PASANDO A FRANCO POR LA DERECHA
Euclides PERDOMOA los sufridos intérpretes que tuvieron que descifrar las palabras (¿) de Ana Palacio en su deslumbrante desempeño como ministra de Exteriores.
Ana Palacio no es disléxica. O, en su defecto, no lo es por escrito. O
no lo es su jefe de gabinete. O no lo son todos los escribidores de su
gabinete. Sí, ya sé, todos sabemos que, cuando abría la boca mientras
era ministra, su incoherente farfulleo parecía un síntoma clarísimo de
esa enfermedad pero no. Estábamos equivocados y nos lo acaba de
demostrar firmando galanamente –y ella solita-, su artículo “Un alegato
por España” (El País, 21.julio.2012)
La señora Palacio no es disléxica sino gárrula pues sólo a una
bocazas se la ocurre pontificar sobre las bondades y los males de La
Patria cuando, dado su historial belicista, debería esconderse debajo de
las piedras. Recordemos: Ana Palacio fue ministra de Exteriores
(2002-2004) en uno de los gobiernos del señor Aznar de Botella.
Bronquista, perdonavidas y jactanciosa por genética, opusdeísmo y por su
cargo, invadió el peñón de Perejil buscando, sin duda, una guerra
contra el vecino imperio sarraceno. Al no conseguirlo en ‘nuestro’ patio
trasero, se fue hasta Washington y, postrándose ante Bush II, logró que
la inmarcesible gloria del ejército español brillara un poco más lejos,
concretamente en la invasión de Irak (2003) Huelga añadir que fue pura
casualidad que luego vinieran los atentados de Casablanca y de Atocha y
la que te rondaré morena.
Ahora bien, por la boca muere el pez. Gracias al artículo que firma
–ella solita-, el neofascismo que actualmente se ensaña con los
españoles ha mostrado sus cartas. La profunda pensadora Ana Palacio (en
adelante, AP), nos ha desvelado lo que realmente quieren sus compinches.
Y, como era de (des)esperar, sus intenciones no pueden ser más
canallescas. Nos lo demuestra un somero análisis de sus amenazas a las
que clasificaremos según sus varias clases de mentiras.
[Por pura comodidad, seguiremos el orden expositivo de AP. Pero, por
respeto a la lengua castellana, porque no es imprescindible y por asco
insuperable, evitaremos en lo posible citarla textualmente]
Mentiras fácticas
Uno. Los nacionalistas no compartieron con el resto de los súbditos
de la Monarkía Bananera la histeria colectiva desatada por un reciente
triunfo futbolero. Más aún, ni siquiera los que no somos nacionalistas,
ni periféricos ni centralistas, lo compartimos. Las histerias, se las
dejamos a los psiquiatras.
2. Pocas semanas después, de aquella histeria –euforia, para
ella-, ¿quién la recuerda? Dejando a un lado la propaganda mediática
que aprovecha el mínimo pretexto futbolero para rellenar sus páginas
veraniegas, nadie.
3. España, Singapur e Irlanda no representan los mayores éxitos
económicos del último cuarto del siglo XX. Esos (supuestos) méritos
corresponden evidentemente a China en particular y, en general, a los
BRICS. Como ente de razón y –sin que, en su caso, ello tenga relación
causal- hasta como ex ministra de Exteriores, Palacio no debería
confundir las pulgas caseras con los elefantes exóticos.
4. El señor Juan Carlos Borbón no lideró la transición a la
democracia. Ningún rey ha liderado jamás ninguna pérdida de sus propios
privilegios. Ni la liderará ningún pistolero porque ello supondría tener
que abandonar su entrenamiento. Y el señor Borbón ha practicado el
deporte olímpico del tiro desde su juventud, cuando lo ensayaba en
familia –Estoril, Semana Santa 1956, contra su hermanito Alfonso- hasta
su senectud, cuando la perjudicada fue la Naturaleza africana -Botswana,
2012, contra el elefantito Dumbo Aminoguana-.
5. Durante el tardofranquismo o neo-democratismo –léase, la
Transacción-, los españoles no “sentían el temor de que resucitaran las
hondas divisiones de la Guerra Civil”. Esas divisiones perduran y
perdurarán. Lo que temían –temen- los españoles era que los franquistas
siguieran asesinando por los siglos de los siglos. Visto el ingente
número de víctimas de la impoluta Transacción, tal temor no puede
tildarse de paranoico.
6. El partido neofascista en el que milita AP no ganó las últimas
elecciones generales con un programa que “exigía la racionalización del
gasto”. Semejante simpleza la podemos defender incluso nosotros; a fin
de cuentas, ¿conoce AP alguien que defienda el gasto irracional? Durante
la campaña electoral, lo que predicó el neofascismo patrio fue la
creencia en pajaritos preñados –y dos huevos duros-.
Mentiras por omisión
Una. Ni por casualidad o error la señora Palacio utiliza la palabra dictadura
cuando tiene que referirse al franquismo. Franco simplemente ‘muere’ y
el franquismo es definido como ‘la era de Franco’, época que, huelga
añadirlo, para ella termina abruptamente gracias a la Santa Transición.
