dissabte, 14 de gener del 2012

EL IMPERIO Y LOS SIONISTAS TENSAN LA CUERDA

El Imperio y sus aliados quieren dominar al mundo mediante el terror. Sometidos al sionismo, amenazan a Siria y le niegan a Irán que desarrolle su energía nuclear, y Teherán amenaza con cerrar el Estrecho de Ormuz.
1-. LA GUERRA APLAZADA
Solo la presencia de la marina de guerra de la Federación Rusa en las aguas de Siria y el puerto de Tartus, ha impedido que el régimen terrorista de Estados Unidos y sus cómplices de la OTAN hayan cometido contra el pueblo sirio el inmenso crimen que perpetraron contra el pueblo de Libia.
La historia prueba que el Imperio sólo le ha hecho la guerra a países que contaban con fuerzas inferiores, porque cuando éstas eran similares, no se atrevió a enfrentarse, directamente, a ellos hasta después que les bombardeó casi todas sus ciudades, matando  a millones de civiles inocentes.  
Aun en la propia Guerra Civil, las tropas yankis perpetraron numerosas masacres de la población civil en Atlanta, Charleston, Columbia y otras ciudades, antes de enfrentarse, de lleno, a los confederados.
Cuando el Imperio invadió la Florida en 1816 y atacó a México en 1846 y se robó a Hawai en 1893 y asesinó en el Maine a 260 de sus propios marinos para ir a la guerra contra la lejana España en la cercana Cuba, sabía que sus posibilidades de ganar eran absolutas, pero en la Primera Guerra Mundial se enfrentaba a un poderío formidable, el de las fuerzas alemanas, austro-húngaras, otomanas y búlgaras, por eso no entró en la guerra hasta tres años después de iniciada.   
En la Segunda Guerra Mundial no llegó a Europa hasta 1944, a pesar de que sus aliados 
rogaban que lo hicieran desde el 41, y en la guerra con Japón no invadió sus cuatro grandes islas ni siquiera al final de la guerra, después de perpetrar las mayores masacres de la historia, entre ellas el gran bombardeo incendiario al barrio obrero de Tokío en el que quemaron vivos a más de 150,000 seres humanos, en más de un 95% mujeres, viejos y niños, y los bombardeos nucleares a Hiroshima y Nagasaki en los que quemaron vivos a más de 130,000 seres humanos, casi todos civiles inocentes también, y provocaron la muerte posterior de unas 100,000 personas más.   
En Corea, los yankis avanzaron cuando la guerra era contra los coreanos, pero cuando los chinos intervinieron, no dejaron de huir desde el Yalú hasta el Paralelo 38, rompiendo todas las marcas de carrera a larga distancia. El Comité Olímpico Internacional debió concederle a los yankis unas setenta medallas de oro por aquella hazaña.    
En Vietnam sucedió lo mismo y ahora huye de Irak después de asesinarle a cientos de miles de seres humanos, en su mayoría civiles no-combatientes. Lo mismo le pasará en Afganistán, guerra que el Imperio ha perdido moral, política y militarmente.  
Ahora vemos que unos marinos orinan sobre los cadáveres de los héroes y hasta el presidente-cipayo Hamid Karzai tiene que condenar esa barbarie.   
De esa historia de gran terror y aun más grande cobardía pudiéramos mencionar muchos otros ejemplos, pero abreviemos diciendo que el Imperio sólo lucha de frente cuando el enemigo es débil y tiembla como rata acosada cuando no lo es.
Los dirigentes rusos hicieron muy bien en recuperar todas las armas nucleares que habían colocado en varias repúblicas soviéticas porque, tal vez, sabían que un día no lejano, el Imperio y sus cómplices tratarían de dominar al mundo.
Se sabe que el arsenal nuclear de Rusia es mayor que el de Estados Unidos, con unas 11,000 bombas en total y unas 2,430 activas –EU tiene unas 8,500 en total, con unas 1,950 activas--.   
Toda persona sensible tiene que odiar las armas nucleares, pero debe entender, asimismo, que los pueblos tienen que defenderse contra la excesiva ferocidad de los países que unidos al Imperio pretenden convertir al mundo en una colonia.   
2-. LA GUERRA QUE, TAL VEZ, NO SE PUEDA APLAZAR
El Imperio convirtió a Israel en la tercera potencia nuclear del mundo, ya que se cree que tenga unas 320 bombas atómicas, unas cuantas más que Francia, pero se opone a que Irán tenga una sola y, aun más, que desarrolle su energía nuclear con fines pacíficos.
(¿Acaso los israelitas tienen ese derecho porque son El Pueblo Escogido? Pero ¿escogido por quién, cuándo, cómo, dónde? Y, sobre todo, ¿por qué?)
Se ha dicho esto otras veces: aun cuando Irán decidiese construir, en los próximos meses o años, sus primeras bombas nucleares, éstas serían mucho menos poderosas que las de Israel. O sea que siempre Irán estaría muchos años por detrás de Israel en este sentido, porque, al tener aquél sus primeras bombas, éste, con el apoyo directo del Imperio,  aumentaría la construcción de otros cientos de bombas y siempre tendría una ventaja considerable sobre Irán y muchos otros países, con excepción de dos.
Es absurdo y caprichoso creer que un país va a atacar a otro que tenga un poderío nuclear mucho más poderoso.  
Ya la terrorista nuclear en potencia Hillary Clinton amenazó una vez a Irán con desaparecerla de la faz de la Tierra con bombas nucleares si atacaba con bombas convencionales a Israel. Se supone, por supuesto, que el Imperio llevaría a cabo esa amenaza si Irán lanza sobre Israel un solo cohete con una sola bomba nuclear, aunque ésta fuese sólo como la de Hiroshima.
¿Por qué el Imperio y los sionistas tienen que proclamar, caprichosamente, que los iraníes son suicidas?
Por supuesto que todo esto de la energía nuclear es un pretexto que están utilizando el Imperio y las potencias capitalistas para robarle el petróleo a Irán, cuarto productor mundial y tercer exportador.
En ese plan diabólico, el Imperio y sus secuaces pudieran agredir, también, a Venezuela, Nigeria y Kazajstán, tres grandes productores, y a otros países petroleros. Como lo harían, también, con Cuba si se descubre un gran yacimiento de petróleo en la amplia plataforma marítima del archipiélago.

