familiares y de diversos colectivos para la revisión
de juicio, alegando que las pruebas inculpatorias habían sido
manipuladas.
En julio de 2007 el Tribunal Supremo rechazó definitivamente la revisión del caso al considerar que las pruebas no aportaban nada nuevo y acordó, por ejemplo, la inadmisión del informe de la autopsia del subinspector Francisco Anguas, por cuya muerte fue ejecutado el anarquista catalán, al considerarla una prueba "inútil e innecesaria".
En julio de 2007 el Tribunal Supremo rechazó definitivamente la revisión del caso al considerar que las pruebas no aportaban nada nuevo y acordó, por ejemplo, la inadmisión del informe de la autopsia del subinspector Francisco Anguas, por cuya muerte fue ejecutado el anarquista catalán, al considerarla una prueba "inútil e innecesaria".