La participación de China
- Organización de Cooperación de Shangai, conformada por Rusia, China, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.
- La cooperación Chino-rusa en el campo energético es el motor de la asociación estratégica entre los dos gigantes. Según los expertos, constituye incluso la «base» de su reiterado doble veto a favor de Siria.
Esta operación China está llamada a vincularse
directamente con la distribución del gas a través de la adquisición de
activos y de instalaciones, además de un proyecto de control conjunto de
las redes de distribución. Paralelamente, Moscú da muestras de su
flexibilidad en cuanto a los precios del gas, a condición de que se le
conceda acceso al muy provechoso mercado interno chino. Se ha acordado,
por lo tanto, que los expertos rusos y chinos trabajen juntos en los
siguientes campos: «La coordinación de estrategias energéticas, la
previsión y la prospección, el desarrollo de los mercados, la eficacia
energética y las fuentes alternativas de energía».
Otros intereses estratégicos comunes están vinculados a los riesgos
que representa el proyecto estadounidense de «escudo antimisiles».
Washington no sólo ha implicado a Japón y Corea del Sur sino que, a
principios de septiembre de 2011, también invitó a la India a sumarse al
proyecto. Esto trae como consecuencia que las preocupaciones de los dos
países se cruzan en momentos en que Washington trata de reactivar su
estrategia en Asia central, o sea en la Ruta de la Seda. Y esa
estrategia es la misma que George Bush había emprendido (el proyecto
Gran Asia Central) con vistas a contrarrestar –con la colaboración de
Turquía– la influencia de Rusia y China, resolver la situación en
Afganistán de aquí al año 2014 e imponer la fuerza militar de la OTAN en
toda la región. Uzbekistán ya ha dado a entender que podría acoger a la
OTAN, y Vladimir Putin ha estimado que lo que pudiera hacer fracasar la
intrusión occidental e impedir que Estados Unidos perjudique a Rusia
sería la expansión del espacio Rusia-Kazajstán-Bielorrusia, en
cooperación con Pekín.
Este panorama de los mecanismos de la actual lucha internacional da
una idea del proceso de formación del nuevo orden internacional, basado
en la lucha por la supremacía militar y cuyo elemento central es la
energía, con el gas en primer lugar.
El gas de Siria
- La «revolución siria» es una pantalla mediática que esconde la intervención militar occidental para la conquista del gas.
Cuando Israel emprendió la extracción de petróleo y gas, a partir de
2009, estaba claro que la cuenca del Mediterráneo se había sumado al
juego y que había dos posibilidades: o bien Siria iba a ser objeto de un
ataque o toda la región lograría vivir en paz, ya que se supone que el
siglo XXI sea el siglo de la energía limpia.
Según el Washington Institute for Near East Policy (WINEP, el think-tank del AIPAC),
la cuenca del Mediterráneo encierra las mayores reservas de gas y es
precisamente en Siria donde se hallan las más importantes. Ese mismo
instituto ha emitido también la hipótesis de que la batalla entre
Turquía y Chipre se intensificará porque Turquía no puede aceptar la
pérdida del proyecto Nabucco (a pesar del contrato firmado con Moscú en diciembre de 2011 para el transporte de gran parte del gas de South Stream a través de Turquía).
La revelación del secreto del gas sirio da una idea de la enorme
importancia de lo que está en juego. Quien tenga el control de Siria
podrá controlar el Medio Oriente. Y a partir de Siria, puerta de Asia,
tendrá en sus manos «la llave la Casa Rusia», como decía la emperatriz
rusa Catalina la Grande, y también la de China, a través de la Ruta de
la Seda, lo que le permitirá dominar el mundo ya que este siglo es el
Siglo del Gas.
Es por esa razón que los firmantes del acuerdo de Damasco, que
permite que el gas iraní pase a través de Irak y llegue al Mediterráneo,
creando un nuevo espacio geopolítico y cortando la línea vital de Nabucco, declararon en su momento que «Siria es la llave de la nueva era».