Un informe publicado el 29 de agosto en MintPress News sugiere que la muerte de centenares de personas en el área de Damasco por el uso de armas químicas el pasado 21 de agosto no se debió a un bombardeo del Ejército leal al presidente Bachar al Asad, como sostiene Estados Unidos, sino a la deficiente manipulación que hicieron los propios rebeldes de las armas químicas que estaban en su poder y que habían recibido de Arabia Saudí.
El informe fue elaborado por el periodista jordano Yahiya Ababneh, que estuvo en el área de Guta Oriental en los días posteriores a la tragedia entrevistando decenas de supervivientes, muchos de ellos milicianos rebeldes, y a otros civiles, incluidos médicos locales, y por la periodista Dale Gavlak, que ha trabajado durante casi una década para la agencia norteamericana Associated Press y ha colaborado con la BBC y otros medios occidentales.
Pese a su importancia, este informe apenas ha trascendido en los medios de comunicación europeos y americanos, aunque algunos diarios árabes sí que han recogido el material de primera mano aportado por Ababneh y Gavlak. Los periódicos donde ha tenido más impacto son, lógicamente, medios progresistas o que se alinean con el régimen de Damasco, como es el caso del libanés Al Akhbar.
Según el padre de uno de los rebeldes fallecidos, ellos mismos almacenaban el gas en botellas tubulares
Uno de los testigos entrevistados por Ababneh es el sirio Abu Abdel Moneim, cuyo hijo era un rebelde que murió con otros doce camaradas en uno de los túneles en los que ellos mismos almacenaban armas químicas en "estructuras con forma de tubo y con forma de grandes botellas de gas".
Todo indica que la muerte de este grupo se debió al mal uso de las armas químicas que les había proporcionado un miliciano saudí conocido con el nombre de Abu Ayesha, que comandaba un batallón de rebeldes en el área de Damasco. El accidente justamente ocurrió en la noche del 21 de agosto, es decir el mismo día que más tarde se acusó al ejército sirio de haber usado las armas químicas en Guta Oriental.
Una combatiente rebelde entrevistada por Ababneh dijo: "[Los saudíes] no nos dijeron qué clase de armas eran ni cómo usarlas. No sabíamos que eran armas químicas y nunca llegamos a imaginarlo. Cuando el príncipe Bandar entrega armas como éstas debería proporcionar gente que supiera cómo manejarlas y cómo usarlas".
La combatiente se refería al príncipe Bandar bin Sultán bin Abdelaziz, jefe de los servicios de inteligencia saudíes desde julio de 2012, un hombre formado militarmente en Estados Unidos que mantiene estrechos contactos con ese país y con la CIA desde que fue embajador en Washington durante más de veinte años.
Bin Sultán es conocido por sus inclinaciones proisraelíes que en otro tiempo le crearon problemas en Arabia Saudí, pero desde el inicio de la guerra civil en Siria se ha convertido en una persona clave que combate el régimen de Al Asad de todas las maneras posibles. En algunos medios árabes se le conoce como "Bandar bin Israel" que significa "Bandar hijo de Israel".
"Sentíamos mucha curiosidad por esas armas y algunos de los combatientes no las manejaron apropiadamente"
Los médicos que atendieron a las víctimas de las armas químicas advirtieron a los pocos periodistas que visitaron la zona de Guta en los días siguientes que tuvieran mucho cuidado a la hora de preguntar el origen de la tragedia.
Un jefe rebelde local entrevistado dijo: "Sentíamos mucha curiosidad por esas armas y desgraciadamente algunos de los combatientes no las manejaron apropiadamente y causaron las explosiones".
Más de una decena de rebeldes entrevistados por Ababneh le dijeron que reciben sus salarios regularmente de Arabia Saudí. Una parte considerable de la ayuda saudí se dedica a financiar a grupos islamistas radicales, algunos relacionados con Al Qaeda, que combaten el régimen de Damasco, y los rebeldes islamistas conocen a Bandar familiarmente mediante el cariñoso apodo de "Al Habib" que significa "el amado".
La vinculación de Bandar con Israel en todo lo relacionado con la llamada primavera árabe es natural, puesto que tanto el Estado judío como Arabia Saudí comparten unos intereses parecidos, y a veces idénticos, pero no impide que Bandar mantenga paralelamente una estrecha colaboración con grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda. De hecho, estos grupos están tan infiltrados por los servicios secretos de la región y occidentales que a menudo es muy difícil saber de dónde han partido las órdenes para explicar su comportamiento o los atentados que cometen.
Al abordar la cuestión del uso de armas químicas en Guta, el periódico de Londres Daily Telegraph
subrayó recientemente que los únicos que se han beneficiado del supuesto ataque han sido los rebeldes, que hasta entonces iban perdiendo la guerra y ahora han obtenido el apoyo de Estados Unidos y otros países occidentales que están dispuestos a castigar a Assad.
Esta no es la primera ocasión en que el régimen sirio es acusado de usar armas químicas. De hecho, las primeras acusaciones se deben precisamente al príncipe Bandar bin Sultán y se remontan a febrero pasado. Sin embargo, en una ocasión la comisionada de la ONU Carla del Ponte manifestó que, según los testimonios obtenidos por las Naciones Unidas, quienes estaban utilizando armas químicas eran en realidad los rebeldes y no el régimen.