El Plan Yinon de Israel para el Nuevo Siglo Américano
- El "Nuevo Siglo Americano", lejos de ser una fantasía conspiranoica, es un sólido proyecto elaborado por el ala neoconservadora (los neocon) del Partido Republicano.
- Este proyecto concreta los nuevos retos de Estados Unidos para asegurar su hegemonía mundial.
- Estos retos
se concretan en recuperar América Latina, después de la aparición de
gobiernos izquierdistas en el subcontinente, en asegurar la posición de
Israel en Oriente Medio, y en impedir que China se convierta en la
primera economía mundial.
- Para la puesta en marcha de este proyecto global, sus artífices sugirieron a finales del siglo pasado que sería necesario un evento que unificara las lealtades del pueblo norteamericano hacia su Gobierno
y le facilitara a este poner en marcha el proyecto. Unos años después,
los autores del proyecto se integrarían en el equipo ejecutivo de la
Administración Bush.
No a la Guerra Imperialista
El Proyecto Imperialista Anglo-Estadounidense
Por Andrew G. Marshall
Establecer un “arco de crisis”
Muchas personas
tendrían dudas de que británicos y estadounidenses estén detrás de actos
terroristas en Iraq, como los británicos en Basora cuando dos soldados
británicos del regimiento especializado en operaciones clandestinas
fueron capturados disfrazados de árabes, con explosivos y un abundante
arsenal [1]. ¿Por qué serían cómplices los británicos en orquestar el
terrorismo en la misma ciudad en la que están para proporcionar
seguridad? ¿Qué propósito habría detrás de ello? Esta pregunta nos lleva
a otra incluso más importante, la de por qué se ocupó Iraq, de cuál fue
el objetivo de la guerra contra Iraq. Si, como nos suele decir nuestra
dosis diaria de CNN, SkyNews y las declaraciones de los altos cargos
públicos, la respuesta es propagar la democracia y la libertad, y librar
al mundo de la tiranía y del terrorismo, entonces no tiene sentido que
británicos y estadounidenses estén orquestando el terrorismo.
Sin embargo, si
la respuesta a la pregunta de por qué ocurrió la invasión
anglo-estadounidense no era propagar la democracia y la libertad, sino
propagar el miedo y el caos, sumir al país en una guerra civil,
balcanizarlo y crear un “arco de crisis” por todo Oriente Próximo que
implique a los países vecinos, en especial a Irán, entonces el
terrorismo es un medio muy eficaz y eficiente para tal fin.
Un estrategia imperialista
En 1982 Oded
Yinon, un periodista israelí vinculado al ministerio de Asuntos
Exteriores israelí, escribió un artículo para una publicación de la
Organización Sionista Mundial en el que ponía de relieve una “estrategia
para Israel en los ochenta”. En este artículo afirmaba: “ La
desintegración de Siria e Iraq en zonas étnica o religiosamente únicas
como en Líbano es el objetivo fundamental de Israel en el frente
oriental. Iraq, rico en petróleo por una parte e internamente dividido
por otra tiene todas las garantías de ser un candidato a los objetivos
de Israel. Su desintegración es incluso más importante para nosotros que
la de Siria. Iraq es más fuerte que Siria. A corto plazo, lo que
constituye la mayor amenaza para Israel es el poder iraquí”. Continúa:
“Una guerra irano-iraquí desgarrará Iraq y causará su desmoronamiento en
el interior incluso antes de que sea capaz de organizar una lucha en un
frente más amplio contra nosotros. Todo tipo de confrontación
inter-árabe nos ayudará a corto plazo y acortará el camino para el más
importante objetivo de dividir Iraq en confesiones religiosas como en
Siria y Líbano”. Y añade: “En Iraq es posible una división en provincias
según unas líneas étnicas/religiosas, como en Siria durante [el
Imperio] Otomano. Así pues, existirán tres (o más) Estados en torno a
las tres ciudades más importantes: Basora, Bagdad y Mosul, y las zonas
chiíes en el sur estarán separadas del norte sunní y kurdo” [2].
El resultado de
la guerra irano-iraquí, que duró hasta 1988, no fue el deseada por Oded
Yinon, la ruptura de Iraq en provincias según criterios étnicos. Ni
tampoco el de la posterior guerra del Golfo de 1991 en la que Estados
Unidos destruyó las infraestructuras de Iraq ni el de la década larga
posterior de devastadoras sanciones y bombardeos aéreos de la
administración Clinton. Lo que, sin embargo, sí sucedió durante estas
décadas fue la muerte de millones de iraquíes e iraníes.
