Camaradas, compañeras y compañeros:
Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de la presidenta del Partido Comunista Argentino, Fanny Edelman.
Tenía información de que su estado de salud era delicado, desde hace unos días estaba ingresada, pero Fanny nos tenía acostumbrados a vencer todas y cada una de las dificultades. Esperaba volver a escuchar los comentarios sobre su diario trabajo en el Comité Central del PCA. Y, conociendo a las y los camaradas, sé que será así. No por una idea religiosa, sino porque el valor del trabajo de Fanny está presente en todos nosotros. Su lucha, su ejemplo. Su tremenda estatura revolucionaria plasmada en sus escritos, en su praxis.
Fanny, una imprescindible, que recibía con sorpresa y humildad los merecidísimos homenajes que destacaban su aporte teórico y práctico a la hermosa tarea de construir la Revolución Socialista.
Su incesante bregar por el reconocimiento del papel fundamental de la mujer en la sociedad, comenzando por el reconocimiento del papel de la mujer en Partido Comunista, condición sine qua non para lograr avanzar en la dirección de una plena liberación nacional y popular.
Mantuvo su rebeldía militante aún ante el vendaval ideológico que decretaba el fin de la historia. Y esa historia que no había finalizado, demostró que la actitud de Fanny no era tozudez sino constancia, tesón y sabiduría.
Y, en los últimos años, cada vez que se hacía un acto para su homenaje, ella lo aprovechaba para levantar la bandera de la solidaridad con la Revolución Cubana, con los procesos de transformación que se viven en latinoamérica, con la defensa apasionada de los valores de la República Española, con los hombres y mujeres que día a día luchan por los derechos humanos, todos los derechos, en Argentina.
En Argentina se viven momentos esperanzadores. Aún falta mucho por construir, pero la situación social y política que indican posibilidades reales de transformación es en buena medida consecuencia de acciones de gente como Fanny Edelman, que pudo ver cómo por primera vez una mujer era elegida presidenta de toda Argentina. Presidenta que tuvo la osadía de elevar al rango de Generala del Ejército Argentino a la revolucionaria Juana Azurduy, y que en el terreno de los derechos humanos apoyó a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La cuestión de género no es casual.
Las personas revolucionarias, más allá de su lugar de nacimiento o de actuación, deben (debemos) agradecer a Fanny Edelman su trayectoria. Deben (debemos) aprender de su labor unitaria. Deben (debemos) ser capaces de encontrar en los ojos de la historia la clara mirada de Fanny. Deben (debemos) incorporar el estudio, la acción, la esperanza racional y al mismo tiempo firmemente ideológica de la clase trabajadora.
Desde hace muchos años Fanny está en nuestros corazones, y con nosotros la llevaremos Hasta la Victoria, Siempre
Jorge Grela
coordinador Comisión Española de Homenaje a Fanny Edelman
miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España
militante del Partido Comunista de Argentina
Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de la presidenta del Partido Comunista Argentino, Fanny Edelman.
Tenía información de que su estado de salud era delicado, desde hace unos días estaba ingresada, pero Fanny nos tenía acostumbrados a vencer todas y cada una de las dificultades. Esperaba volver a escuchar los comentarios sobre su diario trabajo en el Comité Central del PCA. Y, conociendo a las y los camaradas, sé que será así. No por una idea religiosa, sino porque el valor del trabajo de Fanny está presente en todos nosotros. Su lucha, su ejemplo. Su tremenda estatura revolucionaria plasmada en sus escritos, en su praxis.
Fanny, una imprescindible, que recibía con sorpresa y humildad los merecidísimos homenajes que destacaban su aporte teórico y práctico a la hermosa tarea de construir la Revolución Socialista.
Su incesante bregar por el reconocimiento del papel fundamental de la mujer en la sociedad, comenzando por el reconocimiento del papel de la mujer en Partido Comunista, condición sine qua non para lograr avanzar en la dirección de una plena liberación nacional y popular.
Mantuvo su rebeldía militante aún ante el vendaval ideológico que decretaba el fin de la historia. Y esa historia que no había finalizado, demostró que la actitud de Fanny no era tozudez sino constancia, tesón y sabiduría.
Y, en los últimos años, cada vez que se hacía un acto para su homenaje, ella lo aprovechaba para levantar la bandera de la solidaridad con la Revolución Cubana, con los procesos de transformación que se viven en latinoamérica, con la defensa apasionada de los valores de la República Española, con los hombres y mujeres que día a día luchan por los derechos humanos, todos los derechos, en Argentina.
En Argentina se viven momentos esperanzadores. Aún falta mucho por construir, pero la situación social y política que indican posibilidades reales de transformación es en buena medida consecuencia de acciones de gente como Fanny Edelman, que pudo ver cómo por primera vez una mujer era elegida presidenta de toda Argentina. Presidenta que tuvo la osadía de elevar al rango de Generala del Ejército Argentino a la revolucionaria Juana Azurduy, y que en el terreno de los derechos humanos apoyó a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La cuestión de género no es casual.
Las personas revolucionarias, más allá de su lugar de nacimiento o de actuación, deben (debemos) agradecer a Fanny Edelman su trayectoria. Deben (debemos) aprender de su labor unitaria. Deben (debemos) ser capaces de encontrar en los ojos de la historia la clara mirada de Fanny. Deben (debemos) incorporar el estudio, la acción, la esperanza racional y al mismo tiempo firmemente ideológica de la clase trabajadora.
Desde hace muchos años Fanny está en nuestros corazones, y con nosotros la llevaremos Hasta la Victoria, Siempre
Jorge Grela
coordinador Comisión Española de Homenaje a Fanny Edelman
miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España
militante del Partido Comunista de Argentina