La yankilandia se agrieta y muestra sus devilidades.
35 de los 50 Estados que
conforman a Estados Unidos no son partes del país, sino del Imperio,
pues fueron adquiridos por la guerra, el fraude, la mentira,
la violación de las leyes y los tratados y hasta de su propia
Constitución. Por no dejar de robar, el Imperio trata de robarse el
nombre América.
.
1-. ¿AMERICANO?
Es una insolencia inaceptable que se le llame América sólo a Estados Unidos y americanos sólo a los ciudadanos de este país,
no ya porque América es el nombre de todo un continente, sino porque Estados Unidos y Canadá fueron los últimos países en ser llamados América, casi dos siglos después que la
costa atlántica de la América meridional comenzara a llamarse así, en honor a Amérigho Vespucci, o Américo Vespucio.
Vespucio fue, además de navegante, un intelectual que nació y se educó en Florencia,
la ciudad más culta del mundo. En sus viajes de
exploración a este continente mantuvo sus contactos por carta
con varios escritores y artistas de su ciudad, quienes a su vez se
relacionaban con el geógrafo y cartógrafo alemán
Martin Waldseemuller, establecido en Lorraine,
Francia. Por las descripciones que le hacía Vespucio en sus cartas a sus
amigos y colegas de Florencia y que éstos se las
hacían llegar a Waldseemuler, éste compartió las ideas
de Américo de que se trataba de un Nuevo Mundo, no del extremo
occidental de Asia como había creído Colón. Debido a esto,
Martin le puso el nombre Amerigho a los mapas que hizo del
continente en 1507 y, a partir de entonces se le llamó Amerigho –Américo
o América en castellano y en otros idiomas-- a las tierras
que se hallaban a orillas del Atlántico y que hoy pertenecen a
Brasil, Uruguay y Argentina. Sólo esas tierras fueron llamadas, en su
origen, América. Eventualmente el nombre se fue
expandiendo por el resto del continente, y llegó a los dos
países más septentrionales hacia fines del Siglo XVII, unos 180 años
después.
¿Qué dirían los europeos si
Francia, por ejemplo, se apropiara del nombre de todo un continente y se
llamara a sí misma Europa y sólo a sus ciudadanos les
llamase europeos? Eso no se atrevió hacerlo ni Napoleón cuando
era el amo de toda Europa, de Portugal a Rusia.
2-. EL SAQUEO
Este país no sugió como una nación libre y menos aun democrática,
sino como una república imperial, pues ya dominaba partes de los
territorios
de la Nueva Francia que Inglaterra le había quitado a Francia en
la Guerra de los Siete Años, conocida aquí como French and Indian War.
Se trata de las tierras que se extienden desde la
orilla oriental del Mississippi a las Montañas Appalachias,
“cedidas” por Francia a Inglaterra en 1763, al fin de la guerra en la
que tuvo un papel importante, como coronel de las milicias de
Virginia, el que después sería fundador de este país, George
Washington. Fue, precisamente, el asesinato del diplomático francés
Joseph Coulon de Jumonville, perpetrado por un cacique
de la poblacion nativa que combatía a las órdenes de Washington,
lo que provocó el inicio de la guerra en Norteamérica entre Francia e
Inglaterra, en 1754, que dos años después se extendería
a Europa por el conflicto entre Prusia y Austria por la posesión
de Silesia, al que conocemos como Guerra de los Siete Años la que, en
rigor, debió haber sido llamada Primera Guerra
Mundial, pues se peleó en cuatro continentes, no sólo en tres
como la guerra europea de 1914-1918.
Las trece colonias originales
–que, en rigor, son 15, porque incluían a Maine, que era entonces
territorio de Massachusetts, y Vermont, que era una república
independiente que luchaba en contra de Inglaterra al lado de las
trece colonias--, tenían alrededor de 1.375,000 kilómetros cuadrados, y los territorios imperiales de la
antigua Nueva Francia tenían 1.170,000 kilómetros cuadrados,
o sea que casi la mitad del territorio que conformaba este país en el
momento de la independencia, en 1783, eran
posesiones imperiales, no partes integrantes propiamente del
país. Y éste nació, además, como un país antidemocrático porque menos
del 10% de la población tenía los derechos civiles que se le
negaron a las mujeres, la población nativa, los esclavos, los
negros libertos, los sirvientes –indentured servants-- y los pobres.
Como suelo analizarlo todo desde
el punto de vista histórico, estoy convencido que vivo en una ciudad,
Miami, que no forma parte de Estados Unidos, sino que es
territorio español ocupado, ilegalmente, por el Imperio yanqui. Y
como mi madre y todos sus ascendientes, y mis cuatro bisabuelos
paternos, eran españoles, considero, por ello, que vivo en un
pedazo de mi patria, no “en el extranjero”, por lo que la
crítica que he hecho y voy a hacer de este país no la hace
un extranjero.