El Imperio yanki-sionista, sin embargo, no deja de amenazarlo e Irán, por su parte, declara que para protegerse de un ataque directo de los barcos de guerra del Imperio, pudiera cerrar con sus propios barcos el Estrecho de Ormuz, que va de Irán a los Emiratos Arabes Unidos y al exclave omaní de Musandam y tiene un ancho de unos 60 a 100 kilómetros.
Es el Imperio yanki-sionista el que está atacando a Irán, no al revés. Lo acabamos de ver hace dos o tres días cuando terroristas, al servicio del sionismo, asesinaron en Teherán al joven profesor Mustafa Ahmadi Roshan, uno de los prominentes científicos que trabajan en Natanz, una de las plantas que desarrolla la energía nuclear.
Así como en enero del 2010, otro terrorista al servicio del sionismo asesinó a Masud Ali Mohamadi, un profesor universitario de Física, relacionado con las tareas de energía nuclear.
En noviembre del propio año, otro esbirro sionista, asesinó al científico de alto nivel Majid Shahriari que cooperaba con la OIEA –Organización Internacional de la Energía Atómica--, e hirió a otro científico, Fereidoun Abbasi.
No se debe abusar de la paciencia de los gobernantes iraníes: por menos de las agresiones que han recibido, muchos otros países han ido a la guerra.
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Si Irán cierra el Estrecho de Ormuz va a haber un conflicto tan grave que pudiera convertirse en una guerra internacional de la que no se puede descartar que podría llegar a ser nuclear.
Como hemos visto otras veces, sólo la explosión de 200 ó 300 bombas nucleares, de un cuarto de megatón cada una por ejemplo, pudiera lanzar al firmamento tal cantidad de fragmentos que bloquearía la energía, o sea el calor, que nos llega del sol, provocando lo que se ha dado en llamar el Invierno Nuclear, que en unos meses pudiera acabar  con la vida vegetal y animal en nuestro planeta.

LENIN EVITA LA GUERRA CON GEORGIA
El Diario de la Historia, París, 24 de diciembre de 1920. Una fuente autorizada del gobierno ruso dijo hoy, en esta ciudad, que el conflicto entre Georgia y Rusia ha llegado a un punto en que una guerra parece inevitable, aunque el máximo líder revolucionario Vladimir Ilitch Lenin trata de convencer a jefes militares y dirigentes políticos de su país que se debe evitar una nueva guerra que agravaría aún más la gran tragedia que ha vivido el pueblo ruso a través de la guerra mundial, la Revolución y la guerra civil, en que han muerto millones de ciudadanos. En este nuevo conflicto, arguye Lenin, Georgia pudiera contar con el apoyo de “las fuerzas imperialistas de Europa y América que tratan de destruir nuestra gran Revolución”. 

