JUSTICIA PARA LA MUJER
Si ahorcasen a todos los violadores
Documento con fecha
domingo, 13 de enero de 2013.
Publicado el
lunes, 14 de enero de 2013.
El Gobierno indio, siguiendo la voluntad temeraria de sus conmocionados
ciudadanos, aplicará la pena de muerte a los cinco acusados de violar y
asesinar a la joven Amanat. ¿Cuántos hombres serían ejecutados si este
castigo se llevase a cabo en todo el mundo contra los que han agredido
sexualmente a niñas, niños y mujeres?
Sólo una hipótesis escalofriante pero reveladora de nuestro sórdido
mundo: serían las decenas de millones de hombres que tienen en sus
lechos a niñas–esposas de edades entre 6 o 12 años como esclavas
sexuales, además de los pederastas que hacen lo mismo, pero fuera de la
ley; casi la mitad [siendo optimista] de todos los hombres del planeta
que, en calidad de maridos, agreden a sus mujeres reclamándoles el
“débito matrimonial”; los millones de cuidadores, vigilantes de los
campos de refugiados, celadores de residencias de ancianos,
discapacitados físicos y psíquicos, sacerdotes, padres, hermanos, tíos y
abuelos que han convertido en terror la vida de no se sabe cuántos
millones de niños y niñas o los soldados y los civiles que han torturado
sexualmente a miles de mujeres como “botín de la guerra” [expresión
utilizada también por los libros sagrados de las religiones abrahámicas]
en Afganistán, Congo, Somalia, Sudan, Libia, Yugoslavia o Irak.
Así fue la masacre de Mahmudiyah, en 2006, en la que varios marines
violaron a una niña de 11 años, la mataron junto a su familia e
incendiaron la casa simulando un ataque insurgente. Los militares
misóginos no distinguen entre mujeres “del enemigo” y “compañeras
soldados”. Lavena Jonson es una de los cientos de mujeres violadas
dentro del ejército de EEUU. Tras ser agredida por varios colegas, fue
mutilada y asesinada en Irak en 2005.
Toda los casos narrados previamente formarían parte de los violadores
“no convencionales”, una categoría en la que entrarían, por ejemplo, los
delincuentes sexuales convertidos en mandatarios en Ciudad Juárez.
Ejecutar o castrar a los violadores, además de ser inhumano y bárbaro,
es una cortina de humo que utilizan las autoridades para cubrir su
misoginia, su incompetencia política y su voluntad de ocultar su
responsabilidad. Sancionan a los chivos expiatorios y desligan este tipo
de barbaries de la estructura social, económica, política y religiosa
del país. Tampoco acertó en su método Phoolan Devi, la Reina Bandida,
quien en la década de los noventa, tras ser violada en varias ocasiones
por grupos de hombres, creó bandas organizadas de mujeres agredidas
para eliminar a los depredadores sexuales. Mataron a una veintena de
jóvenes, todos de castas superiores. Tras 11 años en prisión –sin ser
juzgada–, la heroína de los pobres y los discriminados, fue elegida
diputada. En 2001 fue asesinada a balazos por defensores de la
supremacía masculina, esos que consideran a la mujer un ser creado para
satisfacer las necesidades de los hijos varones de Adán.
En este país capitalista, hundido en la miseria y en injusticias de
todo índole, apodado absurdamente “la mayor democracia del mundo”, con
casi la mitad de la población analfabeta, cada seis horas una joven es
quemada viva, golpeada hasta la muerte u obligada a quitarse la vida.
Aquí, ser niña es peligroso incluso cuando se está en el vientre de la
madre. Cada día se producen 2.000 abortos de fetos de sexo femenino y un
numero parecido de niñas nacidad son asesinadas, no sólo por parte de
padres incultos y desalmados, sino también por médicos cultos que
actúan con el beneplácito de las autoridades del país. Uno de los
principales motivos del feticidio e infanticidio femenino en la India es
la costosa dote que los padres deben entregar al futuro marido de sus
hijas. Progenitores que, en vez de eliminar la dote, eliminan a la niña.
La estupidez humana, sin duda, no tiene límite.
Los políticos, preocupados por el desequilibrio poblacional en cuanto
al género –sólo hay 866 niñas por cada 1.000 niños– quieren que haya
muchas mujeres, aunque tengan un estatus infrahumano. Muchos de los
hombres honorables que se manifestaban a favor del castigo capital para
los violadores de Amanat lo hicieron porque consideran el cuerpo de sus
mujeres el habitáculo de su propio honor. Una agresión muestra, por
tanto, falta de hombría y capacidad para proteger su honra y su
propiedad. Poco o nada importa lo que sufren las Amanat.
El crimen sexual es la forma más extrema de una mirada mercantilista y
patriarcal que cosifica a la mujer y desprecia sus capacidades. Otro
ejemplo es la observación que hizo un contertulio de televisión en
España sobre la forense que cometió un error en su diagnóstico sobre los
restos de los niños desaparecidos en Córdoba: ¡Qué vaya a trabajar en
una mercería!, dijo. Ninguno de los componentes de la mesa de
“análisis”, esos todólogos, reaccionó. Tampoco la presentadora.
Además de leyes que garanticen la seguridad de las mujeres y los
menores y de prohibir tradiciones que les humillan y matan, es necesario
poner en marcha planes integrales que incluyan programas educativos
para toda la población encaminados a crear un cambio de mentalidad. La
India emerge. Sus nuevos mil millonarios se siguen forrando gracias al
obsceno subdesarrollo de un país con bomba atómica [ilegal] y uno de los
principales almacenes de armas del mundo. Mientras, sus mujeres y
hombres, se bañan junto a los cadáveres en las sagradas y turbias aguas
del Ganges.