PARA VÍCTIMAS DEL TERRORISMO, LAS OTRAS
Nos entra urticaria cada vez que, en España, a las centenas de víctimas oficiales del “terrorismo etarra” se las acaricia, adula, agasaja, alaba, etcétera. Y nos entra sarpullido cuando, al mismo tiempo, a los millones de víctimas de los terrorismos franquista y neofranquista se nos abandona, abate, abochorna, aborrece, abronca, etcétera.
Comprobamos la injusticia y la desfachatez de los fachas sin necesidad de agotar los sinónimos y parónimos que comienzan con la letra “a”. ¿Cuál sería el resultado si llegamos hasta la letra “z”? Pues que hay una diferencia abismal entre un “caballero mutilado” y un “jodío cojo” –así se hablaba en la posguerra-. En pocas palabras, un inmenso agravio comparativo.
Cambiemos unas centenas –o unos miles, da igual- por unos millones. Y, como de muestra, basta un botón, simplemente cambiemos el sujeto al que se dirigían los discursos con los que algunos jerifaltes del régimen actual adularon a las víctimas oficiales durante la conmemoración del 25º aniversario del famoso atentado de Hipercor.
Patxi López, lehendakari. Barcelona, 19.junio.2012, adoctrinándose el ego ante las víctimas de Hipercor: “Nos seguís haciendo falta para que el olvido no cubra la responsabilidad pasada, porque sois la referencia moral para crear una sociedad libre… “Superioridad moral” de las víctimas frente a “los silencios largos, los desprecios abundantes y los olvidos eternos”… “dignidad de los justos”… “casi nunca hablamos de la importancia de que no hayáis pedido el ojo por ojo”… “queda un largo camino para desterrar el odio y la intolerancia”
Sr. López, completamente de acuerdo. Usted lo ha dicho: las Otras Víctimas del Terrorismo –las de los terrorismos franquista y neofranquista-, seguimos “haciendo falta para que el olvido no cubra la responsabilidad pasada”. También estamos muy de acuerdo en que nosotros, los millones de víctimas de esos terrorismos padre e hijo, somos “la referencia moral para crear una sociedad libre”; ¿cómo no vamos a aplaudirle cuando nuestros padres y nuestros abuelos dieron su vida por crear una sociedad republicana?
Por otra parte, aunque somos absolutamente igualitarios en lo cívico, también somos absolutamente elitistas en lo moral. En efecto, ya lo dice el lehendakari, nosotros encarnamos la “superioridad moral”, título fácil puesto que los franquistas y sus descendencias son amorales.
En cuanto a los “silencios largos, los desprecios abundantes y los olvidos eternos” que sufren las víctimas, queremos manifestarle, sr. López, que el silencio que se nos ha impuesto es el más largo que se recuerda en ‘los países de nuestro entorno’. Si lo duda, respóndanos a dos preguntas muy sencillitas: ¿conoce usted a un solo y único país que haya tardado 76 años en reconocer que millones de sus propios ciudadanos han sufrido y sufren un genocidio? ¿Conoce algún país que, al menos, no les haya pedido perdón?
“Desprecios abundantes”: nosotros nos conformaríamos con haber sido sólo despreciados. Porque, sr. lehendakari, a nosotros no solamente nos han despreciado sino que, además, nos han perseguido. Y lo siguen haciendo.
“Olvidos eternos”: no exagere. Sólo llevamos 76 años siendo omitidos pero estamos acostumbrados. Nuestros antepasados medievales llevan 760 años en el olvido. Por ejemplo, el pueblo que, en 1252, se sublevó contra la tortura, santificada aquel año por el papa Inocencio IV. Y lo mismo les ocurre a nuestros antepasados de hace 7.600 años. Por ejemplo, aquellos mesopotámicos no-tan-primitivos que, en el año 5.588 a.n.e., prefiriendo vivir en el campo, se sublevaron contra el abuso centralizador –hoy, especulación urbanística-.
¿Por qué estamos orgullosos de esos nuestros antepasados? Muy fácil: porque la “dignidad de los justos” atraviesa los siglos y los milenios como la luz el cristal. Es la propia energía que ni se crea ni se destruye y las víctimas de los franquismos somos sus herederos. Por todo ello y aunque estaríamos en nuestro derecho, nunca hemos reclamado “el ojo por ojo”. Nos daríamos por satisfechos con obtener la justicia contemporánea.
