La represión policial en el franquismo tardío
“Ese fue nuestro tiempo: el franquismo tardío. Un sistema cubierto por un decorado modernizador, que intentaba embellecerlo, pero que resultaba incapaz de disimular su verdadero carácter: una dictadura criminal, construida sobre la sangre de cientos de miles de personas y el sufrimiento de todo un pueblo. En contra de la imagen benevolente (de “dictadura blanda”) que ha difundido la historia “políticamente correcta” sobre aquellos años, el final del franquismo vino acompañado por un endurecimiento de la represión policial y judicial para frenar el auge de las luchas populares.”(Extracto del documento de presentación”Porqué La Comuna”)
20 años después de finalizada la guerra
civil, el franquismo abordó la tarea de embellecimiento del régimen sin
modificar en lo sustancial la esencia de la dictadura.
La necesidad de romper el aislamiento
internacional, el cambio de política económica, el resurgir con carácter
masivo de las movilizaciones y el nacimiento de nuevas organizaciones,
empujaron en este sentido.
En1963 se procedió a una suavización de
leyes surgidas de la guerra civil y a la sustitución de los tribunales
militares por el nuevo Tribunal de Orden Público encargado de ejercer la
represión contra todo intento de reorganización política o sindical.
Durante los 14 años de existencia de este Tribunal, se abrieron 3798
causas con 8934 procesados de los que un 78 % resultaron condenados con
un total de 11419 años de condena.
Los tribunales militares siguieron
existiendo. Acogieron los delitos denominados de terrorismo, sólo que
esta calificación estaba sometida a la arbitrariedad de los policías que
efectuaban las detenciones. Bajo estos tribunales se efectuaron los
juicios de Burgos; a Salvador Puig Antich; a Humberto Baena y otros
militantes del FRAP y a Txiki y Otaegi que acabaron con varias penas de
muerte de las que 6 fueron ejecutadas y el resto indultados tras una
fuerte movilización popular nacional e internacional.
La represión del régimen no se
circunscribió a las instituciones. Al margen de ellas e incluso desde
dentro, actuaron toleradas bandas fascistas y parapoliciales y la misma
policía mostró sistemáticamente su exceso de celo y saña en la
represión. Consecuencia de estas actividades fue un número considerable
de muertos y heridos, brutales palizas, detenciones extrajudiciales,
etc., que se sucedieron a lo largo del franquismo tardío.
El resumen en cifras de estos 18 años
fue de 214 muertos repartidos entre 10 ejecuciones, 10 por tortura, 77
en actuaciones policiales contra militantes o controles de carretera, 46
en atentados fascistas y parapoliciales, 5 por secuestros y 58 en
actuaciones de las distintas policías contra manifestaciones o
actividades de propaganda, más 8 por otras causas. Y esta lista puede
estar incompleta.
(pinchar sobre las imágenes para agrandarlas)
El
número de detenidos que no llegaron a los juzgados, los que pasaron
breves periodos de cárcel con multas gubernativas, el de actuaciones
represivas localizadas, es incalculable. Para una historia veraz y total
de estos años resulta imprescindible que se abran los archivos de la
Brigada Político Social, de la Guardia Civil y la Policía Armada como
han hecho las policías políticas de otros países (PIDE, STASI,…), lo que
hasta la fecha no se ha reclamado todavía.
Se podrá hablar de cualquier cosa, pero no desde luego, de un plácido periodo democracia “sui generis”.
Tampoco la Transición fue lo que se
cuenta. Se falsea la historia cuando se presenta el restablecimiento de
la democracia como el objetivo consciente de una parte del Régimen
encabezada por el Rey y Adolfo Suarez, con su mentor Torcuato Fernández
de Miranda, posteriormente consensuada con el resto de protagonistas de
la Transición, cuando su objetivo real fue la modificación del modelo
existente de dictadura para poder mantenerla en su esencia desaparecido
el dictador.
Enseguida, esto se manifestó inviable.
La incesante actividad de masas que explotó casi inmediatamente obligó a
su permanente modificación en abierto enfrentamiento con las fuerzas
inmovilistas y los elementos de extrema derecha, muy importantes en
todas las instituciones del Régimen. El desmantelamiento del Movimiento,
la legalización de los partidos, las primeras elecciones generales y la
posterior aprobación de la Constitución fueron arrancadas en estas
luchas y dejaron a su paso un elevado número de muertos y heridos
provocados por las distintas fuerzas policiales o por militantes de
extrema derecha agrupados bajo distintas siglas o incluso sin
reivindicar, en absoluto fueron concesiones aprobadas en una mesa de
negociación.
En este sentido es en el que afirmamos
que Franco murió en la cama pero el franquismo murió en la calle. Este
periodo presentado como modélico y exportable a todas las Dictaduras del
mundo, no fue tal.
Todos los muertos y represaliados de
este periodo fueron muertos y represaliados del franquismo, causados por
la lucha contra la perpetuación de la Dictadura y por las libertades;
no fueron víctimas casuales e indeseadas de ningún proceso de
transición. Llevamos nuestro examen hasta 1981, pese a la aprobación de
la Constitución en 1979, porqué hasta este año se mantuvieron vivas y
todavía activas dentro del aparato franquista los elementos
ultraderechistas que batallaban por el restablecimiento de la Dictadura
como mostró el golpe de Estado de Tejero.
Tras el fracaso del golpe, no
desaparecieron del aparato todos ellos. Tampoco desapareció el
terrorismo parapolicial, ni siquiera el terrorismo de Estado, pero creo
que desde este momento, no se plantearon el objetivo del
restablecimiento de la Dictadura, como hasta entonces, ni tampoco torcer
la voluntad de los gobiernos democráticos en los que en muchos casos se
apoyaba, y ellos mismos apoyaban.