Los argumentos de la violencia 
De acuerdo al Kremlin, Georgia ha cometido varios actos de agresión intolerable. Hace dos semanas, la policía de Tiblis, la capital georgiana, arrestó a todos los rusos que no tenían documentos de identidad o carecían de trabajo o fuentes normales de ingreso, y acusó a algunos de ser agentes bolcheviques que tratan de fomentar una revolución comunista en Georgia, de acuerdo con Rusia y Armenia, república caucásica adonde ya existe un gobierno socialista.
Los detenidos fueron obligados por la policía georgiana a cortar madera en los bosques cercanos a Tiblis, a pesar de que ningún juez los había condenado a realizar ese tipo de trabajo.
El gobierno de Georgia se ha negado, además, a devolver los tres barcos que fueron utilizados por el barón Pyotr Nikolayevich Wrangel en la guerra civil que los ejércitos blancos libraron contra el gobierno de Lenin.
El general Wrangel era oficial de la guardia imperial del zar Nicolás II y dirigió una división de cosacos durante la guerra mundial. Cuando el general Lavr Kornilov fue arrestado, tras el fallido golpe al primer ministro Aleksandr Kerensky, en agosto de 1917, Wrangel renunció a su mando y se retiró a Crimea.
Durante la guerra civil, que comenzó después de la Revolución de Octubre en que los bolcheviques tomaron el poder en Petrogrado --nombre que a partir de 1914 adoptó San Petersburgo, entonces capital de Rusia por más de dos siglos--, Wrangel se unió a las fuerzas del general Anton Deniken y capturó Tsaritsyn, hoy Volgogrado. Al renunciar Deniken, el general Wrangel trató de mantener la lucha en Crimea, pero fue, finalmente, vencido por el Ejército Rojo hace un mes y tuvo que ser evacuado a Constantinopla.
El Kremlin le pidió al gobierno de Tiblis, además, que le diera seguridad para que no fueran hostilizados por las potencias europeas los barcos rusos que entraran en ese país. La respuesta del gobierno georgiano fue la de movilizar a sus fuerzas armadas y a los combatientes voluntarios, no devolver los barcos del general Wrangel, no hacer nada para que los destructores de las potencias europeas hostilizaran a los barcos rusos, seguir arrestando a los rusos sospechosos e ilegales y acusar al Kremlin de tratar de tomar el poder en Georgia a través de sus agentes en el país.
Según el gobierno de Tiblis, dirige ese plan Ioseb Jughashvili, un georgiano que, con el nombre de Ioseb Stalin, es hoy uno de los principales dirigentes del gobierno ruso, miembro del Politburó del Partido Bolchevique, en el poder, integrado por siete miembros, y Ministro de Nacionalidades, que intenta recuperar todos los territorios dominados por Rusia en la era de los Romanov para organizarlos bajo el nuevo mando bolchevique y fundar una especie de unión de repúblicas comunistas gobernada por el Kremlin.
En la lucha de las diversas facciones socialistas y liberales contra el régimen imperial de los Romanov, Stalin realizó algunas acciones violentas en las montañas del Cáucaso, con el propósito de engrosar los fondos de la Revolución; pero ya desde antes de la caída del Zar se había establecido en Petrogrado y formaba parte de la dirección de Pravda, el periódico fundado en 1912 que, tolerado al principio por Nicolás II, tuvo que sumirse en la clandestinidad hasta el triunfo bolchevique de octubre del 17. 
Guerra y Paz
Georgia formó parte del Imperio Ruso hasta que, después de la caída del Zar, declaró su independencia para formar parte inicial de la República Federativa Transcaucásica, hasta que ésta fue abolida y el país obtuvo su total independencia, el 26 de mayo de 1918.
Ya desde enero del 17, unas semanas antes de la Revolución de Marzo, que derrocó al Zar, el profesor Mijeil Tsereteli organizó un comité que decidiría el futuro de Georgia ante los graves hechos que se desarrollaban en Petrogrado y toda Rusia.
El gobierno original estuvo integrado por social-demócratas, social-revolucionarios y social-federalistas. El año pasado hubo elecciones y fue elegido un nuevo gobierno y un parlamento nacional.
En el transcurso de este año el Ejército Rojo, logró vencer a las diversas fuerzas  poderosas que, con el apoyo de algunos países europeos, se le enfrentaron desde unos días después de la Revolución que derrocó al gobierno social-demócrata de Kerensky. El mes pasado concluyó, oficialmente, la guerra civil, con la derrota de las fuerzas de Wrangel en Crimea.
Fue entonces que tomó fuerza la idea de enviar a las divisiones victoriosas del Ejército Rojo a reocupar los tres países caucásicos que habían pertenecido al imperio zarista –Georgia, Armenia y Azerbaiyán--. El problema se complica para Georgia y, eventualmente, para Azerbaiyán, porque hay en Armenia un gobierno pro-bolchevique que uniría sus fuerzas al Ejército Rojo para ocupar las otras dos repúblicas caucásicas.  
Aunque Georgia es un país esencialmente agrícola, produce el 70% del manganeso del mundo y este mineral tiene vital importancia en el crecimiento de las plantas y, además, en la producción de acero, aluminio, magnesio y baterías eléctricas secas, entre otras de sus propiedades.
El que Georgia se niegue a devolverle a Rusia los barcos que el general Wrangel utilizó en la última fase de la guerra civil, es considerado un acto de guerra por varios dirigentes del Kremlin.  
Lenin, por el contrario, insiste en llegar a un acuerdo de paz .