divendres, 6 d’abril del 2012

DIMITRI CHRISTOULAS ASESINADO POR EL CAPITAL Y EL FASCISMO

 
Serán los pueblos quienes tendrán que hacer que sus voces y sus demandas sean por fin escuchadas, antes que la crisis estructural del sistema capitalista, la avaricia sin fronteras de grupos minoritarios de poder se lleven por delante el futuro de la Humanidad.
 >>  Dimitri Christoulas llegó en Metro a la céntrica Plaza Syntagma, el céntrico espacio ateniense frente al Parlamento.  En ese lugar donde el pueblo griego expresa desde hace meses su rechazo a las políticas económicas y sociales del gobierno y a la presíón de los mercados y especuladores financieros, este hombre de 77 años, farmacéutico jubilado, gritó su protesta y luego se disparó un tiro en la cabeza. Esa es la breve descripción de los testigos. A los pocos minutos, los sanitarios recogían su cuerpo sin vida y decenas de personas consternadas comentaban el suceso. La mayoría de los medios de comunicación griegos ocultó o minimizó la noticia, para evitar la previsible conmoción pública.Pero el relato de una trabajadora municipal de la limpieza, fue la punta del hilo. Ella contó que Dimitri, antes de disparar expresó en voz alta:  "no puedo más, no quiero dejar mis deudas a mis hijos". Más tarde, la edición digital del diario "To Vima" y también "Athens News" comenzaron a reproducir el texto de la nota que dejó Dimitri explicando los motivos de su decisión final.
    
   "Una forma digna de morir"
 "El gobierno de Tsolakoglou ha eliminado cualquier esperanza de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del estado durante 35 años", escribió Dimitri en su nota póstuma." Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma ( aunque si un compatriota griego cogiera un arma yo le apoyaría ) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir".
 "Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún dia las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la Plaza Syntgma, como los italianos hicieron con Mussolini en 1945", concluye la carta que Dimitri llevaba en un bolsillo de su abrigo.

  La referencia a "Tsolakoglu" es una clara acusación de traición al gobierno actual de Lucas Papademos, ya que Gerogios Tsolakoglu fue el primer ministro del gobierno  colaboracionista con los nazis cuando las tropas alemanas ocuparon Grecia en 1941.
  
     Renace la indignación popular
   La difusión del suicidio de Dimitri por mensajes telefónicos y por Internet, provocó que miles de griegos se manifestaran espontáneamente en Atenas, Salónica y otras ciudades, denunciando una vez más las políticas de recortes de salarios, derechos y ayudas sociales. Las fuerzas de seguridad volvieron a reprimir con gases y bastonazos como lo viene haciendo desde hace meses.
   Junto al árbol donde se suicidó Dimitri, decenas de ciudadanos fueron colocando pequeños carteles con diversos textos de condena y flores. Con rostros de tristeza y crispación, personas de toda condición y edad fueron acercándose al lugar dejando su pequeña ofrenda.  "Fue un asesinato, no un suicidio",  "Los recortes matan", "Digamos Basta Ya",  o  "¿quién nos defiende del gobierno de Goldman Sachs? " se leía en algunos de los carteles.
   El pueblo griego siente la humillación del trato que reciben desde Bruselas por parte de los directivos europeos ( léase Merkel, Sarkozy, Draghi y otros representantes de los poderes financieros: mercados, banqueros e inversores.)  Y comprueban cada día que las durísimas medidas económicas y los recortes sociales van apagando sus posibilidades de subsistencia digna.  El país se "achica", se pierden trabajos, disminuyen ventas, no hay crédito, se caen los sistemas sanitario y educativo. Desde el 2010 los jubilados han sufrido el recorte del 15% en sus pensiones. Muchos han tenido que refugiarse en la casa de sus hijos, pero otros han tenido que recurrir a la mendicidad o a buscar alimento en los contenedores de basuras.
  
    Papademos, el "Tsolakoglu" contemporáneo.
   El actual primer ministro Lucas Papademos, fue designado "a dedo" hace unos meses por los directivos europeos, sin pasar por las urnas, y con la colaboración de gran parte de los parlamentarios griegos. De allí el generalizado rechazo de los ciudadanos a sus políticos, a quienes consideran parte de un sistema que les está llevando a la ruina, enajenando la soberanía nacional y poniendo en riesgo la propia existencia de la nación griega.
  
 Es definido como un "tecnócrata", con lo cual se pretende mostrarlo como un técnico, presuntamente apolítico o independiente. Pero en realidad, Papademos ha sido un ejecutivo del gigante financiero Goldman Sachs, uno de los principales fondos de inversiones del mundo, estrechamente vinculado con la crisis financiera que estalló en Estados Unidos en el 2008. También formó parte del grupo de presión neoliberal conocido como Comisión Trilateral y el llamado "Club Bildelberg". Recordemos que también fueron ejecutivos de Goldman Sachs otros dos tecnócratas que en estos momentos ocupan puestos claves en el viejo continente:  Mario Monti, primer ministro italiano y Mario Draghi, actual director del Banco Central Europeo. Por eso Dimitri Christoulas, el suicida de Atenas, no lo menciona por su nombre, sino como Tsolakoglu, el general griego que colaboró con los nazis y que al terminar la guerra fue condenado como traidor a su pueblo.
  
 Mientras Pantelis Kapsis, portavoz del gobierno reconocía que el suicidio de Dimitri era consecuencia de hallarse en una "tragedia humana", Costas Lourantos, presidente del sindicato de farmacéuticos recordó que hace un tiempo se había reunido con el jubilado y que le llamó la atención su dignidad.  "Cuando gente digna como él llega a esta situación, alguien tiene que responder por ello", añadió.  Lourantos considera que "hay un instigador moral de este crimen: el gobierno, que ha llevado a la gente a esta situación de desesperación."  
  
 Muchos griegos seguramente piensan como él.  Muchos europeos están sintiendo el angustioso retumbo del disparo de Dimitri.
   Si los personeros del poder económico y financiero que gobiernan países europeos no lo escuchan, vendrán tiempos aún más difíciles.
   Serán los pueblos quienes tendrán que hacer que sus voces y sus demandas sean por fin escuchadas, antes que la crisis estructural del sistema capitalista, la avaricia sin fronteras de grupos minoritarios de poder se lleven por delante el futuro de la Humanidad.