Un fractura limpia para un Nuevo Siglo Americano
En 1996 un think
tank israelí, el Instituto para Estudios Estratégicos y Políticos
Avanzados, publicó un informe del think tank Study Group sobre una nueva
estrategia israelí con vistas al año 2000 titulado “Una fractura
limpia: una nueva estrategia para asegurar el territorio”. En este
artículo, en el que se hacían recomendaciones al entonces primer
ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se afirmaba que Israel puede
“trabajar estrechamente con Turquía y Jordania para contener,
desestabilizar y reducir algunas de sus más peligrosas amenazas”, así
como “cambiar la naturaleza de sus relaciones con los palestinos,
incluyendo mantener el derecho de persecución en todas las zonas
palestinas por motivos de autodefensa” y “forjar unas nuevas bases para
las relaciones con Estados Unidos (haciendo hincapié en la
independencia, la madurez, la cooperación estratégica en areas de
interés mutuo y fomentando los valores inherentes a occidente)”.
El informe
recomendaba a Israel “tomar la iniciativa en su frontera norte atrayendo
a Hizbola, Siria, e Irán como principales agentes de agresión en
Líbano” y utilizar “a la oposición libanesa para desestabilizar el
control sirio de Líbano”. También afirma que “en cooperación con Turquía
y Jordania, Israel puede dar forma a su entorno estratégico
debilitando, conteniendo e incluso haciendo retroceder a Siria. Este
esfuerzo puede centrarse en derrocar a Sadam Husein en Iraq (también un
importante objetivo estratégico israelí) como un medio de frustrar las
ambiciones regionales de Siria” [3].
Entre los autores
del informe se incluyen Douglas Feith, un ardiente neoconservador que
llegó a ser sub-secretario de Defensa para la Política de George W. Bush
desde 2001 a 2005; David Wurmser, que tras el 11 de septiembre fue
nombrado por Douglas Feith para formar parte de una unidad secreta de
inteligencia del Pentágono y fue asesor de Oriente Próximo de Dick
Cheney desde 2003 a 2007; y Meyrav Wurmser, la mujer de David, que es
ahora un alto cargo del think tank estadounidense Hudson Institute.
Richard Perle
dirigía el estudio. Trabajó en el Comité del Consejo Asesor de Política
de Defensa del Pentágono desde 1987 a 2004 y fue su presidente desde
2001 a 2004 donde desempeñó un papel clave a medida que se acercaba la
guerra de Iraq. También fue miembro de varios think tanks
estadounidenses, incluyendo el Instituto de Iniciativa Estadounidense y
el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano.
El Proyecto para
el Nuevo Siglo Americano, o PNAC por sus siglas en inglés, es un think
tank neoconservador estadounidense, entre cuyos miembros y afiliados se
incluyen muchas personas que estuvieron asociadas con la actual
administración Bush, como Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz,
John Bolton, Richard Armitage, Jeb Bush, Elliott Abrams, Eliot A. Cohen,
Paula Dobriansky, Francis Fukuyama, Zalmay Khalilzad, I. Lewis
"Scooter" Libby, Peter Rodman, Dov Zakheim y Robert B. Zoellick.
En septiembre de
2000 el PNAC elaboró un informe titulado “Reconstruir las Defensas de
Estados Unidos: estrategias, fuerzas y recursos para un nuevo siglo” en
el que se trazaba un programa para una Pax Americana o Imperio
Estadounidense. El informe se centra especialmente en Iraq e Irán y
afirma: “A largo plazo Irán puede resultar ser una amenaza tan grande
para los intereses estadounidenses en el Golfo como lo es Iraq” [4].
