UN GRAN NEGOCIO
Un gran negocio
Documento con fecha
jueves, 08 de agosto de 2013.
Publicado el
viernes, 09 de agosto de 2013.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
El IOR (Instituto de Obras Religiosas), comúnmente conocido como el
Banco Vaticano, ha multiplicado por cuatro sus beneficios en 2012. No se
trata de especulaciones ni aproximaciones, sino de los datos de las
cuentas publicadas en Internet por el mismo banco de la organización
católica, de las que se han hecho eco diversos medios de información.
Según estos datos, difundidos por las propias fuentes interesadas, la
primera entidad financiera del Vaticano, que no la única, gestiona un
patrimonio de 7.200 millones de euros, y sus beneficios ascendieron en
el pasado ejercicio a 86,6 millones de euros, con una plantilla de tan
sólo 114 empleados.
En medio de la desolación que preside la economía europea, en medio de
una Europa con la industria en estado crítico y el comercio asolado por
la crisis financiera y de consumo, en medio de los resultados más que
negativos de una gran parte de las empresas españolas que comercian con
productos y servicios humanos, y no divinos, sometidas, como están, a la
precariedad económica a la que se nos ha inducido, cuadruplicar los
beneficios dinerarios es una hazaña impensable, a no ser por la
intercesión milagrosa de la gracia divina.
Y es que hace falta una gran dosis de “ayuda celestial” para conseguir
tamaño volumen de beneficios en una Europa sin dinero. O quizás sea, a
la vista de la evidencia y por obra y gracia no de ninguna intervención
divina, sino del entramado político-ideológico que llamamos neoliberal,
que el dinero está concentrándose, como secularmente, en manos de unos
pocos. O será que a río revuelto, ganancia de pescadores. O quizás que
los asuntos divinos tienen mucha más relación de la que se empeñan en
hacernos creer con los asuntos mundanos y terrenos.
Porque sólo en España la Iglesia católica es dueña de Bancos, entidades
financieras, sociedades de inversión, grupos de especulación
inmobiliaria; es accionista importante en las principales empresas del
país, como Inditex, Endesa, Banco Popular o Telefónica, además de poseer
numerosas empresas del ámbito mediático, editorial y de comunicación.
Es poseedora de cerca del 60% del suelo patrio, de alrededor del 80% del
suelo de las principales ciudades españolas, y del 70% del patrimonio
artístico-cultural español. Y todo ello exento absolutamente del pago de
tasas o impuestos que sí son obligatorios al resto de empresas y de
mortales. Y es que dedicarse a vender parcelas en un hipotético paraíso
de ultratumba parece ser un negocio redondo.
Eso sí, se siguen ocupando con tesón y vehemencia de la moral de los
ciudadanos. Especialmente de la moral sexual, que el placer es terrible
pecado. Y condenan muy especialmente la homosexualidad, pese a que en la
población civil es de un 8% y en sus filas aumenta a un 14%, pederastia
no incluída. Y siguen, como dios manda, criminalizando cualquier atisbo
de aspiración a la libertad, al respeto a los derechos humanos, al goce
en la vida terrena, invocando las bondades de la austeridad (la ajena)
con la promesa del goce en la vida de ultratumba. A cambio de tan
generosa dádiva, se siguen beneficiando de once mil millones de euros
anuales del dinero de los españoles sólo en el reparto de los PGE. Una
nadería al lado de la garantía de pasar la eternidad rodeados de santos,
rezos y rosarios de la aurora que a los elegidos afortunados, seguro,
les compensa con creces de una vida de miedo, culpas, temores, castigos,
y valles de lágrimas.
Cualquier cosa, por supuesto, mejor que pasarse la eternidad eterna
achicharrándose en el asador divino. Aunque confieso que, de poder
elegir, salvo por los tremendos calores eternos, elegiría estar al lado
de gentes que nunca entrarían en el cielo por pensadores, racionales,
humanistas y ateos, como Galdós, o Byron, o Voltaire, o Flaubert, o
Sagan, o Hipatia, o Sócrates, o Víctor Hugo, o Saramago, o Machado, o
Dante, o Cervantes, o Quevedo, o tantísimos otros que a estas alturas
lucirán un intensísimo bronceado. Porque, como decía, Hemingway, todo
hombre racional es ateo.
Sarcasmos aparte, creo que sería bueno interpretar con lucidez y
objetividad esta noticia que nos indica abiertamente una enorme
contradicción y una profunda y secular inmoralidad. La inmoralidad que
supone que una institución cuya fortuna es incalculable, cuadruplique
sus beneficios mientras se permite seguir imponiendo su “moral”
inhumana, hipócrita y dogmática en un mundo devastado por la
precariedad, la miseria y la pobreza. Y es que la precariedad y la
pobreza, tanto física como intelectual, para algunos es, según parece,
un antiguo, suculento y gran negocio.
Coral Bravo es Doctora en Filología