Aquí los extranjeros son los yanquis,
así como en California, Tejas y otros Estados son extranjeros todos los
que no sean mejicanos o
descendientes de mejicanos; de la misma forma que son
extranjeros en todo el centro de Estados Unidos, de las Appalachias a
las Rocallosas, todos los que no sean franceses o descendientes de
franceses, y en Alaska los únicos alaskianos son los
descendientes de los 2,500 rusos, los 8,000 “indios” y los 50,000
esquimales que vivían en la península en 1867, y en Hawai son
extranjeros todos los que no desciendan de la población nativa
que tenía el país en 1893 cuando se lo robó el Imperio, entre ellos Barack Obama,
suponiendo que haya nacido en
Hawai no en Kenia, como creen muchos. Y, por supuesto, los que
más derecho tienen a ser ciudadanos de este país son los descendientes
de la población autóctona de
Norteamérica que ha vivido en estas tierras, al menos, por 25,000 años.
¿Broma? Sí, para los necios es broma, no para quienes conocemos la historia de este país, algo que es muy fácil para todo el que consulte
las enciclopedias, la internet o, por ejemplo, “The Annals of America”,
una colección enciclopédica de 15 volúmenes sobre la historia del país
que hoy se llama Estados
Unidos, desde la era anterior a Colón hasta mediados del Siglo
XX, que, por suerte o por desgracia, me leí de cabo a rabo.
Pero ¿cómo puede ser Miami territorio español?, se preguntarán algunos. Veamos: en la primavera de 1817, el general Andrew Jackson,
el mayor
genocida de la población autóctona del país, invadió la Florida,
entonces territorio español, para pelear contra los indios seminoles,
pero, después, atacó y venció a la guarnición
española de Pensacola y, unos años después, el traidor Fernando
VII se la vendió a Estados Unidos –Tratado Adams-Onís, 1821--, violando
la Constitución de Cádiz de 1812 que no le concedía
derechos, por sí mismo, a vender ninguna parte integral del
Imperio Español.
Fernando VII suspendió la Constitución de Cádiz
de 1814 a 1820, pero cuando se firmó el Tratado Adams-Onís ya la
Constitución se había
restaurado y ésta no le confería derechos para vender la
Florida. Sólo podían hacerlo las Cortes de Cádiz y éstas no fueron
convocadas por el monarca, por lo cual esa venta fue
inconstitucional, o sea nula.
Por su parte James Monroe violó
la Constitución de Estados Unidos, pues no tenía facultad legal para
realizar esa compra, ya que correspondía al Congreso
aprobar una Adición Constitucional –Constitutional Addendum--
que se lo permitiera y que no hay que confundir con Enmienda
Constitucional o Constitutional Amendment.
Lo mismo había sucedido, en 1803, con la Compra de la Louisiana
–Louisiana Purchase--, un amplio territorio que se extendía de la
orilla
occidental del Mississippi a las Montañas Rocallosas y de New
Orleans hasta Canadá, que era dos veces el tamaño del país original.
Esta operación fue realizada por Thomas Jefferson, en
violación de la propia Constitución de la que
había sido uno de sus máximos propulsores; así como el cónsul vitalicio
Napoleón Bonaparte violó la Constitución francesa de
1802 (Constitución del 16 Termidor del Año X de la Revolución
Francesa) promovida por él mismo, pues tenía que llamar a
Senadoconsulto, y no lo hizo.
Algo similar sucedió con la anexión de Texas,
en febrero de 1845, ya que de acuerdo a la Constitución, dicha anexión
tenía que ser aprobada por
un acuerdo separado del Senado y la Cámara de Representantes.
Seis días antes de que James Polk tomara posesión de la presidencia,
John Tyler violó la Constitución y mediante una Resolución
Conjunta del Congreso impuso la anexión. Texas era cuando
aquello mucho más extenso, y hoy tiene 696,000 kilómetros cuadrados –el
tamaño de España, Portugal, Holanda, Bélgica,
Dinamarca, Luxemburgo, Mónaco, Andorra y Liechtenstein
juntos--. Y todo eso era de México.
El Tratado Guadalupe-Hidalgo,
en 1848, por el que, al fin de la guerra entre ambos países, México
tuvo que cederle a Estados Unidos el 54% de
su territorio nacional, incluyendo la cesión anterior de Texas,
fue también ilegal, desde el punto de vista del Derecho Internacional,
ya que fue aprobado mientras la ciudad de México estaba
ocupada por las tropas yanquis. De acuerdo a las leyes
internacionales todo tratado que se apruebe bajo la fuerza y el terror, ES NULO.
