MUJERES Y REVOLUCIÓN
por Alexandra Kollontai – 1927-
¿Quiénes fueron las mujeres que
participaron en la Gran Revolución de Octubre? ¿Fueron casos aislados?
No; hubo multitudes de ellas: decenas, centenas de miles de heroínas
anónimas que marcharon –codo a codo– con los obreros y campesinos, bajo
la Bandera Roja y la consigna de los Soviets, pasando sobre las ruinas
de la teocracia zarista hacia un nuevo futuro…
Si uno mira hacia atrás, al pasado, uno
puede verlas: masas de heroínas anónimas que Octubre encontró viviendo
en ciudades desfallecientes, en aldeas empobrecidas saqueadas por la
guerra… Una bufanda en la cabeza (raras veces una pañoleta roja), un
vestido gastado, un abrigo de invierno remendado. Jóvenes y adultas,
obreras y campesinas esposas de soldados y amas de casa pobres de la
ciudad. Muy raro, mucho más raro en aquellos días: mujeres trabajadoras
de oficina y profesionales, educadas y cultas. Pero hubo también
mujeres de la intellingentsia entre las que llevaron la Bandera Roja a
la victoria en Octubre – maestras, empleadas de oficina, jóvenes
estudiantes de las escuelas secundarias y universidades, doctoras.
Marchaban alegres, desprendidas y resueltas. Iban a donde se les
enviara. ¿Al frente? Se ponían una gorra de soldado y se convertían en
combatientes del Ejército Rojo. Si portaban el brazalete rojo, entonces
iban con prisa a las unidades de primeros auxilios para ayudar al
frente Rojo contra Kerensky en Gatchina. Trabajaban también en las
comunicaciones del ejército. Trabajaban alegres, con la convicción de
que algo trascendental estaba ocurriendo y que todos éramos pequeños
engranajes de una revolución única en su clase.
En las aldeas, las campesinas (sus
esposos habían sido enviados al frente) tomaron la tierra de los
terratenientes y sacaron a la aristocracia de los nidos donde habían
vivido durante siglos.
Cuando uno recuerda los eventos de
Octubre, no ve rostros individuales sino masas. Incontables
masas, oleadas de humanidad. Dondequiera que se mire se ve hombres -en
reuniones, mítines, manifestaciones…
Todavía no están seguros de lo que
quieren, por qué están luchando, pero saben una cosa: no soportarán más
la guerra. Tampoco quieren a los terratenientes y a los ricos… En el
año 1917, el gran océano humano se levanta y se mueve, y en gran parte
ese océano está formado por mujeres.
Algún día, la historia escribirá sobre
las proezas de estas heroínas anónimas de la revolución que murieron en
el frente, que fueron asesinadas por los Blancos y que soportaron las
innumerables privaciones de los primeros años de la revolución pero
continuaron enarbolando la Bandera Roja del poder soviético y el
comunismo.
Es a estas heroínas anónimas que
murieron por conquistar una nueva vida para el pueblo trabajador
durante la Gran Revolución de Octubre, ante quienes la joven república
ahora se inclina en reconocimiento, mientras su juventud, alegre y
entusiasta, emprende la construcción de la base del socialismo
Sin embargo, de este mar de mujeres en
bufandas y gorras desgastadas, emergen inevitablemente las figuras de
aquellas mujeres a quienes el historiador dedicará una atención
especial, cuando dentro de muchos años escriba sobre la Gran Revolución
de Octubre y su líder, Lenin.
La primera en emerger es la figura de la fiel compañera de Lenin, Nadezhda Konstantinovna Krupskaya,
en su vestido gris claro, esforzándose siempre en permanecer en
segundo plano. En las reuniones, ella se deslizaba inadvertidamente y
se ubicaba detrás de una columna; veía y escuchaba todo, observando
todo lo que pasaba para así poder hacerle un resumen completo a
Vladimir Ilich, añadiendo acertados comentarios propios y aportando
alguna idea razonable, apropiada y útil.
En aquellos días Nadezhda
Konstantinovna no hablaba en las numerosas y candentes reuniones en que
la gente discutía sobre una gran cuestión: ¿Tomarán los soviets el
poder o no?; pero trabajaba incansablemente como la mano derecha de
Vladimir Ilich, haciendo ocasionalmente comentarios breves pero
elocuentes en las reuniones partidarias. En los momentos de mayor
dificultad y peligro, cuando muchos camaradas más fuertes perdieron el
ánimo y sucumbieron ante la duda, Nadezhda Konstantinovna permaneció
siempre la misma, totalmente convencida de la justicia de la causa y de
la certeza de la victoria. Ella irradiaba una fe inquebrantable; y
esta fortaleza de espíritu, oculta detrás de una rara modestia, siempre
tenía un efecto alentador sobre quienes tenían contacto con la
compañera del gran líder de la Revolución de Octubre.
Otra
figura emerge, de otra compañera fiel de Vladimir Ilich, compañera de
armas durante los años difíciles de la clandestinidad: la secretaria
del Comité Central del Partido, Yelena Dmitriyevna Stassova.
Culta, con una precisión sin igual, una excepcional capacidad de
trabajo, y una habilidad única para “descubrir” a la persona adecuada
para cada tarea. Su figura alta y escultural se vió por primera vez en
el Palacio Táurida, luego en la mansión Kshesinskaya y finalmente en el
Smolny. Con un cuaderno en sus manos, mientras alrededor sus compañeros
de la prensa del frente, obreros, guardias rojos, mujeres
trabajadoras, miembros del partido y de los soviets, buscan una
respuesta u orden rápida y clara..
