Ver Nápoles y morir
- Vista aérea de la nueva sede del Joint Forces Command en Nápoles.
En Nápoles, sigue en aumento la cantidad de empresas
que cierran sus puertas. Hay una, sin embargo, que marcha viento en
popa y que incluso se ha dado el lujo de abrir una nueva y suntuosa
sede. Es la OTAN cuyo Joint Forces Command (JFC Naples) se trasladó el 13 de diciembre de 2012 de Bagnoli a Lago Patria.
Este nuevo cuartel general de la OTAN dispone de 85 000 metros
cuadrados de área techada, rodeados a su vez de un área cerrada todavía
más amplia y de la que ya se prevén futuras expansiones. Trabajan allí 2
100 militares y 350 civiles que, con sus familias, conforman una
comunidad de más de 5 000 personas. La construcción costó, oficialmente,
165 millones de euros, a los que se suma una cifra no cuantificada en
materia de equipamiento (600 kilómetros de cables, 2 000 ordenadores,
antenas de comunicación satelital) y de infraestructura.
El monto total de los gastos está estimado en alrededor de 200
millones de euros, en cuyo pago participa Italia desembolsando
simultáneamente su cuota en el costo de la construcción y también en el «fondo de áreas subutilizadas»
así como una subvención de la provincia de Nápoles, todo lo cual se
eleva a unos 25 millones de euros. Y todo eso en fondos públicos, que se
suman al presupuesto militar.
Sin embargo, según las autoridades italianas, todo eso está bien
gastado. Durante la ceremonia organizada en Bagnoli, el presidente de la
región Stefano Caldoro (Psi/Pdl) enfatizó «la importancia del
Comando en el Mezzogiornio» afirmando que la presencia de la OTAN en esa
zona está «al servicio de la seguridad y de la paz en el mundo». El alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris (Movimiento Naranja), luego de subrayar «el vínculo histórico de Nápoles con esta base», declaró: «Estamos orgullosos de haber conocido tantas fuerzas armadas diferentes» que, al trasladarse a su nueva sede, se mantendrán en Nápoles, ciudad que tiene «una posición estratégica importante en los planes para mantener la paz en el mundo», ciudad «cuyos
ojos miran hacia Bruselas (donde se halla la sede central de la OTAN)
pero cuyo corazón mira hacia el sur, hacia el Medio Oriente donde
esperamos que Estados autónomos e independientes puedan vivir con
tranquilidad». Palabras altamente apreciadas por el almirante estadounidense Bruce Clingan, comandante del Joint Forces Command Naples, quien entregó simbólicamente a Caldoro la llave de la base, además de entregar a De Magistris la bandera del JFC Naples.
Nadie mejor que el almirante Bruce Clingan para apreciar la
estratégica posición de Nápoles, demostrada por el hecho que este
almirante funge, simultáneamente, como comandante de las fuerzas navales
estadounidenses en Europa, comandante de las fuerzas navales
estadounidenses para África y también como comandante de las fuerzas
navales conjuntas de la OTAN. Esos tres comandos basados en Nápoles,
siempre bajo las órdenes de un almirante estadounidense, seleccionado
por el secretario de Defensa [estadounidense] y con la autorización del
presidente [de los Estados Unidos], tienen un «área de responsabilidad»
total que abarca Europa, toda Rusia y África. La guerra contra Libia,
en 2011, fue dirigida por el Pentágono, primeramente a través del Africa
Command y posteriormente a través del Joint Forces Command Naples,
con el apoyo de las fuerzas navales estadounidenses en Europa. Es
también desde Nápoles que se dirigen las operaciones militares que se
desarrollan actualmente en el norte de África y en otras partes de ese
continente así como las operaciones tendientes a cercar y desmantelar
Siria.
Dada la intensificación de las operaciones de guerra en función del «nuevo concepto estratégico», explica el almirante Clingan, se necesitaba una sede apropiada para «un cuartel general de combate para la guerra», que debe mantenerse operativo de forma permanente. En Nápoles, que –según afirma De Magistris– ocupa «una posición estratégica importante en los planes destinados a mantener la paz en el mundo».