Ana Basanta, periodista
catalana, decidió coger su maleta y viajar a una realidad compleja, el
Líbano, para conocer de primera mano las vivencias de los
refugiados palestinos mediante una brigada organizada por la
Asociación Catalana per la Pau (ACP). Tras su viaje escribió el libro “Líbano desconocido”, una
obra llena de relatos que mezcla crónicas personales con pasajes referentes a un ensayo político.
Ana, has viajado a muchos
lugares del mundo, en contextos duros como en zonas rurales y bélicas
de Colombia, pero de tus aventuras has publicado un
libro sobre las impresiones que percibiste en el Líbano. ¿Por
qué este viaje te motivó a escribir estas crónicas? ¿Alguna motivación
especial?
“Líbano desconocido” es el
segundo libro que escribo, sin contar relatos cortos en algunas
antologías. El primero fue “Halcón de los Andes”, en 2010, que
trataba sobre varios proyectos de cooperación y temas sociales
que conocí en Perú, Ecuador y Colombia. Este verano tuve la oportunidad
de conocer de primera mano la situación de los
campamentos de refugiados palestinos en el Líbano, una mezcla de
dureza y supervivencia. También tuve el privilegio de entrevistar a
algunas activistas que, con su firmeza e inteligencia,
están consiguiendo avances en la situación de la mujer en el
Líbano, y es que aunque tienen más libertad que en otros países del
entorno, no tienen igualdad. Por ejemplo, no hay ministras en
el actual gobierno y no pueden traspasar la nacionalidad a sus
hijos.
¿Qué principales críticas has recibido de tu obra? ¿Alguna autocrítica?
He recibido críticas sobre todo
positivas, entre ellas que está escrita de manera natural y fluida, y
que consigue transmitir una parte poco conocida del
Líbano. En general, el tema de la mujer interesa bastante, pero
si pudiera reescribir “Líbano desconocido”, hay días que no dejaría una
hoja intacta… A veces pienso que no soy lo suficiente
precisa, o que podía haber explicado esto o aquello de manera
más efectiva… La revisión es un no parar, pero una vez publicada la
obra, poco se puede hacer; de lo contrario, no podría avanzar
en otros proyectos.
Aunque en tu obra
representas muchas de las duras formas de vivir de la población
Palestina refugiada en el Líbano. ¿Qué es lo que más te impactó y
resaltarías a personas que no se han leído tu libro?
A nivel personal, a veces son los
detalles lo que más significativo te parece. Puedes olvidar una fecha o
un lugar, pero no que te hagan sentir como si
estuvieras en casa. Son muy atentos. Por eso duele cuando
caminas entre edificios tan altos y tan juntos que, en campamentos como
Shatila, no llega la luz del sol a las casas. En Bourj el
Barajneh hay tantos cables de electricidad y del agua en medio
de la calle que da angustia, forman como un falso techo y lo peor es que
ha muerto gente electrocutada. Ambos están junto a
Beirut, pero no tienen nada que ver con la capital.
Hablas también sobre la
coexistencia en el Líbano de una población y gobierno con varias
religiones (especialmente en la página 94). Con tu experiencia,
¿es verdad que hay un choque de civilizaciones y religiones como
dicen teóricos neoliberales como Samuel Huntington o es posible esa
coexistencia plurireligiosa?
El Líbano es un caso excepcional.
Hay 18 confesiones religiosas representadas proporcionalmente en el
Parlamento, que es como una especie de pluralismo
religioso llevado al extremo. Tiene sus complicaciones y sus
errores, porque no conozco ningún sistema perfecto, pero sí es cierto
que, por el momento y con sus tensiones, está funcionando un
gobierno formado por cristianos, musulmanes y una minoría drusa.
Creo que están condenados a entenderse. Lo que tienen es mejor que los
16 años de guerra civil, de1975 a1991, pero hay que
mejorarlo, sobre todo en cuestiones de género.
Sobre aspectos de
relaciones género, algo muy descrito en tu libro, ¿qué principales
avances de equidad te argumentó la población civil que
entrevistaste? ¿Y que es lo que se debería mejorar sobre
desigualdades existentes?