Por lo tanto, también es pura casualidad que los Millán-Astray,
Fernández-Cuesta, Mariscal de Gante, Ruiz-Gallardón y no digamos Botín,
familiares en primer grado de sus antecesores biológicos y políticos,
controlen hoy los aparatos estatal y empresarial.
2. No se recata al apoyar su delirio neofascista con una cita de Eric
Hobsbawm. Pero omite que es una cita descontextualizada y, faltaría
más, omite que Hobsbawm es un historiador marxista. Naderías, posible
travesura de algún asesor. Aunque también pudiera ser que AP piensa que
‘del cerdo se aprovecha todo’.
3. Se nota que la Iglesia está esperando al otoño porque los ungidos
suponen que para entonces la plebe estará ablandada tras el bombardeo de
la artillería gubernamental y ellos podrán comenzar su ofensiva
inundando al país con agua bendita. Se nota porque no la menciona AP, su
hija dilecta. Ni siquiera tira de la mugrienta ficha del papel
conciliador que, desde el tardofranquismo, supuestamente desempeñan los
obispos. Bueno, suponemos que AP habrá obtenido previamente el nihil
obstat porque, de lo contrario, estaría en pecado mortal y no la
salvaría ni el atenuante de la estrategia.
Mentiras de propina
Una. Aquí se nota que el equipo de ‘asesores’ ha tirado de las fichas
más amarillentas: la culpa la tienen las autonomías, los emigrantes y
las Cajas de Ahorro entendidas como “la peor semblanza –sic- de la
propiedad pública”. De añadir algún comentario, le pediríamos a su jefe
de gabinete que actualice el fichero pero, bah, ni eso se merece.
2. España no cuenta con “algunas de las mejores infraestructuras de
Europa”. Esto es un chauvinismo de saldo cuya bravucona insensatez se
descubre con solo cruzar los Pirineos. Si de verdad se lo cree AP
–extremo que dudamos-, ello demostraría que ni siquiera en su época de
ministra viajó por Europa. Claro, como ella sólo volaba a Washington,
pues luego pasa lo que pasa.
Mentiras extremadamente gordas
Una. El franquismo no “ofreció a los trabajadores seguridad en el
empleo y unos sólidos derechos de negociación colectiva”. Lo único que
ofreció el régimen esclavista de Franco fue lo mismo que ahora ofrecen
sus herederos: palo y tentetieso. La (escasa) seguridad en el empleo y
los (débiles) contratos colectivos de antaño fueron conquistados a un
altísimo precio por los trabajadores.
2. La “galopante tasa de desempleo” actual no se origina en las
colosales ventajas laborales regaladas graciosamente por Franco sino a
un cúmulo de factores entre los que, por abreviar, destacaríamos dos: la
pentasecular prepotencia de los bancos –fraguada con el maldito oro de
las Yndias-, y la impunidad de los franquistas enquistados en todos los
Poderes –han buscado la recesión porque tienen enormes reservas pero
también por puro sadismo-.
Resumen
Recapitulemos: para AP nos quiere hacer creer que el furbo lo arregla
todo, que todos los españoles somos iguales en todo, que hay demasiados
funcionarios –pues haber empezado a recortar según y dónde cuando era
ministra-, que la debilidad de la ciencia española se debe a que
abandonamos el sistema franquista de formación profesional –ya, Pemán y
López Ibor como científicos de fama universal-, que no somos
competitivos porque la universidad es pésima, carencia que se
solventaría imitando a la universidad del furbo. Etcétera. Y la traca
final: que la culpa de la crisis la tienen las veleidades sindicalistas
de Franco. Sic en mayúsculas.
Señora AP, hágaselo mirar. No pase a Franco por la derecha.
Comprendemos que su familia y usté sean de comunión diaria –siendo tan
pecadores, falta les hace-, pero, por favor, a nosotros no nos haga
comulgar con ruedas de molino.
Volvamos a recapitular: siguiendo las enseñanzas de AP, el
neofascismo español, como máxima expresión del neoliberalismo, se
caracteriza por:
su futbolismo en contabilidad B, su centralismo, su propagandismo
-¡dominar la tele!-, su cateta cazurronería –olvida los BRICS y créete
eso de las mejores infraestructuras-, su idolátrico monarquismo, su
ahistoricismo –al retorcer la Historia y negar a sus padres, los
neofascistas nacen por generación espontánea-, su irracionalismo
–pajaritos preñados, pío pío-, su parasitismo –que no se entere
Hobsbawm-, su confesionalismo, su islamofobia, su xenofobia, su
belicismo…
Pero, en especial, por su mendacidad congénita y compulsiva. Mienten
hasta cuando sueñan que son más franquistas que Franco. Sueño húmedo –de
sangre- que nunca podrán alcanzar porque los primeros franquistas no
mentían: Mola teorizó que sólo gracias al Terror lograrían la victoria y
Franco lo instauró proclamando a los cuatro vientos que exterminaría a
media España para mantenerse en el Poder.
Finalmente, AP firma –solita, repetimos-, el
Alegato/Manifiesto/Pasquín en su calidad de “miembro del Consejo de
Estado”. Muy apoltronados deben estar en ese flamboyantísimo Consejo
para que les sea necesaria una sobredosis de imaginación como la
regurgitada por AP. Lástima que la imaginación no sea arbitraria ni, por
ende, esté al alcance de cualquiera. Y menos de los mendaces.