dissabte, 10 de març del 2012

8 de marzo: Las mujeres del mundo no tenemos nada que festejar

 

8 de marzo: Las mujeres del mundo no tenemos nada que festejar en este 8 de marzo coptado por los poderes de turno e institucionalizado para despojarlo de lucha y combate.


La inequidad y desigualdad estructural existente en este sistema capitalista patriarcal pretende vender un mundo de avances “femeninos” como forma de invisibilizar el ejercicio machista del poder que no solo no cesa sino que se incrementa.
Sean cien mujeres asesinadas en el estado español o miles en México, ambas situaciones son las diferentes caras de la misma moneda.
Dentro de la opresión, una misma opresión, nos muestran figuras decolores o grises para distraernos. 
Algunas brillantes y algunas opacas, algunas pequeñas y otras menos pequeñas, pero no hay caso...la realidad se impone, la violencia, el rechazo, la exclusión, la desigualdad se hacen presentes.
Eso no lo cambia una mera imagen superficial, que se astilla ante las cifras aterradoras de mujeres violadas, asesinadas, torturadas, trofeos de guerra, o simplemente subalimentadas, descuidadas o desprotegidas solamente por ser mujeres.
Niñas, jóvenes y adultas en situación de pobreza, de trabajo esclavo o malpagado, secuestradas por las redes de trata, de trabajo doméstico invisibilizado, así como se nos invisibiliza desde un lenguaje creado por y para el hombre, sin dejar casi resquicio para poder nombrarnos de una forma diferente.
Pero las mujeres no solo morimos por los femicidios, también por los abortos clandestinos en condiciones aberrantes de insalubridad, mientras se nos penaliza cuando abortamos y cuando no abortamos, aunque de diferentes formas, ambas dolorosas.
Resulta impensable que año a año, debamos reiterar todo esto.
Es que no se modifica, es que siempre hay que denunciarlo, es que año a año nos sorprende un correo, una tarjeta, un mensaje de texto, un ramo de flores que dice: feliz día de la mujer!
  Y es eso, lo que en esta puñetera fecha, nos obliga a salir y gritar: NO HAY NADA QUE FESTEJAR!
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Para no borrar nuestra historia
Miriam Djeordjian
Uno de los grandes triunfos del sistema, ha sido borrar la historia que se teje en el trabajo cotidiano sintetizando, en cambio, épicas de heroes con protagonistas de primer plano, sin contexto, sin historia, sin procesos políticos.
¿Qué hemos escuchado del 8 de marzo?
Para empezar, que es el día de la mujer. Muchos llegarán el domingo con flores y una tarjeta de felicitación para "ellas", sin saber siquiera qué se conmemora.
Otros, con un poco más de inquietud, sabrán que en algo tienen que ver las socialistas, una tal Clara Zetkin que lo propuso. Con un poco más de suerte, sabremos que fue en el marco de una Conferencia de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague. Se menciona por allí algo un incendio, en una fábrica llamada Cotton, donde mueren quemadas más de 100 obreras.
Y en casos de silencio intencional, algunas voces institucionales dirán, sin pudor, que lo instituyó Naciones Unidas en 1975, sin hacer ninguna cita previa.
En una tarea de compromiso histórico, varias investigadoras han buscado echar luz sobre ciertos mitos existentes en torno a este día. Entre ellas, Ana Isabel Álvarez González asegura que no fue instituido puntualmente, sino que una sucesión de procesos colectivos fueron creando el sentido de conmemorar la lucha de las mujeres trabajadoras.
Y digo trabajadoras porque fue en su genealogía una propuesta clasista, ligada a las reivindicaciones laborales que en el inicio de siglo conformaban el punto de partida de las huelgas obreras.
Primer antecedente: en Febrero de 1908, mujeres socialistas celebran en un teatro de Chicago el Woman’s Day, reivindicando el derecho al voto y manifestándose contra la esclavitud sexual. Para agosto de 1910, y con el antecedente en Massachussets de una huelga textil exclusiva de mujeres, Lena Morrow Lewis y May Wood Simons llevan a la 2° Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas realizada en Dinamarca, la propuesta de conmemorar, como en Estados Unidos, un Women’s day. Resignificada con un nombre más clasista, se acepta conmemorar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora, propuesta que se le atribuye a Clara Zetkin.