En el mismo sentido, tampoco nos quita el sueño que “quede un largo camino para desterrar el odio y la intolerancia”. Hemos aguantado 7.600 años y aguantaremos los próximos 7.600. Sr. lehendakari, no se haga ilusiones: por respeto a nuestros ancestros lejanos y cercanos y a nosotros mismos, por amor a la verdad y a la belleza, nunca vamos a claudicar.
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior. Barcelona, 19.junio.2012, adoctrinándose el ego ante las víctimas de Hipercor: “No va a haber equidistancia. Habrá vencedores y vencidos, porque ha vencido la democracia y la libertad y así se escribe la historia… durante muchos años toda España se ha teñido de sangre, como para que ahora tengamos que agradecerles que hayan dejado de matar”
Sr. Fernández, tiene usted toda la razón. Estamos hartos de equidistancias. En España y en Lesotho, en una cueva paleolítica y en Brasilia, ¿cómo van a ser equidistantes las víctimas y los victimarios? ¿Equidistantes con respecto a qué bisectriz? ¿Dónde carajo coloca usted ese centro? ¿En la galaxia Andrómeda o en el núcleo del Sol?
“Habrá vencedores y vencidos”: en Euskadi o en Beluchistán, no parece la mejor formulación para acabar una guerra civil pero, sin duda, es exactamente la misma que venimos padeciendo desde que sus padres, sr. ministro, exterminaron “la democracia y la libertad”, aniquilando a lo mejor de España para conseguirlo. Desde entonces, todos los días y a todas horas ustedes nos han recordado –a palos la mayoría de las veces- que ustedes son los vencedores. Los que escriben la Historia.
“Durante muchos años [para ser exactos, desde 1936, 76 años hasta la fecha] toda España se ha teñido de sangre, como para que ahora tengamos que agradecerles que hayan dejado de matar”. Efectivamente, a ustedes, los neofascistas, no tenemos nada que agradecerles, máxime cuando ustedes no han dejado de matar. Lo llevan en el ADN; sus padres y abuelos mataban con garrote y sacerdote y ustedes con corrupción y televisión.
Comprobamos la injusticia y la desfachatez de los fachas sin necesidad de agotar los sinónimos y parónimos que comienzan con la letra “a”. ¿Cuál sería el resultado si llegamos hasta la letra “z”? Pues que hay una diferencia abismal entre un “caballero mutilado” y un “jodío cojo” –así se hablaba en la posguerra-. En pocas palabras, un inmenso agravio comparativo.
Cambiemos unas centenas –o unos miles, da igual- por unos millones. Y, como de muestra, basta un botón, simplemente cambiemos el sujeto al que se dirigían los discursos con los que algunos jerifaltes del régimen actual adularon a las víctimas oficiales durante la conmemoración del 25º aniversario del famoso atentado de Hipercor.
Patxi López, lehendakari. Barcelona, 19.junio.2012, adoctrinándose el ego ante las víctimas de Hipercor: “Nos seguís haciendo falta para que el olvido no cubra la responsabilidad pasada, porque sois la referencia moral para crear una sociedad libre… “Superioridad moral” de las víctimas frente a “los silencios largos, los desprecios abundantes y los olvidos eternos”… “dignidad de los justos”… “casi nunca hablamos de la importancia de que no hayáis pedido el ojo por ojo”… “queda un largo camino para desterrar el odio y la intolerancia”
Sr. López, completamente de acuerdo. Usted lo ha dicho: las Otras Víctimas del Terrorismo –las de los terrorismos franquista y neofranquista-, seguimos “haciendo falta para que el olvido no cubra la responsabilidad pasada”. También estamos muy de acuerdo en que nosotros, los millones de víctimas de esos terrorismos padre e hijo, somos “la referencia moral para crear una sociedad libre”; ¿cómo no vamos a aplaudirle cuando nuestros padres y nuestros abuelos dieron su vida por crear una sociedad republicana?