Stassova tenía bajo su responsabilidad muchos asuntos importantes;
pero si un camarada necesitaba algo o tenía algún problema en aquellos
días tormentosos, ella siempre respondía con una respuesta breve,
aparentemente cortante, pero haciendo todo lo que podía. Estaba
sobrecargada de trabajo y siempre en su puesto. Siempre en su puesto
pero sin pretender pasar a la primera fila, a la notoriedad. No le
gustaba ser el centro de atención. No se preocupaba por ella misma sino
por la causa.
Por la noble y querida causa del
comunismo, por la que Yelena Stassova sufrió exilio y prisión en las
cárceles zaristas que la dejaron con la salud quebrantada… En nombre de
la causa, era firme, dura como el acero. Pero ante los sufrimientos de
los camaradas, demostraba una sensibilidad y una capacidad de
respuesta que sólo se puede encontrar en una mujer de corazón noble y
cálido.
Klavdia Nikolayeva
era una mujer de origen muy humilde. Se unió a los bolcheviques en
1908, en los años de reacción, y soportó el exilio y la prisión… En
1917, regresó a Leningrado y se convirtió en el alma de la primera
revista para mujeres trabajadoras, Kommunistka. Era aún joven,
llena de pasión e impaciencia. Pero sostuvo la bandera con firmeza, y
defendió enérgicamente la idea de que las obreras, las campesinas y las
esposas de soldados debían ser atraídas al partido. ¡A trabajar
mujeres! ¡Por la defensa de los soviets y el comunismo!
En las reuniones, ella hablaba todavía
nerviosa e insegura pero atrayendo a otros a que la siguieran. Fue una
de las que llevó sobre sus hombros todas las dificultades relativas a
la preparación del camino para la amplia y masiva participación de las
mujeres en la revolución; una de las que luchó en dos frentes: por los
soviets y el comunismo, y al mismo tiempo por la emancipación de la
mujer. Los nombres de Klavdia Nikolayeva y Konkordia Samoilova
–que murió en su puesto revolucionario (de cólera) en 1921– están
indisolublemente ligados con los primeros y más difíciles pasos dados
por el movimiento de mujeres trabajadoras, particularmente en
Leningrado. Konkordia Samoilova fue una militante con un
desprendimiento sin igual, una oradora brillante y experimentada que
sabía cómo ganarse el corazón de las obreras. Aquellos que trabajaron a
su lado, recordarán siempre a Konkordia Samoilova. Era simple en su
trato, sencilla en el vestir, exigente en la ejecución de las
decisiones, y estricta consigo misma y con los demás.
Especialmente notable es la figura dulce y encantadora de Inessa Armand,
quien realizó un importante trabajo partidario en la preparación de la
Revolución de Octubre, y contribuyó con muchas ideas creativas para el
trabajo entre las mujeres. Con toda su femineidad y delicadeza, Inessa
Armand era firme en sus convicciones y capaz de defender lo que creía
correcto, incluso cuando se enfrentaba con adversarios temibles.
Después de la revolución, Inessa Armand se dedicó a organizar el
movimiento amplio de mujeres trabajadoras, y la Conferencia de
delegadas es creación suya.
Enorme fue el trabajo realizado por Varvara Nikolayevna Yakovleva,
en Moscú, durante los difíciles y decisivos días de la Revolución de
Octubre. En la batalla de barricadas, demostró una resolución digna de
un líder central del partido… Muchos camaradas dijeron que su resolución
y su inquebrantable coraje dieron fuerzas a los vacilantes e
inspiraron a aquellos que habían perdido el ánimo. “¡Adelante! ¡A la
victoria”.
Cuando uno recuerda a las mujeres que
participaron en la Gran Revolución de Octubre, más y más nombres y
rostros se vienen a la memoria, como por arte de magia. ¿Podríamos
dejar de honrar hoy la memoria de Vera Slutskaya, que
trabajó generosamente en la preparación de la revolución y fue
asesinada por los cosacos en el primer frente rojo, cerca de Petrogrado?
¿Podríamos olvidar a Yevgenia Bosh, con su temperamento apasionado, siempre lista para la batalla? Ella también murió en su puesto revolucionario.
¿Podríamos dejar de mencionar aquí dos
nombres estrechamente ligados a la vida y la actividad de V.I. Lenin:
sus dos hermanas y camaradas de armas, Anna Ilyinichna Yelizarova y Maria Ilyinichna Ulyanova?
…¿Y la camarada Varya, de los talleres
de ferrocarriles de Moscú, siempre vivaz y con prisa? ¿Y Fyodorova, la
obrera textil de Leningrado, con su rostro agradable y sonriente, y su
valentía a la hora de luchar en las barricadas?
Es imposible mencionarlas a todas, y
¡cuántas quedan en el anonimato! Las heroínas de la Revolución de
Octubre fueron todo un ejército, y aunque sus nombres se olviden, su
entrega vive en la victoria misma de esa revolución, en todas las
conquistas y logros que ahora disfrutan las mujeres trabajadoras de la
Unión Soviética.
Es un hecho claro e indiscutible que
sin la participación de las mujeres la Revolución de Octubre no hubiera
llevado la Bandera Roja a la victoria. ¡Gloria a las mujeres
trabajadoras que marcharon bajo la Bandera Roja durante la Revolución
de Octubre! ¡Gloria a la Revolución de Octubre que liberó a la mujer!