Sin un día fijo, mantienen las norteamericanas el último domingo de Febrero, y las europeas fijan un día de marzo. Dos días antes de su primer celebración en 1911, un fatídico incendio en la Triangle Shirtwaist Company, acabó con la vida de 146 obreras que trabajaban encerradas bajo llave para que no se movieran de sus puestos de trabajo (tal cual como hoy sigue haciendo Wal-Mart Stores Incorporated en muchos de sus almacenes durante los turnos de la noche). Este hecho, exaltó los motivos de la lucha sindical determinando que en la celebración de 1911 más de un millón de mujeres trabajadoras se sumaran a las movilizaciones.
Posteriormente, fue el repudio a la primera Guerra Mundial y la solidaridad internacionalista de las mujeres contra todo nacionalismo, mucho más que la lucha por el voto, la convocatoria principal de las celebraciones del día. En Rusia, el gobierno zarista reprime en 1913 la movilización por el Día de las Obreras, deportando a Siberia a sus organizadoras.
Años más tarde, el paro masivo de mujeres en San Petesburgo cambiaría la historia: pedían pan y exigían el regreso de las tropas rusas que llevaban ya 2 millones de muertos. Inició así el 8 de marzo de 1917 (23 de Febrero del calendario juliano) una movilización a la que se unirán trabajadores y estudiantes, determinando 4 días después la abdicación del zar, y dando paso a un gobierno provisional que será finalmente derrocado en octubre con la toma del Palacio de Invierno.
Borrar los procesos sociales, es la mejor forma de negar la historia.
Hace dos años, fue demolida la Casa de la Juventud en Copenhague, la misma que a principio de siglo alojó a sindicatos y organizaciones sociales. Sí. Fue demolido el mismo edificio donde se instituyó un Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Y por esas ironías de la macrocultura patriarcal, es ahora dueña del predio una secta cristiana llamada "La casa del Padre".
Ni Naciones Unidas, ni gobiernos; el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como todas las conquistas de las mujeres, son fruto de la perseverancia por cambiar el orden dominante, convencidas de que lo que hoy es utopía, con la lucha, es posible.
Nosotras, como cantaron las trabajadoras textiles de Massachussets durante su huelga: "Queremos compartir toda la belleza: Pan y rosas, pan y rosas."
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Desde México:

En 25 años se han perpetrado 34 mil feminicidios en México: ONU

La violencia contra mujeres en México ha cobrado la vida de al menos 34 mil de ellas en los últimos 25 años, de acuerdo con el más reciente estudio elaborado por legisladores, ONU Mujeres y el Instituto Nacional de las Mujeres.
Durante la presentación del libro ¿Cómo medir la violencia contra las mujeres en México? realizada en la Secretaría de Gobernación (SG), la representante en México de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas que atiende el tema de las mujeres, Ana Güezmes, señaló que el feminicidio es la punta del iceberg más dolorosa e indignante de toda una cadena de actos de violencia y de impunidad.
Con base en dicho estudio, en todos los casos existe presunción de feminicidio, lo que deja claro que definitivamente no estamos cumpliendo la tarea como individuos, sociedad, e instituciones públicas.
En el acto, varios de los participantes en la presentación de la obra –coeditada por la SG y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos– recordaron el caso de Inés Fernández Ortega, una indígena tlapaneca que fue violada por militares hace 10 años y apenas ayer el gobierno ofreció una disculpa pública, obligado por un apercibimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH).
El caso de Inés Fernández ejemplifica la doble discriminación que viven las mujeres por el hecho de serlo, pero además por ser rurales e indígenas, muchas veces en zonas sin adecuada protección ni acceso a la justicia, dijo Güezmes.