Hay varios ejemplos. Hay cuatro
diputadas de 128 escaños y, en las elecciones municipales de 2009, ellas
consiguieron el 5,6% de los votos. A nivel laboral, el
permiso de maternidad ha pasado de trece días a siete semanas,
pero consideran que es insuficiente. Lo más escandaloso, y que por
suerte ya no existe porque se suprimió el pasado mes de
agosto, es el llamado crimen de honor, que, según establecía el
artículo 562 del código penal, reducía la condena al hombre si, por
ejemplo, había matado a la mujer para proteger el honor de
la familia. Las desigualdades más fuertes son las que ampara la
ley y aquí el tema se complica porque, de los 18 grupos religiosos que
regulan las normas de hombres y mujeres, que quedan
relegadas a un segundo lugar. No hay un estatuto civil libanés,
que es lo que reclama el movimiento contra la discriminación de la
mujer. Es un polvorín de normas para ellas y para ellos,
según la confesión a la que pertenezcas.
¿Qué percepción tienen
los hijos e hijas de los refugiados palestinos sobre su tierra de origen
familiar? ¿La tiene en olvido o familiarmente se
transmite su origen? ¿Piensan que algún día podrán regresar a su
tierra de origen?
Niños, niñas, madres, padres,
abuelos, abuelas, todos quieren volver a Palestina. Al menos no encontré
a nadie que dijera lo contrario. La mayoría nunca ha
estado, pero la reconoce como su tierra, el lugar del que les
echaron, o a ellos o a sus familias. Los campamentos de refugiados
nacieron como consecuencia de la proclamación del Estado de
Israel en 1948, y en algunos casos ya van por la cuarta
generación. Rashidieh, el campo de refugiados situado más al sur del
Líbano, está tan sólo a17 kilómetrosde la frontera con Israel, y
los niños saben perfectamente dónde quieren ir cuando señalan
con el dedo y dicen: “Mire, ahí está Palestina”. Vimos dibujos
infantiles en las aulas en los que pintaban su casa en Palestina;
en realidad se lo habrían explicado o lo habrían imaginado,
porque no habían estado nunca. También había dibujos de tanques, y algo
curioso y preocupante, flores con sonrisa invertida y por
debajo del suelo. No olvidan. Tienen derecho al retorno.
En los aspectos del
sistema educativo, ¿existen brechas entre los servicios que reciben los
palestinos refugiados en los campamentos y la mayoría de la
población del Líbano?
Los palestinos pueden estudiar en
el Líbano, pero no pueden ejercer profesiones, digamos, cualificadas.
Por ejemplo, pueden trabajar como carpintero, albañil o
mecánico, pero no pueden trabajar como médico, ingeniero o
profesor. En realidad, pueden hacerlo dentro de los campos de
refugiados, pero no en el resto del país. Por eso, muchos palestinos
estudian formación profesional, porque les parece más práctico
para ganarse la vida.
¿Qué
visión tiene la población civil del Líbano y los refugiados palestinos
sobre Europa, Estados Unidos y sus injerencias junto
a Israel, la crisis económica de Occidente, o conflictos
territoriales y culturales que existen casos como el estado español? ¿O
es una población muy desinformada?
Es una población informada y con
acceso a Internet. Percibí más ganas de saber que ideas preconcebidas.
Tengo la sensación de que el ciudadano de a pie del
Líbano no habla a menudo del tema palestino, mientras que los
refugiados son cautos a la hora de emitir según qué opiniones políticas.
No saben quién está escuchando y en los campamentos hay
varias facciones, como Hamas, Fatah, Hezbolá, Amal… Las personas
con las que tuve más confianza sí eran críticas con el papel de Europa y
con Estados Unidos, y con toda la burocracia
necesaria para que un refugiado palestino pueda viajar a
Occidente.
Junto a tu visita te
acompañaron 3 personas más en la brigada de la ACP, sino me equivocó
tres mujeres de formación periodística con las que elaborabas
también un documental.
Fuimos dos sociólogas y dos periodistas.
Gracias por la
corrección. ¿Entonces vais a presentar algún documental o que vais a
hacer con todo esa información recogida? ¿Algunos eventos de
sensibilización en Cataluña?
Estamos trabajando en un
documental sobre los campamentos de refugiados palestinos en el Líbano,
en concreto, sobre el programa de salud reproductiva, que por
cierto este año tiene más dificultades de financiación porque
acabó la ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional para
el Desarrollo (AECID). Cuando esté acabado el documental
se difundirá a través de la web de la ACP y se presentará en
diferentes centros o entidades. No hay una agenda cerrada, pero el
objetivo es que se haga difusión para conocer estas realidades
a menudo ignoradas.
Esperamos conocer pronto ese documental para que junto a tu libro el Líbano no nos sea desconocido.