diumenge, 10 de juny del 2012

AFRICOM LA OTAN YANQUI-AFRICANA

No hace falta compartir los elogios que el autor del artículo dirige a Gadafi para convenir en el análisis sustancialmente correcto de la situación de Libia y de las consecuencias y motivos de la guerra de la OTAN contra el régimen gadafista. Siempre he sido de la opinión de que el interés fundamental de EEUU en la caída de Gadafi no era debido al petróleo libio, sino a su proyecto de dominación militar en África, tal como lo expone Glazebrook.
La magnitud de la tragedia libia causada por la OTAN y sus aliados es cada vez más horriblemente clara con cada día que pasa. Las estimaciones del número de víctimas mortales habidas hasta el momento varían, pero hablar de 50.000 parece ser una estimación a la baja. El Ministerio de Defensa británico se jactaba, en mayo, de que el ataque había causado la muerte de 35.000 personas, pero este número sigue creciendo, mientras la destrucción de las fuerzas libias por los ejércitos británico, francés y estadounidense ha dejado al país en un estado de caos total.
No teniendo nada que los una más que su antigua disposición a actuar como fuerzas terrestres de la OTAN, los ‘exrebeldes’ libios están ahora luchando entre sí. En una sola semana, 147 personas murieron en un enfrentamiento en el sur de Libia a comienzos de año, y en semanas recientes varios edificios del gobierno, incluyendo el complejo del primer ministro, han sido atacados por exrebeldes que exigen que les paguen sus servicios.
Ya se han pagado 1.400 millones de dólares, lo cual demuestra que fueron las fuerzas coloniales de la OTAN, y no el exdirigente libio Muamar Gadafi, quienes emplearon a ‘mercenarios’. Sin embargo, estos pagos fueron suspendidos el mes pasado debido a la extensión del nepotismo. La corrupción se ha vuelto endémica en Libia. Unos 2.500 millones de dólares derivados de los ingresos del petróleo, que se supone que habían sido transferidos al tesoro nacional, siguen sin aparecer.

Aviones no tripulados: los asesinatos selectivos son solo parte del problema.

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El uso de aviones no tripulados por parte de EEUU para ejecutar asesinatos selectivos ha recibido mucha atención mediática en la última semana. Desde comienzos de 2012, EEUU ha intensificado su programa de asesinatos selectivos con aviones no tripulados en Yemen, mientras ha continuado lanzando ataques con aviones no tripulados en Pakistán, a pesar de las reiteradas peticiones de las autoridades pakistaníes para que los detengan. Las listas de la muerte y las ejecuciones extrajudiciales de sospechosos, que una vez fueron consideradas como absolutamente inaceptables por la comunidad internacional (y lo siguen siendo por una gran mayoría), ahora parecen haberse convertido en algo rutinario tanto para EEUU como para su presidente.

Periodistas y comentaristas —y ahora también iglesias— han estado investigando y criticando este uso concreto de los aviones teledirigidos, y tanto en EEUU como en Reino Unido hay pleitos legales en marcha para impedir más ataques y desvelar más detalles sobre este asunto.
Pero es importante recordar que los asesinatos selectivos no son el único problema que plantean los aviones no tripulados.                                                                                                                    
 
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