Afirmando que “durante décadas Estados Unidos ha buscado desempañar un
papel más permanente en la seguridad regional del Golfo” el informe
sugiere que “el conflicto no resuelto con Iraq proporciona la
justificación inmediata”, sin embargo, “la necesidad de la presencia de
una importante fuerza estadounidense en el Golfo trasciende el problema
del cambio de régimen de Sadam Husein” [5]
Lograr una guerra civil para la “Solución de los tres Estados”
Poco después de
la invasión y ocupación de Iraq en 2003 el New York Times publicaba un
artículo de opinión de Leslie Gelb, presidente emérito y miembro de la
junta directiva del Consejo de Relaciones Exteriores, el más poderoso e
influyente think tank de Estados Unidos. El artículo, titulado “La
solución de los tres Estados” y publicado en noviembre de 2003, afirmaba
que la “única estrategia viable” para Iraq “puede ser corregir el error
histórico y avanzar en etapas hacia una solución de tres Estados:
kurdos en el norte, sunníes en el centro y chiíes en el sur”. Citando el
ejemplo de la desintegración de Yugoslavia, Gelb afirmaba que
estadounidenses y europeos “dieron a los bosnios musulmanes y a los
croatas los medios de luchar, y los serbios aceptaron la separación”. Al
explicar la estrategia Gelb afirma que el “primer paso debería ser
convertir el norte y el sur en regiones con auto-gobierno con unos
límites trazados lo más cerca posible de las líneas étnicas” y “exigir
elecciones democráticas en cada región”. Además, “bajar al mismo tiempo
tropas estadounidenses al Triángulo Sunní y pedir a Naciones Unidas que
supervise la transición al auto-gobierno allí”. Gelb afirma entonces que
esta política “sería tanto difícil como peligrosa. Washington tendría
que ser muy testarudo y muy despiadado para lograr esta desintegración”
[6].
Seguir el ejemplo
de Yugoslavia, como cita Gelb, requeriría lograr una guerra civil entre
los diferentes grupos étnicos. A principios de los noventa Estados
Unidos apoyó y financió a las fuerzas musulmanas en Bosnia bajo el
liderazgo de los muyaidines afganos adiestrados por la CIA, de triste
fama por su guerra contra la Unión Soviética dirigida por la CIA entre
1979 y 1989. En Bosnia los muyaidines estuvieron “acompañados de las
fuerzas especiales estadounidenses” y Bill Clinton aprobó personalmente
la colaboración con “varias organizaciones fundamentalistas islámicas,
incluyendo la al-Qaeda de Ben Laden”. Años después en Kosovo “ en
1998-99 muyaidines mercenarios de Oriente Próximo y Asia Central fueron
reclutados para luchar en las filas del Ejército de Liberación de Kosovo
(KLA, por sus siglas en inglés) que apoyó ampliamente el esfuerzo de
guerra de la OTAN”. La Agencia de Inteligencia de Defensa estadounidense
(DIA, por sus siglas en inglés), los servicios de inteligencia
británicos (MI6), soldados británicos del regimiento especializado en
operaciones clandestinas y compañías privadas de seguridad británicas y
estadounidenses tenían la tarea de armar y adiestrar al KLA.
Posteriomente, “el departamento de Estado estadounidense incluyó al KLA
en la lista de organizaciones terroristas indicando que financiaba sus
operaciones con dinero procedente del tráfico de heroína y con préstamos
procedentes de países e individuos islámicos, entre los que
supuestamente se encontraba Osama Ben Laden” así como “el hermano de un
líder de una organización de la Jihad egipcia e indicando también que un
comandante militar de Osama Ben Laden estaba dirigiendo una unidad de
elite del KLA durante el conflicto de Kosovo” [7].
¿Podría ser esta
la misma estrategia que se está desplegando en Iraq para desintegrar el
país por similares razones estratégicas?
El Asia Times
Online informaba en 2005 que el plan para “balcanizar” Iraq en varios
Estados más pequeños “es una réplica exacta de un plan de la extrema
derecha israelí para balcanizar Iraq (una parte esencial de la
balcanización de todo Oriente Próximo). Curiosamente Henry Kissinger
estaba vendiendo la misma idea incluso antes de la invasión de Iraq en
2003”. El artículo continuaba: “esto es la clásica divisa del divide y
vencerás: el objetivo es perpetuar la falta de unidad árabe. Llámese
Iraquificación; lo que realmente significa es fiebre sectaria traducida
en guerra civil” [8].
En 2006 una
“comisión independiente establecida por el Congreso con la aprobación
del presidente George W Bush” llamada “la Comisión Baker” por el nombre
del ex-secretario de Estado James Baker, “está cada vez más interesada
en la idea de separar las regiones chiíes, sunníes y kurdas como la
única alternativa a lo que Baker llama 'dejarlo todo y huir’ or
'aguantar hasta el final’"[9].
