Entrevista a Alfredo Grimaldos, periodista de investigación y autor de los libros Esperanza Aguirre. La lidereS.A. y Zaplana. El brazo incorrupto del PP.
Grimaldos: “La ‘modélica’ Transición nos dejó un bipartidismo corrupto encabezado por el monarca que designó el dictador”
El Gobierno valenciano, del que Eduardo Zaplana fue “molt honorable president” hace unos años, cifra hoy en 3.500 millones sus necesidades de liquidez. ¿Qué responsabilidades tienen en esta situación políticos como Zaplana o Camps, sus dos últimos presidentes antes de Fabra?
Alfredo Grimaldos, periodista de investigación ©Jaume d’Urgell
Todas. A la política de derroche presupuestario característica de
Eduardo Zaplana al frente de la Comunidad Valenciana, que trituró
ingentes cantidades de dinero público en beneficio privado, se unió la
relación de Zaplana, sin el menor recato, con los grandes magnates
inmobiliarios de la Comunidad Valenciana, como Andrés Ballester,
beneficiado por la política de recalificaciones de terrenos desarrollada
por Zaplana en ese territorio. Cuando Zaplana llega a Madrid de
ministro, sigue por el mismo carril: uno de sus más íntimos colegas es
nada menos que Francisco Hernández, “El Pocero”. En las nuevas
operaciones coincide también con José Bono. Bipartidismo recaudador. Lo
de Camps y sus “amiguitos del alma” lo tenemos más reciente y está
claro.
Dice usted en su libro “Zaplana. El brazo incorrupto del PP” que
Zaplana representa a un sector de políticos que carecen de grandes
planteamientos ideológicos de fondo, no se encuadran en ninguna
corriente de pensamiento derechista tradicional por más que se definan
una y otra vez como liberales, y su meta exclusivamente es el poder y el
dinero. En su opinión, ¿abunda este tipo de político en España?
Por supuesto. A un lado y a otro, suponiendo que sean diferentes
orillas. En todos los partidos. Volviendo a Zaplana, no tiene
consistencia intelectual ni cultural. Acabó la carrera de Derecho
después de mil años, tras empezar sus estudios en Valencia. Consiguió
por fin el título –aunque no se ha dedicado a ejercer la abogacía–
cuando se inauguró una nueva universidad en Alicante, donde su suegro
Miguel Barceló tenía enorme influencia. Pero eso también se da mucho en
el PSOE: sólo hay que ver la trayectoria y la formación de personajes
del supuesto otro bando, como Leire Pajín o José Blanco.
El periodista Javier Ortiz, en el prólogo que
escribió para su libro sobre Zaplana, afirmaba ya en el año 2007 que la
principal virtud que debe adornar a un buen estafador es parecer un
hombre honrado. Y añadía: “¿Cómo va a ser un buen estafador alguien que
tiene aspecto de estafador?”. Tanto Zaplana como Camps han sido grabados
telefónicamente en conversaciones muy comprometidas. Usted reproduce en
su libro “Zaplana. El brazo incorrupto del PP” la transcripción
completa de la conversación entre Eduardo Zaplana y Salvador Palop
extraída del sumario del caso Naseiro. ¿Por qué las instituciones
públicas y muchos medios de comunicación han mirado durante todos estos
años para otro lado a pesar de las obviedades sobre todo tipo de
prácticas irregulares de los políticos? ¿Qué explicación encuentra a que
muchos ciudadanos sigan votando a los partidos que les albergan?
Cuando
iniciaba su carrera política, buscando salir del ámbito local de
Benidorm, donde fue alcalde, Zaplana es “cazado”, de rebote, por el juez
Manglano, que investigaba un asunto de drogas. En una de las
conversaciones telefónicas que le grabaron entonces, Eduardo Zaplana se
retrata perfectamente. Dice: “Me tengo que hacer rico… Tengo que ganar
mucho dinero, me hace falta mucho dinero para vivir…”. Y en otra de las
cintas, que recoge un diálogo entre él y otro miembro del PP, Salvador
Palop, en el que están tratando sobre la recalificación de un solar,
añade: “Y entonces le dices… bueno, yo una comisioncita. Le pides dos
millones de pelas o tres. Lo que te dé, y me das a mí la mitad bajo
mano”. La conclusión es que los ciudadanos más lúcidos de este país, los
que piensan que el mundo de la política profesional es muy miserable y
está llena de individuos que sólo pretenden enriquecerse con ella,
tienen toda la razón del mundo. Este sistema está completamente podrido.