Y subrayó:
“La violencia contra las mujeres y las niñas persiste porque se permite. No es inevitable y nos convoca a la convicción de que puede ser eliminada. Tenemos impulso, apoyo político mundial para promover y hacer efectiva la igualdad de género”.
La representante de ONU Mujeres adelantó que este 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer será dedicado al empoderamiento de las mujeres rurales o indígenas, como principal contribución al desarrollo, la lucha contra el hambre y la pobreza.
En su turno, Max Diener Salas, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la SG, hizo una leve referencia al perdón del Estado a Fernández.
“En especial voy a remarcar las características específicas de vulnerabilidad en las cuales sucedió este muy lamentable acontecimiento y también las fallas que tuvo el Estado mexicano en todos los niveles: a nivel de la salud, de la procuración de justicia, del sistema de justicia, a nivel de las instituciones, efectivamente, que nos deben dotar de protección.
“Y en este sentido debemos de avanzar en mecanismos que vayan aterrizando y haciendo realidad, justamente, el combate a estas acciones, a estos fenómenos que suceden en nuestra sociedad (sic)”, señaló.
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La Federación de Juventudes Anarquistas de Madrid ante el 8 de marzo
Federación Local de Sindicatos de Madrid
Una año más, llega el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, en que se conmemora la muerte de 146 trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York, tras ser incendiada en 1908 dicha fábrica para acabar con el encierro y la huelga que estas mujeres secundaban desde hacía semanas por mejorar sus miserables condiciones laborales.
Hoy, más de un siglo después, el Estado y el Capital, ayudados por sus voceros oficiales, los medios de (in)comunicación de masas, están utilizando esa fecha –símbolo de la lucha de aquellas mujeres contra la explotación- para enseñarnos, desde las instancias oficiales, qué es la igualdad, qué es la lucha por la emancipación y hasta dónde se nos permite llegar en esa lucha. Desde su mirada prefabricada, manipulada y domesticada, nos dicen que igualdad es que haya tantas mujeres como hombres en el parlamento, tener ministras, empresarias y jefas, que las mujeres nos incorporemos a los cuerpos represivos como la policía o el ejército. Tratan de imponer esa igualdad a golpe de subvención, como si necesitásemos “cursillos de liderazgo” pagados por el Estado para poder ser más libres.
Desde hace años venimos observando cómo gran parte del movimiento feminista cae una y otra vez en ese juego manejado desde el poder, que lanza un discurso interclasista según el cual las trabajadoras debemos llevar una lucha común junto con las mujeres que ocupan puestos de poder o que ejercen la autoridad. Poco podemos tener en común con las poderosas, salvo el hecho de ser mujeres. Ellas reconducen y orientan en su beneficio cualquier tipo de lucha que se deje en sus manos, y cuando sea necesario “vender” la causa del antisexismo a sus intereses políticos y/o económicos, lo harán sin que les tiemble el pulso, como ha sucedido en infinidad de ocasiones.

En las manifestaciones del 8 de marzo se palpa un ambiente más bien festivo, y desde luego poco combativo, habiéndose convertido en algo casi folclórico. Parece que nos olvidamos de que día a día estamos sufriendo la explotación en todas sus formas, y de quién está detrás: polítiques, empresaries, banqueres, burócratas de todo pelaje, liberades, jefxs, gurús de cualquier religión, medios... todes elles sustentan este sistema injusto y perpetúan la desigualdad en cualquiera de sus manifestaciones. Pero, llegado el 8 de marzo, todes elles hablan de igualdad, y muches salen a las calles a hacer el paripé. Algunes incluso pretenden hacernos creer que están “trabajando” para que cambien las cosas: se trata de maquillar la superficie para que todo siga igual.