Por otra parte, aunque somos absolutamente igualitarios en lo cívico, también somos absolutamente elitistas en lo moral. En efecto, ya lo dice el lehendakari, nosotros encarnamos la “superioridad moral”, título fácil puesto que los franquistas y sus descendencias son amorales.
En cuanto a los “silencios largos, los desprecios abundantes y los olvidos eternos” que sufren las víctimas, queremos manifestarle, sr. López, que el silencio que se nos ha impuesto es el más largo que se recuerda en ‘los países de nuestro entorno’. Si lo duda, respóndanos a dos preguntas muy sencillitas: ¿conoce usted a un solo y único país que haya tardado 76 años en reconocer que millones de sus propios ciudadanos han sufrido y sufren un genocidio? ¿Conoce algún país que, al menos, no les haya pedido perdón?
“Desprecios abundantes”: nosotros nos conformaríamos con haber sido sólo despreciados. Porque, sr. lehendakari, a nosotros no solamente nos han despreciado sino que, además, nos han perseguido. Y lo siguen haciendo.
“Olvidos eternos”: no exagere. Sólo llevamos 76 años siendo omitidos pero estamos acostumbrados. Nuestros antepasados medievales llevan 760 años en el olvido. Por ejemplo, el pueblo que, en 1252, se sublevó contra la tortura, santificada aquel año por el papa Inocencio IV. Y lo mismo les ocurre a nuestros antepasados de hace 7.600 años. Por ejemplo, aquellos mesopotámicos no-tan-primitivos que, en el año 5.588 a.n.e., prefiriendo vivir en el campo, se sublevaron contra el abuso centralizador –hoy, especulación urbanística-.
¿Por qué estamos orgullosos de esos nuestros antepasados? Muy fácil: porque la “dignidad de los justos” atraviesa los siglos y los milenios como la luz el cristal. Es la propia energía que ni se crea ni se destruye y las víctimas de los franquismos somos sus herederos. Por todo ello y aunque estaríamos en nuestro derecho, nunca hemos reclamado “el ojo por ojo”. Nos daríamos por satisfechos con obtener la justicia contemporánea.
En el mismo sentido, tampoco nos quita el sueño que “quede un largo camino para desterrar el odio y la intolerancia”. Hemos aguantado 7.600 años y aguantaremos los próximos 7.600. Sr. lehendakari, no se haga ilusiones: por respeto a nuestros ancestros lejanos y cercanos y a nosotros mismos, por amor a la verdad y a la belleza, nunca vamos a claudicar.
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior. Barcelona, 19.junio.2012, adoctrinándose el ego ante las víctimas de Hipercor: “No va a haber equidistancia. Habrá vencedores y vencidos, porque ha vencido la democracia y la libertad y así se escribe la historia… durante muchos años toda España se ha teñido de sangre, como para que ahora tengamos que agradecerles que hayan dejado de matar”
Sr. Fernández, tiene usted toda la razón. Estamos hartos de equidistancias. En España y en Lesotho, en una cueva paleolítica y en Brasilia, ¿cómo van a ser equidistantes las víctimas y los victimarios? ¿Equidistantes con respecto a qué bisectriz? ¿Dónde carajo coloca usted ese centro? ¿En la galaxia Andrómeda o en el núcleo del Sol?
“Habrá vencedores y vencidos”: en Euskadi o en Beluchistán, no parece la mejor formulación para acabar una guerra civil pero, sin duda, es exactamente la misma que venimos padeciendo desde que sus padres, sr. ministro, exterminaron “la democracia y la libertad”, aniquilando a lo mejor de España para conseguirlo. Desde entonces, todos los días y a todas horas ustedes nos han recordado –a palos la mayoría de las veces- que ustedes son los vencedores. Los que escriben la Historia.
“Durante muchos años [para ser exactos, desde 1936, 76 años hasta la fecha] toda España se ha teñido de sangre, como para que ahora tengamos que agradecerles que hayan dejado de matar”. Efectivamente, a ustedes, los neofascistas, no tenemos nada que agradecerles, máxime cuando ustedes no han dejado de matar. Lo llevan en el ADN; sus padres y abuelos mataban con garrote y sacerdote y ustedes con corrupción y televisión.