En 2006 se
informó así mismo de que “el futuro federal de Iraq también está
consagrado en su constitución, que permite formar las regiones, si bien
no afirma cómo” y que “el Parlamento iraquí (dominado por chiíes y
kurdos) aprobó una ley a principios de este mes [octubre de 2006] que
permite a las regiones federales formase (por mayoría de votos en las
regiones que buscan la unión)”. Además, “la ley que, como era de
esperar, no obtuvo el apoyo sunní, será revisada dentro de 18 meses en
un intento de convencer a sus oponentes”. Sin embargo, el artículo
afirmaba que en vez de una solución de tres Estados “un sistema basado
en cinco regiones parece que podría tener más posibilidades de tener
éxito. Un modelo de cinco regiones tendría dos regiones en el sur, una
con base en torno a Basora y otra en torno a los santos lugares. Se
mantendrían Kurdistán y la región sunní, pero Bagdad y sus alrededores
formarían la quinta región, metropolitana, urbana” [10]. El autor del
artículo era Gareth Stansfield, un socio del think tank Chatham House de
Londres, que precedió al Consejo de Relaciones Exteriores, trabaja con
él y con su equivalente británico.
“La limpieza étnica funciona”
En 2006 el Diario
de las Fuerzas Armadas publicaba un artículo del teniente coronel
retirado Ralph Peters titulado “Fronteras de sangre: qué aspecto podría
tener un Oriente Próximo mejor”. En su artículo Peters explica que el
mejor plan para Oriente Próximo serían “reajustar” las fronteras de los
países. “Aceptando que el arte de gobernar internacional nunca ha
desarrollado herramientas eficaces (salvo la guerra) para reajustar
fronteras fallidas, un esfuerzo mental para captar las fronteras
“orgánicas” de Oriente Próximo nos ayuda, sin embargo, a comprender el
alcance de las dificultades a las que nos enfrentamos y a las que
seguiremos enfrentándonos. Estamos lidiando con deformaciones colosales
creadas por el hombre que no dejarán de generar odio y violencia hasta
que sean corregidas”. Afirma que tras la invasión de 2003 “se debería
haber dividido inmediatamente Iraq en tres Estados más pequeños”. Sin
embargo, Iraq no es el único país que a ojos de Peter es víctima de la
“balcanización” ya que “Arabia Saudi sufriría un desmantelamiento tan
grande como el de Pakistán” e “Irán, un Estado con unas fronteras
dementes, perdería gran cantidad de territorio en favor del Azerbayán
unificado, el Kurdistán libre, el Estado Árabe Chií y el Baluchistán
Libre, pero ganaría las provincias en torno a Herat en el Afganistán
actual”. Además, “lo que Afganistán perdiera en favor de Persia en el
oeste lo ganaría al este, ya que las tribus de la frontera noreste de
Pakistán se reunirían con sus hermanos afganos”. Peters afirma que
“corregir las fronteras” puede ser imposible “por ahora. Pero con tiempo
(y con el inevitable baño de sangre que va unido a ello) emergerán
fronteras nuevas y naturales. Babilonia ha caído más de una vez”. Más
adelante hace esta sorprendente afirmación: “¡Ah!, y un secretillo
vergonzante que tiene 5.000 años de historia: la limpieza étnica
funciona” [11]
El mapa de un
nuevo diseño de Oriente Próximo, inicialmente publicado junto con el
artículo de Peters pero que ya no aparece “se ha utilizado en el
programa de adiestramiento de la Escuela de Defensa de la OTAN para
oficiales militares de alto rango. Este mapa, como otros mapas
similares, probablemente se ha utilizado tanto en la Academia Nacional
de Guerra como en los círculos de planificación militar” [12]. Acerca de
la propuesta de Peters Nafeez Mossadeq Ahmed escribió que “la
reconfiguración radical de fronteras que él propone implicaría
necesariamente una limpieza étnica generalizada y con ella un baño de
sangre quizá a escala genocida” [13].
¿Federalismo o balcanización gradual?
Un mes antes de
que se publicara el artículo de Peters, Leslie Gelb del Consejo de
Relaciones Exteriores y Joseph Biden, un demócrata miembro del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado [estadounidense] escribieron un
artículo de opinión para el New York Times en el que afirmaban que
“Estados Unidos debe ir más allá de la falsa opción actual entre
“aguantar hasta el final” y “traer las tropas a casa ahora”, y elegir
una tercera vía que de forma responsable reduciría nuestra presencia
militar al tiempo que evitaría el caos y preservaría nuestro objetivos
de seguridad claves”. ¿Cuál es esta tercera opción? “La idea, como en
Bosnia, es mantener un Iraq unido descentralizándolo, dando a cada grupo
étnico-religioso (kurdos, árabes sunníes y árabes chiíes) espacio para
dirigir sus propios asuntos al tiempo que se deja al gobierno central a
cargo de los intereses comunes”.