No podemos luchar contra un tipo de opresión si obviamos las otras manifestaciones de opresión, explotación y jerarquía. Ello convertiría la lucha en inútil y superficial. Si de verdad queremos que cambien las cosas, es necesario hacer un análisis más profundo de la realidad y asumir que cualquier tipo de jerarquía es perjudicial. ¿De qué nos sirve tener jefas en vez de jefes? ¿Qué diferencia hay entre ser apaleade por un o una policía antidisturbios? ¿Qué más nos da que nos gobiernen hombres o mujeres? Lo que queremos es no ser gobernades por nadie en absoluto, ser dueñes de nuestras vidas y que nadie decida por nosotres. Sólo así podremos alcanzar una sociedad libre, igualitaria y justa. Ese es el objetivo del anarquismo: la liberación de todes les individues, de toda la humanidad.
Por eso, hoy más que nunca, es necesaria una lucha desde abajo, yendo a la raíz de los problemas, que es la dominación de unas personas sobre otras, y la sumisión de estas. Aquellas personas que luchan contra la jerarquía y la desigualdad que impone el patriarcado deben extrapolar esa lucha a cualquier clase de dominación. Erradiquemos la desigualdad y la jerarquía, vengan de donde vengan, luchemos contra ellas todos los días. Dejemos de obedecer y de delegar en otres lo que nos afecta, organicémonos y recuperemos nuestras vidas.
NI AMXS NI ESCLAVXS. CONTRA TODA AUTORIDAD. POR LA ANARQUÍA.
FEDERACIÓN DE JUVENTUDES ANARQUISTAS DE MADRID-FIJA
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Desde Argentina, la organización Pan y Rosas: NOSOTRAS, las que no estamos en su agenda
Apenas dos semanas después de la masacre de Once, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, un día de lucha que para nosotras empieza con un grito de ¡Justicia! para las 29 mujeres adultas, jóvenes y niñas que murieron en esa tragedia anunciada. Por todas, las 51 víctimas fatales, los 703 heridos y sus familias, exigimos juicio y castigo a todos los responsables operativos y políticos de este asesinato y la formación de una comisión investigadora independiente del Estado, integrada por trabajadores y usuarios, para investigar realmente lo que pasó, porque no confiamos en esta justicia.
Algunas de esas mujeres eran inmigrantes; todas eran madres, hermanas, hijas de familias trabajadoras y pobres del conurbano. Eran empleadas de comercio, enfermeras, trabajadoras domésticas, estudiantes y maestras. Eran mujeres como nosotras, las que trabajamos en las peores condiciones, las que engrosamos las filas de los trabajadores precarizados y con los salarios más bajos o que hacemos malabares para dar de comer a nuestros hijos con subsidios y planes. Las mujeres que murieron trágicamente en la masacre de Once son iguales a millones de mujeres que, antes y después de ese día, deberemos volver a subir a los trenes con ventanas rotas, con puertas que no cierran, con frenos que no funcionan. Volveremos a subir, apretando los dientes y juntando bronca por tener que viajar ahogándonos en el apretujamiento de una multitud de trabajadores que puja por llegar a tiempo, acicateados por la patronal que impuso el disciplinamiento del “premio”,  ¡como si el salario fuera un “premio”, benéficamente otorgado por obscenos ricachones!
Millones de mujeres que, en distintos rincones del país, escuchamos con la sangre hirviendo de rabia que la presidenta dice que las maestras trabajan pocas horas y tienen muchas vacaciones. Mujeres que somos maestras o somos las madres de los niños que van a la escuela y sabemos que las maestras no enseñan sólo a leer y a escribir, sino que atienden a los que llegan mal nutridos y con zapatillas rotas, se agotan hasta enfermarse en las aulas y tienen que salir a pelear por un salario que apenas llega a ser el 10% de lo que cobra un diputado.
Jóvenes y adolescentes que lloramos junto a la mamá de Lucas Menghini, pero no sólo por la tristeza de encontrar a su hijo muerto en un vagón del tren de TBA, sino también por el odio que despertaron las palabras de la ministra de Seguridad, responsabilizando por su muerte al propio joven asesinado por la desidia, la corrupción, la falta de inversión y la connivencia entre el gobierno y la empresa ferroviaria. Las mujeres que soportamos los gases y las balas de goma de la represión policial cuando enfrentamos a las empresas extranjeras que vienen a expoliar nuestros recursos y contaminar nuestras aguas y nuestro aire con la megaminería. Las jóvenes que corremos el riesgo de ser secuestradas por las redes de trata, en las que conviven mafiosos proxenetas, policías, políticos y funcionarios. Las que corremos los mayores riesgos para nuestra salud cuando decidimos interrumpir un embarazo y ponemos en juego nuestras vidas en los abortos  clandestinos.