O sea que, de acuerdo al Derecho
Internacional, California, Tejas, Nevada, Colorado y otros
Estados, pertenecen a México, no a Estados Unidos. Forman parte de este
país por el poder del terror no por la justicia de las
leyes. Esos Estados son, por la fuerza, partes del Imperio
yanqui, no de Estados Unidos.
Lo mismo puede decirse de la Compra de Alaska, en 1867, por Andrew Johnson, acuerdo que fue violado por Ulyses Grant en 1869, por lo que,
legalmente, Alaska sigue siendo territorio ruso (el ministro de guerra del zar Alejandro II, mariscal Jozef Milyutin,
había puesto como condición en el contrato de venta que
Alaska no tuviese nuevas instalaciones militares hasta treinta
años después de su venta, y Grant violó esa parte del acuerdo, en 1869,
por lo que ese tratado quedó nulo. Por
supuesto que el imperio yanqui nunca reconoció esa nulidad, y el
Imperio Ruso, al que le sobraban territorios más que a ningún otro país
de entonces, ni siquiera protestó.
En 1893, Hawai era un país libre y feliz gobernado por Liliukalani,
una reina tan democrática y sencilla que caminaba por
las calles junto a su pueblo, sin escolta alguna, y
componía canciones que cantaba, rodeada de público, en los parques de
Honolulu y otras ciudades. Entonces llegó la
bestia, el Imperio. Un grupo de capitalistas procedente
de Massachusetts quería acaparar la producción y venta del azúcar, la
piña y otros productos, y acusó a la Reina,
falsamente, de querer expulsar a los extranjeros del país. Armó
una banda de mercenarios que se alzó contra un gobierno que no tenía
fuerzas armadas y sólo contaba con un minúsculo cuerpo de
policías porque el delito era casi desconocido. Naves de guerra
del Imperio se mantuvieron frente a Honolulu por si fracasaba la asonada
mercenaria. La Reina tuvo que huir a
Manila. Se creó, entonces, una república de mentiras que cinco
años después se unió al Imperio como territorio, sin derechos
constitucionales, lo mismo que había hecho Texas
medio siglo antes. En 1959, Hawai fue declarado Estado de la
Unión.
3-. UNA SOLA VIDA
Por todo esto hay que llegar a la
conclusión que Estados Unidos está integrado por quince Estados, las
trece colonias originales y, además, Maine y Vermont.
Todo lo demás es imperio y fue adquirido, como hemos visto, por
el terror de la guerra, la violación de la Constitución de EU y el
incumplimiento de tratados.
A quienes crean que esto no es serio,
les aconsejo que lean el Louisiana Purchase, la Constitución de Estados
Unidos, la Constitución española
de 1812, la Constitución francesa de 1802, las Cortes de Cádiz,
la Historia de la Florida, la Anexión de Texas, el Tratado
Guadalupe-Hidalgo, el Alaska Purchase y la Historia de Hawai, para
que se den cuenta que todo lo que he dicho es, más que serio,
rigurosamente cierto.
Para concluir este tema, debo
añadir que todo lo que llegó a la costa atlántica de Norteamérica en el
Siglo XVI vino de Cuba y la Capitanía General de La Habana
era el gobierno de lo que entonces se llamó Las Floridas,
un territorio mucho más grande que España, y por supuesto que Cuba, que
llegaba de Cayo Hueso a Virginia y del
Atlántico al Mississippi. El Imperio Español abandonó esas
tierras porque no encontró en ellas oro ni plata y se quedó con la
Florida, que llegaba entonces hasta New Orleans y comprendía las
costas de Alabama y Mississippi en el Golfo de México. Cuando
este país vivía en el Paleolítico, en Cuba había ciudades, escuelas,
gobierno, librerías, caminos, haciendas, castillos,
civilización en fin.
Al decir que la Florida sigue siendo territorio español y el centro del país, francés, y Alaska, ruso, no estoy, por supuesto, justificando
a
ningún imperio sino diciendo que esos territorios no deben
pertenecer a imperio alguno porque todos son ilegales, sobre todo los
que han vencido a otros imperios.
Insisto que aquí en Miami los
extranjeros son los yanquis y, sobre todo, los que adoran al Imperio sin
importarles en lo más mínimo los crímenes que cometa y de
los que la historia es un testigo muy eficiente.
Si en el mundo gobernara la
razón, la ley y la justicia, no la fuerza de las bestias, este país
volvería a sus quince Estados originales y el Imperio
desaparecería. Todos los imperios de la historia han fallecido
y ninguno ha tenido nueve vidas. Un imperio no es un gato ☼