Los autores
describen unos cuantos aspectos de este plan. “El primero es establecer
tres regiones con una amplia autonomía y con un gobierno central viable
en Bagdad. Las regiones kurda, chií y sunní serían cada una responsables
de sus propias leyes internas, de la administración y de la seguridad
interna. El gobierno central controlaría la defensa de las fronteras,
los asuntos exteriores y los ingresos del petróleo”. Entonces, “el
segundo elemento sería engatusar a los sunníes para que se unan al
sistema federal con una oferta que no podrán rechazar. Para empezar,
controlar su propia región sería mucho más preferible a las demás
alternativas: ser dominados por kurdos y chiíes en un gobierno central o
ser las principales víctimas de una guerra civil” [14].
En una
comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en 2007
Leslie Gelb afirmó que su plan para “federalizar” Iraq “se parecería a
lo siguiente: el gobierno central estaría basado en las zonas en las que
hay genuinos intereses comunes entre los diferentes partidos iraquíes,
esto es, los asuntos exteriores, la defensa de las fronteras, la moneda
y, por encima de todo, la producción e ingresos del petróleo y gas”. Y,
“por lo que se refiere a las regiones, ya sean tres o cinco, sean las
que sean (a los iraquíes les corresponde decidirlo), serían responsables
de la legislación, la administración y seguridad internas” [15].
Posteriormente el
Senado aprobó una resolución no vinculante que apoyaba un sistema
federal para Iraq y que todavía tiene que ser promulgado puesto que se
estipula que esta resolución tiene que ser promulgada por los iraquíes
para que no se considere “algo a lo que les obliga Estados Unidos”.
Además, “cuando el embajador Ryan Crocker compareció ante el Comité de
Relaciones Exteriores del Senado afirmó apoyar el federalismo. En una
conversación privada con los senadores también apoyó la idea, “sin
embargo, cuando estaba en Bagdad se expresó en contra de la resolución”
[16]. ¿Podría ser esto una forma de manipulación? Si el embajador
estadounidense en Bagdad promueve una solución particular para Iraq,
probablemente los iraquíes lo consideren una mala opción, que favorece
los intereses de los estadounidenses. Así pues, si el embajador
despotrica públicamente contra la resolución, cosa lo que hizo, esto
transmite la idea de que la actual administración [estadounidense] no
está detrás de ella, lo que podría hacer que los iraquíes lo vean como
una alternativa y que, quizá, favorece sus intereses. Aceptar el punto
de vista estadounidense sobre cuestiones fundamentales significa un
suicidio político (y con frecuencia, real) para los políticos iraquíes.
El hecho de que el embajador estadounidense en Bagdad denuncie
públicamente una estrategia particular da a los políticos iraquíes la
legitimidad pública para reivindicarla.
Esta resolución
todavía no ha pasado por todos los procedimientos del Congreso
[estadounidense] y, de hecho, puede haber sido incluida en otro proyecto
de ley, como una Ley de Autorización de Defensa. Sin embargo, los
esfuerzos que están detrás de esta ley son mayores que el cada vez más
irrelevante Congreso estadounidense.
También en 2007
otro think tank hizo un llamamiento a lograr “dividir Iraq en tres
Estados separados con sus propios gobiernos y representantes en Naciones
Unidas, pero con una cooperación económica constante basada en el
modelo de la Unión Europea” [17]. Sorprendentemente el ex-embajador de
Estados Unidos ante Naciones Unidas , John Bolton, reconoció en 2000 que
“Estados Unidos no tiene “intereses estratégicos” en un Iraq unido” y
también sugirió que “ Estados Unidos no debería necesariamente impedir
que Iraq se divida” [18].
Conclusión
Claramente, sea
cual sea la excusa o signifique lo que signifique dividir Iraq, no cabe
la menor duda de que existe una estrategia ango-estadounidense de
balcanizar Iraq. Decir que lo que se está proponiendo no es la
balcanización sino el federalismo es discutible. Esto se debe a que
volver a un sistema más federal en el que las provincias tengan mayor
autonomía separaría naturalmente el país según las fronteras
étnico-religiosas. Los kurdos estarían en el norte, los sunníes en el
centro y los chiíes en el sur, con todo el petróleo. La desproporción de
los recursos de cada provincial creará enemistad entre las provincias y
las diferencias étnicas manipuladas durante mucho tiempo se
transmitirán de las calles a la esfera política. A medida que aumenten
las tensiones entre provincias, como sin lugar a dudas ocurrirá, habrá
una inclinación natural hacia una posible separación. Los desacuerdos
acerca del reparto de poder en el gobierno federal podrían llevar a su
posible colapso, con lo que se habría logrado la estrategia de
balcanización bajo la apariencia de que se habría producido sin una
implicación exterior.