El 8 de marzo es nuestro día. No tenemos nada que festejar. El capitalismo, sus gobiernos y este régimen que es democrático sólo para los ricos, nos impiden disfrutar de las bellezas y bondades de la vida. Y tenemos muchos derechos por conquistar con nuestra lucha. Por eso te invitamos a organizarte con nosotras, para exigir juntas nuestro derecho al pan, pero también a las rosas.
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Desde Panamá: COLECTIVO DE MUJERES DIANA MORÁN: SEGUIMOS SIENDO VIOLENTADAS
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, fecha que representa el accionar de las mujeres trabajadoras por su emancipación social y de género, por la cual muchas mujeres han entregado su propia vida..
Esta fecha, viene siendo mediatizada por la institucionalidad burguesa que no centra su accionar en las causas del problema sino en algunos de sus efectos, pues sus intereses económicos y políticos guardan responsabilidad con la violencia que se ejerce contra las mujeres.
En términos de género la inequidad continúa
En el caso panameño la violencia institucional se deja sentir si analizamos los indicadores socioeconómicos: pobreza femenina 47.3% de la población pobre; 8.2% es analfabeta; de las mujeres de quince y más años de edad, el 21% está desocupada y el 42.3% está en informalidad laboral. En el área rural la situación evidencia mayor desigualdad, a pesar que el 48% de la población rural es mujer, del total de la PEA femenina rural 11,255 están desocupadas, el 17% es analfabeta, solo el 30.6% de las ocupadas rurales poseen ingresos iguales o superiores al salario mínimo, 41.5% de las mujeres rurales vive en viviendas aceptables, el 20.8% de los hogares rurales tiene a una mujer como jefa de hogar, solo el 27% de los titulo de tierra han sido otorgados a mujeres. Entre la población indígena, las mujeres continúan muy distantes del derecho a la educación, ya que el 62% de las mujeres Ngöbes, el 69.4% de las mujeres Kunas y el 58% de las Emberá están sin ningún grado aprobado.
Todo ello a pesar que la Constitución Política de Panamá establece un marco básico de los derechos fundamentales y la dignidad de la persona, y en su artículo 19 establece la prohibición de la discriminación, específicamente por motivos de sexo.
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En el mundo...
Clare Doyle, Comité por una Internacional de Trabajadores
Victorias y derrotas bajo el capitalismo
Cerca de un siglo después, el sistema del que se nos dice que "no tiene alternativa", el capitalismo, está pasando probablemente la peor crisis de su historia. Durante un tiempo durante el siglo XX, en muchos países europeos y en los EEUU, bajo la presión de poderosas luchas de la clase trabajadora, el capitalismo se vio forzado a proporcionar un sistema de salud, educación y guarderías. Durante los periodos de crecimiento, los aparatos para facilitar las tareas del hogar se volvieron asequibles. La mayoría de las mujeres en África, Asia y Latinoamérica, que trabajan sin descanso, e incluso millones dentro de los países capitalistas, se han beneficiado de muy pocos o de ninguno de estos avances. 
En Europa y América, y hasta cierto punto en otros países, una capa de mujeres trabajadoras han sido capaces de insistir en las demandas de igual salario, iguales oportunidades, y horarios de trabajo flexibles. En el siglo XX, las actitudes machistas y la publicidad sexista fueron desafiadas con cierto éxito. En un mundo capitalista, la "dominación masculina" es parte del sistema, un legado del pasado que es un medio de mantener las divisiones y sobre-explotación de la clase trabajadora. Pero sus peores expresiones se pueden combatir mediante protestas, especialmente cundo se vinculan con el movimiento de una clase trabajadora unida contra los patrones y el conjunto de su sistema. 
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