Hay mucha mayor cercanía entre los políticos profesionales del PP y del
PSOE que entre ellos y sus respectivos votantes. Un político no muerde
nunca a otro. Vociferan mucho, pero siempre están de acuerdo en impedir
la más mínima transparencia sobre su gestión. La podredumbre de unos se
tapa con un dossier con la corruptelas de los otros. “Yo te saco
Gürtel”. “Pues yo a ti los EREs”. Y al final todo se diluye. La Transición fue una gran mentira:
no hubo ruptura democrática y se montó un tinglado que sirve para que
los ciudadanos estén cada día más desinformados y no tengan la más
mínima capacidad de decisión sobre cualquier problema. Y encima hay
insensatos bienintencionados que están convencidos de que esto es una
democracia.
A usted y a la editorial Foca,
donde publicó el libro sobre Zaplana, les han denunciado y llevado a
dos juicios por contar estos hechos: uno por difamación y otro por
calumnias. ¿Cuál ha sido el veredicto de la justicia? ¿Tiene pendientes
otros juicios relacionados con su trabajo como periodista de
investigación?
que yo hacía al primer presidente de la Xunta
de Galicia, Antonio Rosón, en mi libro La sombra de Franco en la
Transición. Él fue jefe militar de una zona de la provincia de Lugo en
la que se produjeron numerosas matanzas de republicanos en el verano del
36. Ya he perdido los tres primeros asaltos judiciales, y el asunto
está ahora en el Tribunal Constitucional. Todo es un disparate, porque
en la sentencia no se
Volviendo al nivel intelectual y a la formación académica de
Zaplana, en mi libro recordaba, de pasada y un poco en broma, que él
hizo el bachillerato en un colegio de Benidorm llamado Lope de Vega. En
opinión bastante generalizada entre la comunidad docente del País
Valenciano, era un centro al que acudían los hijos de familias “bien”
para que los jóvenes poco estudiosos se titularan a cambio del
sustancioso pago de fin de mes, y popularmente era conocido como el
“Lope de vagos”. Instigados por Zaplana, los responsables del centro me
pusieron una querella y, para el acto de conciliación previo al inicio
del procedimiento, pedían 600.000 euros y la retirada del libro de la
circulación. Como ese día yo no tenía dinero suelto, no pude acudir a
conciliarme. El caso es que de ellos ya nunca más se supo.
Este sistema está completamente podrido. Hay mucha mayor
cercanía entre los políticos profesionales del PP y del PSOE que entre
ellos y sus respectivos votantes. Un político no muerde nunca a otro
Zaplana, en persona, también interpuso una querella contra la
editorial y contra mí, por injurias y calumnias, que perdió. Lo del
periodismo de investigación está cada vez más complicado. Yo, que soy
muy aficionado al flamenco, me acuerdo de una letra, con la que me
identifico mucho, que cantaba José Menese por seguiriyas, en 1967,
cuando aquí quedaba “bicho” para rato, en la que se refería a un hombre
acosado por la Justicia. En ella, Pepe decía: “Golpesitos en la puerta, /
ca vez que dan golpesitos en la puerta, papelitos que me entregan. / Si
saben los jueces de toas mis fatigas, / doy por seguro que no me
empapelan”. Ahora, el pleito que tengo vigente es una demanda de
protección al derecho del honor que interpuso contra mí la familia
Rosón, por las alusionesentra a dilucidar si lo que cuento es cierto o no,
sino que eso ya se juzgó hace más de treinta años y entonces se condenó
a la revista Interviú por el asunto.
Zaplana trabaja actualmente, al igual que Iñaki Urdangarín, para
Telefónica cobrando aproximadamente un millón de euros anuales. Fue
Javier de Paz, uno de los hombres de máxima confianza de José Luis
Rodríguez Zapatero, quien le colocó. ¿Hablan más en la intimidad y son
más amigos de lo que aparentan los políticos que en el hemiciclo
aparecen como oposición?
