Mitos sobre Israel
Israel celebra su 64 aniversario. Los palestinos 64 años de la nakba, la
expulsión del 65% de la población árabe de sus hogares. El profesor de
la Universidad de La Laguna José Abu Tarbush refelxiona, en un reciente
artículo periodístico titulado Israel revisa su historia 64 años después de su creación.
"Los mitos fundacionales del Estado de Israel han girado en torno a tres hechos, principalmente, que tienen como denominador común desplazar y diluir en la parte árabe la responsabilidad de los acontecimientos que rodearon y se derivaron de su creación. Primero, el inicio de la guerra y la superioridad de los ejércitos árabes, que presentan al incipiente Estado israelí como una víctima inocente y en inferioridad de fuerzas. Segundo, la supuesta llamada de los dirigentes árabes para que los palestinos abandonaran sus hogares durante la guerra, culpabilizando a dichos gobiernos de originar el problema de los refugiados. Por último, tercero, la intransigencia árabe para llegar a un arreglo con Israel, imposibilitado así la paz y la estabilidad en la región.
Todas estas afirmaciones tuvieron su correspondiente réplica desde el
mundo árabe y, en particular, desde el ámbito palestino, sin olvidar
los testimonios y análisis de distintos observadores internacionales.
Sin embargo, ninguna argumentación logró ser tan visible, contundente y
definitiva como la aportada por un heterogéneo grupo de académicos
israelíes que, con diferente bagaje disciplinar, sería conocido con la
denominación de “los nuevos historiadores israelíes” (6). Después de
investigar en los propios archivos del movimiento sionista e israelíes,
las conclusiones de sus estudios invertían la historia oficial israelí.
Su autoridad ―no sólo académica― estaba fuera de toda duda. Eran
israelíes, por tanto no cabía reprocharles ninguna connivencia con el
enemigo.
De sus diferentes estudios se extraen conclusiones desmitificadoras y
opuestas a las de la historiografía oficial israelí. Primero, la guerra
se inició mucho antes que la primera confrontación interestatal
árabe-israelí, en mayo de 1948. Previamente, desde diciembre ―a raíz de
la adopción de la resolución de partición de Naciones Unidas, el 29 de
noviembre de 1947― se había iniciado la campaña de limpieza étnica de
Palestina (7). De hecho, antes de la proclamación del Estado de Israel,
el 14 de mayo de 1948, las fuerzas sionistas ya habían desalojado entre
unos 250.000 y 300.000 ciudadanos árabes-palestinos de sus hogares.
Dos meses antes, el 10 de marzo de 1948, se había adoptado el plan
Dalet (8), que formalizaba la idea de transferir a la población
autóctona (9). En suma, la expulsión directa e indirecta de los
árabes-palestinos ―entre unos 750.000 y 800.000― de su tierra respondió a
un plan asociado al proyecto colonial sionista en Palestina. Esta idea
no desapareció con la creación del Estado de Israel y la consecución de
sus principales objetivos. Por el contrario, sigue estando presente (en
alusión a los palestinos tanto de 1948 como de los territorios ocupados
en 1967), según se desprende de las declaraciones de algunos de sus
líderes y se recoge incluso en sondeos de opinión (10).
Segundo, la superioridad militar árabe ha sido otro de los mitos
desmentidos por su inferioridad numérica, escasa preparación y
descoordinación. Por el contrario, las fuerzas israelíes eran superiores
tanto cuantitativa como cualitativamente, con una dirección coordinada,
armamento más moderno y experiencia militar. Justo de lo que carecían
los ejércitos árabes, atrapados en sus recelos y sospechas mutuas. Lejos
de ser una fuerza conjunta con un mando unificado o coordinado, estaban
más pendientes de lo que hacía uno u otro, en particular de la legión
jordana que era el ejército árabe mejor preparado. Precisamente el rey
Abdallah l había llegado a un acuerdo con el movimiento sionista para su
reparto de Palestina, llevado por sus ambiciones regionales de
instaurar y extender su reino en la llamada Gran Siria (que incluiría
Jordania, Siria e Irak) (11).
Por último, tercero, la supuesta intransigencia árabe también ha sido
desmitificada por documentados trabajos que muestran una lectura
opuesta a la versión oficial. Una de las obras más sólidas se debe
también al citado historiador israelí Avi Shlaim, catedrático de
Relaciones Internacionales en la Universidad de Oxford. Su análisis de
las relaciones entre los Estados árabes e Israel, desde sus primeros
encuentros y acercamientos hasta prácticamente la actualidad, muestran
un balance muy distinto al oficial (12).
En suma, el lector interesado en la materia cuenta con una abundante y
rica bibliografía que viene a confirmar, con rigor y documentación, la
versión tradicionalmente sostenida por los vencidos en el conflicto
palestino-israelí. De manera que el relato contado por un anciano o
anciana en un destartalado campo de refugiados en Oriente Próximo ha
cobrado una dimensión que, lamentablemente, hasta ahora no poseía.
Seis décadas y media después de esa catástrofe (o Nakba, como la
denominan los palestinos), esos mismos refugiados y sus descendientes
siguen demandando la restitución de sus derechos frente a la limpieza
étnica y el memoricidio que siguió. Fueron las dos caras de una misma
moneda: la expropiación y expulsión de una población de su tierra no
sólo fue un acto de violencia física y política, también se acompañó de
una deliberada estrategia de negación de su existencia y derechos".