dissabte, 19 de gener del 2013

EMIGRANTES, LA MALETA O EL PARO

Opinión
Coral Bravo
Coral Bravo
Retazos
Más de la mitad de los jóvenes españoles no tienen trabajo en España. Con más de seis millones de parados, muchos de los que lo tienen están sometidos a situaciones laborales precarias, con contratos basura, y con sueldos misérrimos que no les proporcionan más que la posibilidad de poder subsistir miserablemente. Y no hablamos de personas sin cualificación profesional, sino, al contrario, de una generación de jóvenes cultos, preparados técnica e intelectualmente, y muchos de ellos con titulación universitaria.
 
Porque en España no es un privilegio encontrar trabajo, ya es un privilegio no perder el que se tiene. Y los políticos, mientras tanto, nos cuentan la milonga de que están haciendo lo que deben. ¿Lo que deben? Según parece, el deber de los políticos de la derecha es asfixiar día a día el país hasta ahogarle. Y estamos viendo que este país está exhalando sus últimas bocanadas. Sin embargo, Mariano Rajoy afirmaba en su soporífero discurso de finales de diciembre algo que parece repetir, sin saber lo que dice, como un papagayo: “Si no hubiéramos tomado estas medidas (austeridad y recortes –para el pueblo, por supuesto-) España estaría mucho peor”.
 
¿Mucho peor? ¿Alguien puede imaginar a España mucho peor? Quizás hundida en el fondo del océano, como la Atlántida, estaría peor, pero desde otras perspectivas, imposible. Aunque no hablemos muy alto, porque el empeño mariano en los recortes y la austeridad (del pueblo llano, por supuesto) es obsesivo, a la vez que lo es también el descarado trato de favor a las clases más privilegiadas y a las élites económicas, cuyo nivel de corrupción ha llegado a cotas bochornosas.
 
Ciñéndonos al tema de la migración, históricamente España ha tenido dos grandes oleadas migratorias en los últimos cien años, la primera en el primer cuarto del siglo XX, y la segunda en los años 50 y 60, en plena dictadura franquista. Ambas fueron consecuencia de períodos de abuso político y gran pobreza económica. A principios del siglo XXI se está repitiendo la historia con un tercer importante flujo migratorio; las causas no son distintas.
 
En 2012, primer año de la legislatura del PP de Rajoy, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, la emigración de españoles en el 2012 ha crecido más de un 21%. Se trata, en su mayoría, de jóvenes en busca de un primer empleo, y también de buena parte de jóvenes estudiantes que, ante la imposibilidad de pagarse sus estudios en España por el desmesurado aumento de las tasas universitarias, optan por cursar sus estudios en otros países de Europa, especialmente en Francia. Según informa Salamanca Universitaria, casi 6.000 alumnos universitarios están cursando sus estudios en el país galo. ¿El motivo? La enorme diferencia de precios en las tasas, a pesar de ser Francia un país con mucho mayor nivel de vida que esta España cañí, de austeridad, crucifijos, mantilla y peineta.
 
Mientras un curso de grado en las universidades francesas cuesta 181 euros, en las universidades españolas su precio supera los 1.000 euros. Diferencia abismal, que es aún mayor en los másters; mientras que en España su precio es superior a los 3.000 euros, en Francia tan sólo de 245 euros. Que Rajoy y los neoliberales nos cuenten los motivos de esta abrumadora diferencia, que sólo se explica por el interés reaccionario de hacer negocio de la precariedad, y de reimplantar el elitismo en la enseñanza y la ignorancia en la sociedad.
 
Los que tanto hablan de amor patrio, esos mismos que suelen despreciar lo extranjero y lo foráneo, excepto para guardar en cuentas seguras sus fortunas, sólo aman en realidad sus intereses y sus bolsillos. Los que tanto hablan de “valores” para justificar y disfrazar su inmoralidad política y humana están echando de España a los españoles. Nada tiene que ver el afán aventurero, como soezmente ha afirmado la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, mofándose de la precariedad de los españoles, sino por pura y simple necesidad. Decía François Mitterand que “la jeunesse n’a pas toujuours raison, mais le pouvoir qui la frappe a toujours tort” (la juventud no siempre tiene razón, pero el poder que la maltrata siempre está equivocado). Mientras tanto, entre tanto desvarío, ha resucitado, triste e implacablemente, por obra y gracia de corrupciones, de abusos y de neoliberales, la España negra de los emigrantes.
 
Coral Bravo es doctora en Filología