Durante el mandato de Zapatero como presidente del Gobierno,
Zaplana encuentra un privilegiado cargo en Telefónica, amparado nada
menos que por Javier de Paz, consejero de la entidad y ex secretario de
las Juventudes Socialistas
Cuando Eduardo Zaplana era portavoz del Grupo Parlamentario del
PP, su rival en las filas del PSOE era Alfredo Pérez Rubalcaba. En todas
las sesiones montaban un sainete, aunque, como es constatable, ambos
partidos hacen piña a la hora de aprobar o rechazar más del 90% de las
mociones. Mientras los votantes de unos y otros se mataban a voces en
los bares, Zaplana y Rubalcaba, íntimos amigos y los dos madridistas,
iban juntos los domingos al palco del estadio Santiago Bernabéu a
tomarse unas copitas disfrutando del fútbol y la amistad institucional.
Y, por supuesto, compartiendo los secretos de las cloacas del Estado.
Durante el mandato de Zapatero como presidente del Gobierno, Zaplana
encuentra un privilegiado cargo en Telefónica, una empresa muy rentable
que era pública, cuya privatización la inició el PSOE y la remató el PP;
amparado nada menos que por Javier de Paz, consejero de la entidad y ex
secretario de las Juventudes Socialistas. Al principio, Zaplana entra
con el supuesto cargo de responsable de relaciones con Europa y,
después, para evitar líos y críticas, se le nombra simplemente “asesor”.
O sea, no hace absolutamente nada, más que tener despacho, numerosos
privilegios y un millón de euros al año. ¡Viva la democracia! Después de
irse de rositas de Terra Mïtica y los pagos por duplicado con dinero
público a su amigo de asuntos inmobiliarios Julio Iglesias, entre otros
trajines valencianos.
Esperanza Aguirre nos advierte que si no queremos convertirnos en
Argentina, con “corralito” y con inflación del 20 o el 40 por ciento,
hay que rebajar el gasto público. “Se tienen que acabar
los subsidios y las subvenciones, y las mamandurrias en general”,
declaró recientemente a los periodistas pidiendo “ayuda” a los
ciudadanos. Usted cuenta en su libro “Esperanza Aguirre. La LidereS.A.”
el saqueo al presupuesto público en busca del beneficio privado y los
escándalos protagonizados, entre otros, por su mano derecha, Ignacio
González, actual vicepresidente, portavoz y consejero de Cultura y
Deporte de la Comunidad de Madrid, además de secretario general del PP
de Madrid. ¿Ha tenido en esta ocasión algún problema por esta denuncia?
Esperanza
Aguirre abordó este asunto de forma distinta que Zaplana. Se encontraba
tan “sobrada” que sólo me mandó, indirectamente, algún mensaje irónico
sobre el contenido del libro, sin meterse en líos de tribunales. La
política del Ejecutivo Regional encabezado por Aguirre se ha
caracterizado por intentar rescatar los sectores empresariales
vinculados, sobre todo, al mundo del ladrillo, que ha consistido en
poner en sus manos recursos públicos y convertir en una fuente de
ingresos muchos derechos básicos de los ciudadanos. Aguirre ha llegado a
la feliz conclusión de que todos los servicios públicos son
susceptibles de ser convertidos en negocio particular. Por ejemplo, en
el ámbito de la sanidad, desde que ella llegó a la Presidencia del
Gobierno autonómico, el objetivo fundamental de su política está más
relacionado con el beneficio de las empresas constructoras que con la
salud de los ciudadanos. En cuanto a su “mano derecha”, Ignacio González
ha ido liquidando a sus propios correligionarios que le han hecho
sombra, como Alfredo Prada o Granados, para quedarse él sólo con el
control de la recaudación. En mi libro, cito infinidad de asuntos en los
que él aparece. Ahora, el diario “El Mundo”, le está breando con el
asunto de un apartamento de lujo que tiene en Málaga. Por supuesto, la
cosa apesta, pero el actual ministro del Interior ha cesado al propio
comisario jefe que él había nombrado, por iniciar esa investigación
sobre González.
Describe en su libro a Aguirre como una aristocrática y pizpireta
millonaria que actúa con aire arrabalero y maneja la Comunidad de Madrid
con absoluto desparpajo para llevar a cabo un plan de destrucción de
los servicios públicos básicos: sanidad, educación, privatización del
Canal de Isabel II, Telemadrid. ¿Quiénes son los beneficiarios de esta
gestión política?
Como ya he dicho antes, detrás de la política de Aguirre hay un
plan sistemático de destrucción de los servicios básicos y de saqueo del
presupuesto público en busca del beneficio privado. Amigos,
correligionarios y parientes de ella se benefician de su gestión. Ha
conseguido que el AVE pare en una finca de su familia, ha construido
carreteras y líneas de metro con la única intención de multiplicar los
beneficios de las poderosas empresas constructoras que se mueven a su
alrededor y ha convertido Telemadrid en un órgano de propaganda a su
exclusivo servicio.
