dijous, 16 de febrer del 2012

TUPAMAROS

Uruguay: Tupamaros vs. MLN actual.

Las vibraciones del Grito de Asencio, realizado por Venancio Benavídez y Pedro Viera “Perico el bailarín” con un puñado de patriotas, conformaron sobre las cuchillas, en la penumbra de los montes, sobre los cerros y en las aguas de la Banda Oriental un perfil histórico: el tupamaro uruguayo.
Ya el nombre de tupamaro estaba acuñado por los colonialistas ibéricos para designar al criollo rebelde que resistía a la dominación española desde que Tupac Amaru en 1780 encabezara La Gran Rebelión que se desarrolló en el Virreinato del Río de la Plata y el Virreinato del Perú, iniciada con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de Arriaga.
Éste fue el mayor movimiento de corte indigenista e independentista de toda América Latina que exigió por primera vez no sólo la eliminación de la dependencia de España y su monarquía, sino también la erradicación de diferentes formas de explotación indígena, y aun la eliminación de la esclavitud en todas sus formas, también para los negros.
Luego del Grito de Asencio, realizado sobre las orillas del Río Negro en el actual departamento de Soriano, miles de tupamaros siguieron a las fuerzas de liberación encabezadas por Artigas y se enfrentaron con las armas a los colonialistas.
Pero fue durante el Éxodo del Pueblo Oriental en que una multitud de patriotas que siguieron a Artigas demostraron que no eran sólo los hombres armados los tupamaros, sino que extendieron el concepto a todos aquellos que apoyaban sus ideas.
Históricamente los principios orientadores del concepto de tupamaro fueron liberación nacional y enfrentamiento con las fuerzas represivas con o sin armas, en 1811 y años siguientes, representadas por las fuerzas armadas españolas y sus afines, oligarcas y terratenientes a quienes les convenía más recostarse sobre el poder peninsular que les aseguraba continuar con el disfrute de sus privilegios.
Luego Artigas profundizó y definió más la ideología tupamara: la soberanía es del pueblo que delega su poder en sus representantes, reforma agraria y federalismo como forma de organización.
Es con este legado histórico y artiguista con que se nutre en la década del 60 el Coordinador, que prevé una escalada de autoritarismo, eventualmente con apoyo extranjero, sobre todo de EEUU y Brasil, con atentados a las organizaciones sindicales e izquierdistas.
Cuando en 1965 el Coordinador adopta el nombre de Tupamaros y comienza a actuar con este nombre, está sin duda reclamando la herencia de los ideales que los tupamaros históricos a partir del Grito de Asencio habían estampado sobre las cuchillas y los cerros y entre el monte y las aguas uruguayas y con los cuales se identificaron y se identifican frente al pueblo oriental.
Los Tupamaros, por medio de sus fuertes vínculos con la lucha de los cañeros y su líder Raúl Sendic “el Bebe”, prohijaron tenazmente la idea de “tierra para quien la trabaja” que lleva a reforma agraria.
El Movimiento 26 de Marzo histórico y los Comités de Apoyo a Tupamaros llevaron, como en el 1800 el Éxodo, el concepto de tupamaro a ser apoyado por miles de uruguayos que no tomaban las armas, pero coincidían con los principios tupamaros de liberación nacional y reforma agraria, que en la Banda Oriental es sinónimo con redistribución equitativa de todos los recursos nacionales.
El concepto de tupamaro, que es vigente en el imaginario popular aún en nuestros días, conllevaba entonces los atributos de idealismo capaz de arriesgar todo -tortura, prisión, exilio, salud, bienes- por los principios de justicia y reforma agraria como consecuencia del mismo, liberación nacional y enfrentamiento con las fuerzas represivas que custodian los privilegios de los poderosos, como centrales y característicos.
La lucha con los cuadros entrenados y bien pagos de las fuerzas armadas, que conformaban una especie de mercenarios sojuzgando, oprimiendo y torturando a su propio pueblo, no hizo sino reforzar este concepto de tupamaro. Todos los uruguayos opuestos a la opresión, la vileza de los procedimientos, el abuso sistemático, el atropello a las libertades y el sojuzgamiento que significaron las fuerzas represivas vieron al ideal tupamaro como su contrapartida, no menos cuanto que los militares ungieron a éste como su principal enemigo.
Luego de la dictadura, no cabe duda de que éste fue un motivo importante para el ascenso político de figuras asociadas con este arquetipo. La gente prefería a figuras asociadas con los principios democráticos, la justicia y el enfrentamiento con el monstruo militar creado antes y durante el período dictatorial.
Durante los períodos de gobierno frenteamplista, sin embargo, el MLN actual y sus principales referentes, Mujica, Fernández Huidobro y Marenales, se fueron distanciando claramente, si es que no lo habían hecho antes ocultamente, de los principales rasgos definitorios del arquetipo tupamaro: enfrentamiento con las fuerzas represivas, liberación nacional y justicia social principalmente a través de la reforma agraria.
Actualmente, estas figuras del gobierno y sus escuderos del MLN actual, sostienen en la práctica los principios opuestos. Por un lado el apoyo sistemático a los violadores, asesinos, torturadores y secuestradores de niños ocultos entre las fuerzas armadas, por otro el abandono total de la idea de reforma agraria y con ella de justicia social en el Uruguay y finalmente el apoyo a las empresas multinacionales que se han asegurado privilegios a veces por medio de cláusulas secretas en sus convenios con el gobierno, como Montes del Plata, Botnia/UPM y Aratirí y también a una política de extranjerización de la propiedad de la tierra.
Muchas veces la prensa y la opinión pública califican erróneamente de tupamaros a quienes en realidad representan todo lo opuesto, como el MLN actual y sus referentes más notorios, y aun al ministro de defensa Eleuterio Fernández Huidobro, pese al alejamiento de éste ya sea del MLN como de todos los principios tupamaros.
Existen tupamaros, sí, pero éstos se encuentran por ahora dentro de una masa anónima, como la masa de todos los compañeros que se jugaron todo por los ideales mencionados y que resistieron heroicamente tortura, prisión, exilio, pérdida de bienes y de salud.
Ricardo Ferré
14 de febrero de 2012