Como en una secuencia de la película de Coppola ‘El Padrino’ (“son
sólo negocios, no hay nada personal”), cuenta también en un capítulo
interesantísimo la batalla entre Gallardón y Esperanza Aguirre por el
control de Cajamadrid. Parece que también se dieron de “navajazos”
Zaplana y Camps por situar a sus huestes en la Caja de Ahorros del
Mediterráneo. ¿Son capaces los políticos de pactar con quien sea,
incluidos miembros de la oposición, en contra de gentes de sus propias
filas, para lograr sus fines?
En un capítulo de mi libro “La LidereS.A.”, ya adelanto la
existencia de toda la basura que está saliendo ahora en
Cajamadrid-Bankia. Chupaban del bote, además de los grandes partidos,
que se llevan lo gordo, CCOO, UGT y hasta un sector de Izquierda Unida,
ésos a los que yo llamo los “trincarrublos”. Uno de ellos, José Antonio
Moral Santín, llevaba un cerro de años de consejero en Cajamadrid, con
el respaldo del jefe de Izquierda Unida en Madrid, Ángel Pérez. Estos
individuos se metieron en el Partido Comunista de los Pueblos de España,
una escisión del PCE a principios de los años 80, cuando la URSS
repartía rublos a barullo. Mientras la mayor parte de los militantes del
PCPE continuó trabajando en su seno, en el momento que el bloque del
Este quebró, los “trincarrublos” se colocaron en IU. Pérez, un personaje
sin ningún brillo, sobrevive políticamente gracias a que controla el
aparato de la organización e impide cualquier limpieza regenerativa.
Detrás de la política de Aguirre hay un plan sistemático de
destrucción de los servicios básicos y de saqueo del presupuesto público
en busca del beneficio privado. Amigos, correligionarios y parientes de
ella se benefician de su gestión
En cuanto a la CAM, sólo un detalle, que relato con más
detenimiento en mi libro sobre Zaplana. El mismo día que él firmaba la
hipoteca de un piso de lujo en el Paseo de la Castellana de Madrid con
la Caja de Ahorros del Mediterráneo, esa misma entidad avalaba el
proyecto inmobiliario en Seseña de su amigo El Pocero. El saqueo más
descarado de las cajas de ahorro. El Estado entrampa a los ciudadanos
para tapar el boquete de estas entidades esquilmadas y Zaplana se lleva
un millón de euros de una empresa pública que era muy rentable y se
privatizó para que otros se llevaran los beneficios.
Por último, el actual Gobierno aplica por decreto ley a la ciudadanía
todo tipo de recortes en sueldos, coberturas sociales y derechos. Nos
dicen que no hay otra salida dada la situación de la economía española.
Sin embargo, siguen sin exigir ninguna responsabilidad a quienes en
estos últimos 10 años han manejado los fondos públicos para que se
devuelva lo robado. Dice usted en el prólogo que, después de mover la
podredumbre y tras el intercambio de cubos de basura en periodos
electorales, todo vuelve al cauce pactado a través de los subterráneos
consensos de la Transición. ¿Qué podemos hacer para cambiar esta
situación y que no se vayan de rositas todos los que se han llevado
dinero mientras ejercían una función pública?
Gran parte de lo que tenemos ahora encima, además de lo que nos
corresponde por pertenecer al sistema bancario europeo y mundial, es
producto de la gran estafa que fue la “sacrosanta” Transición, que sólo
sirvió para adecuar el franquismo a los nuevos tiempos. Así que, además
de la sumisión a las instituciones que representan el capitalismo más
depredador, nosotros tenemos el plus de la herencia fascista, muy
presente en esta sociedad. La “modélica” Transición nos dejó un
bipartidismo corrupto encabezado por el monarca que designó el dictador.
Los ciudadanos tienen que espabilar, ser conscientes de que la casta
política y los banqueros forman parte de la misma banda de atracadores, y
participar activamente en la vida saliendo a la calle y organizándose.
La inmoral deuda pública contraída por el Estado español a consecuencia
de banqueros y políticos delincuentes no hay que pagarla. Y todos los
chorizos de cuello blanco al talego y que devuelvan la pasta.
*Publicada en “Grupo AKAL”